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Bien de interés cultural – Resolución de 13 de junio de 2025, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, para la incoación del expediente de declaración de Bien de Interés Cultural de una consola procedente del Palacio Real de Aranjuez
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B.O.C.M. Núm. 152
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 27 DE JUNIO DE 2025
europeo del siglo XVIII tiene carácter internacional, destacando en España el ascendiente
italiano y francés, seguido por lo inglés, neerlandés y portugués. El principal receptor del
influjo de Italia será la Corte madrileña, en la que trabajarán de forma continua artistas italianos como Juvarra, Gasparini, Ferroni, etc.
Esta centuria se considera asimismo la “edad de oro” del mobiliario francés —parisino—, cuyo prestigio le abre las puertas de todas las cortes europeas. Así, España, que tras
la Guerra de Sucesión (1701-1715) tenía como nueva dinastía reinante a los Borbones, progresivamente recibirá costumbres y muebles franceses, que se adoptan a partir del ejemplo
e imitación de la Casa Real y la alta nobleza.
Tras el cambio dinástico, se afirma el papel del rey y la corte y del arte que a ella se
vincula. Entre sus manifestaciones cobran especial relieve las artes decorativas, cuya importancia se acrecienta: se crean las Reales Fábricas, y la construcción de nuevos palacios
trae consigo la necesidad de un abundante mobiliario.
De acuerdo con los principios colbertianos se buscaba evitar la importación de productos suntuarios del exterior. Sin embargo, es importante señalar que en el caso del mueble
no existieron manufacturas reales. La dinastía Borbón siguió el modelo de los Austrias
(Habsburgo) en la elaboración de mobiliario. Los legajos del Archivo de Palacio mencionan gran número de talleres dedicados a la fabricación de estos elementos. Además del Taller de Ebanistas Alemanes, el del Rey o los maestros de la Real Casa, se citan, entre otros,
el Taller de Puertaventanería, el de carpintería o el de caoba, cuyas denominaciones definen claramente su función. Todo ello, sin contar con las referencias a diferentes talleres de
la familia real —cuyos miembros individualmente podían tener un ebanista o pequeños
equipos a su servicio— o a los talleres específicos que había en cada Real Sitio.
Habitualmente, el mobiliario cortesano era diseñado por los arquitectos reales, pero también podía encomendarse la tarea a los adornistas, los pintores y los tapiceros de adorno.
El mobiliario cortesano se renueva en 1735, cuando se establece un plan conjunto para
amueblar los palacios de San Ildefonso, San Lorenzo, el Pardo y Aranjuez: se realizan cuatro conjuntos prácticamente idénticos. Con la nueva dinastía, los sitios reales siguen a Versalles como modelo y la rígida etiqueta de los Habsburgo se suaviza con un mayor acercamiento entre el Rey y los cortesanos.
El Palacio Real de Aranjuez, lugar al que se encuentra vinculado el bien objeto de declaración, ha sido la residencia campestre por excelencia de los reyes de España. Hoy presenta una arquitectura fruto de diversas intervenciones llevadas a cabo a lo largo de su historia, desde que Felipe II encargara el proyecto en 1564 al arquitecto Juan Bautista de
Toledo, hasta que en 1775 Carlos III encomendara a Francesco Sabatini la ampliación de
dos alas, que conceden al edificio su característica forma de “U”.
En cuanto a su programa decorativo, las estancias con mayor interés se encuentran en
la planta alta. Destacan el Oratorio (mármol, estuco y bronce dorado), obra de los hermanos Ferroni, y los frescos de Francisco Bayeu; así como una Inmaculada de Mariano Salvador Maella en el retablo. Es también significativa La Saleta o Gabinete de Porcelana,
ejemplo del interés del siglo XVIII por lo oriental, definido como “chinoiserie”, incorporada durante las reformas emprendidas por Carlos III y obra de Giuseppe Gricci que fue realizada en la Real Fábrica de Porcelana de El Buen Retiro de Madrid. Como también el Salón de Baile, que ocupa un lugar destacado en el eje central del Palacio, sirviendo de
conexión entre las habitaciones del rey y las de la reina. Si bien, la decoración del inmueble responde a la reforma isabelina, las consolas que pueden observarse hoy son de estilo
Rococó. Es importante tener presente que el edificio padeció un grave incendio el 16 de junio de 1748.
La consola objeto de protección se puede datar estilísticamente alrededor de 1750, gracias a determinados rasgos como la simetría en su decoración o la chambrana con forma de
aspa acusada, que no forma continuidad con las patas. En esos años, Giacomo (o Santiago)
Bonavia (Piacenza, 1700-Madrid, 1760), fue director de obras del Palacio Real de Aranjuez. Con traza de Juan de Arranz, maestro tallista y adornista, se hicieron en 1747 seis mesas de jaspe —consolas—, en madera tallada y dorada, para el Cuarto de los Reyes en el
Palacio Real de Aranjuez, en cuya realización participaron el propio Arranz y el también
adornista Manuel Corrales. Dichas mesas fueron doradas a mate por Próspero Mórtola. Dos
dibujos sin fecha ni firma conservados en el Archivo General de Palacio, en Madrid, con
los que se acompañaba el contrato suscrito por Juan Arranz el 24 de enero de ese mismo
año, muestran sendos modelos de consola con amplia decoración de rocalla. No coinciden
exactamente con la pieza objeto de declaración, pero la semejanza es notable.
Del arquitecto Vigilio Rabaglio se conservan dibujos para muebles de estilo Rococó,
fechados hacia 1746, coincidiendo quizá con las obras de remodelación del cuarto del in-
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BOCM-20250627-47
BOCM
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 27 DE JUNIO DE 2025
europeo del siglo XVIII tiene carácter internacional, destacando en España el ascendiente
italiano y francés, seguido por lo inglés, neerlandés y portugués. El principal receptor del
influjo de Italia será la Corte madrileña, en la que trabajarán de forma continua artistas italianos como Juvarra, Gasparini, Ferroni, etc.
Esta centuria se considera asimismo la “edad de oro” del mobiliario francés —parisino—, cuyo prestigio le abre las puertas de todas las cortes europeas. Así, España, que tras
la Guerra de Sucesión (1701-1715) tenía como nueva dinastía reinante a los Borbones, progresivamente recibirá costumbres y muebles franceses, que se adoptan a partir del ejemplo
e imitación de la Casa Real y la alta nobleza.
Tras el cambio dinástico, se afirma el papel del rey y la corte y del arte que a ella se
vincula. Entre sus manifestaciones cobran especial relieve las artes decorativas, cuya importancia se acrecienta: se crean las Reales Fábricas, y la construcción de nuevos palacios
trae consigo la necesidad de un abundante mobiliario.
De acuerdo con los principios colbertianos se buscaba evitar la importación de productos suntuarios del exterior. Sin embargo, es importante señalar que en el caso del mueble
no existieron manufacturas reales. La dinastía Borbón siguió el modelo de los Austrias
(Habsburgo) en la elaboración de mobiliario. Los legajos del Archivo de Palacio mencionan gran número de talleres dedicados a la fabricación de estos elementos. Además del Taller de Ebanistas Alemanes, el del Rey o los maestros de la Real Casa, se citan, entre otros,
el Taller de Puertaventanería, el de carpintería o el de caoba, cuyas denominaciones definen claramente su función. Todo ello, sin contar con las referencias a diferentes talleres de
la familia real —cuyos miembros individualmente podían tener un ebanista o pequeños
equipos a su servicio— o a los talleres específicos que había en cada Real Sitio.
Habitualmente, el mobiliario cortesano era diseñado por los arquitectos reales, pero también podía encomendarse la tarea a los adornistas, los pintores y los tapiceros de adorno.
El mobiliario cortesano se renueva en 1735, cuando se establece un plan conjunto para
amueblar los palacios de San Ildefonso, San Lorenzo, el Pardo y Aranjuez: se realizan cuatro conjuntos prácticamente idénticos. Con la nueva dinastía, los sitios reales siguen a Versalles como modelo y la rígida etiqueta de los Habsburgo se suaviza con un mayor acercamiento entre el Rey y los cortesanos.
El Palacio Real de Aranjuez, lugar al que se encuentra vinculado el bien objeto de declaración, ha sido la residencia campestre por excelencia de los reyes de España. Hoy presenta una arquitectura fruto de diversas intervenciones llevadas a cabo a lo largo de su historia, desde que Felipe II encargara el proyecto en 1564 al arquitecto Juan Bautista de
Toledo, hasta que en 1775 Carlos III encomendara a Francesco Sabatini la ampliación de
dos alas, que conceden al edificio su característica forma de “U”.
En cuanto a su programa decorativo, las estancias con mayor interés se encuentran en
la planta alta. Destacan el Oratorio (mármol, estuco y bronce dorado), obra de los hermanos Ferroni, y los frescos de Francisco Bayeu; así como una Inmaculada de Mariano Salvador Maella en el retablo. Es también significativa La Saleta o Gabinete de Porcelana,
ejemplo del interés del siglo XVIII por lo oriental, definido como “chinoiserie”, incorporada durante las reformas emprendidas por Carlos III y obra de Giuseppe Gricci que fue realizada en la Real Fábrica de Porcelana de El Buen Retiro de Madrid. Como también el Salón de Baile, que ocupa un lugar destacado en el eje central del Palacio, sirviendo de
conexión entre las habitaciones del rey y las de la reina. Si bien, la decoración del inmueble responde a la reforma isabelina, las consolas que pueden observarse hoy son de estilo
Rococó. Es importante tener presente que el edificio padeció un grave incendio el 16 de junio de 1748.
La consola objeto de protección se puede datar estilísticamente alrededor de 1750, gracias a determinados rasgos como la simetría en su decoración o la chambrana con forma de
aspa acusada, que no forma continuidad con las patas. En esos años, Giacomo (o Santiago)
Bonavia (Piacenza, 1700-Madrid, 1760), fue director de obras del Palacio Real de Aranjuez. Con traza de Juan de Arranz, maestro tallista y adornista, se hicieron en 1747 seis mesas de jaspe —consolas—, en madera tallada y dorada, para el Cuarto de los Reyes en el
Palacio Real de Aranjuez, en cuya realización participaron el propio Arranz y el también
adornista Manuel Corrales. Dichas mesas fueron doradas a mate por Próspero Mórtola. Dos
dibujos sin fecha ni firma conservados en el Archivo General de Palacio, en Madrid, con
los que se acompañaba el contrato suscrito por Juan Arranz el 24 de enero de ese mismo
año, muestran sendos modelos de consola con amplia decoración de rocalla. No coinciden
exactamente con la pieza objeto de declaración, pero la semejanza es notable.
Del arquitecto Vigilio Rabaglio se conservan dibujos para muebles de estilo Rococó,
fechados hacia 1746, coincidiendo quizá con las obras de remodelación del cuarto del in-
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