C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20250530-44)
Bien interés cultural – Decreto 32/2025, de 28 de mayo, del Consejo de Gobierno, por el que se declara Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid el Hilado Tradicional del Esparto
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BOCM
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
B.O.C.M. Núm. 128
VIERNES 30 DE MAYO DE 2025
Pág. 227
Estropajos:
Aparte de producir esparto listo para el hilado, la operación de rastrillado también genera considerables cantidades de desperdicios de fibras llamados genéricamente borla, aunque localmente se les conocen con el nombre de hachos. Esta fibra se puede reutilizar fabricando estropajos.
Para ello se utiliza un cajón de madera del ancho correspondiente a la altura de los estropajos. Sencillamente, se humedece la borla y se coloca la cantidad deseada en dicho cajón. Se enrolla, se coloca una etiqueta, se le echa pegamento y se termina de enroscar. Para
mejorar el aspecto de la fibra, algunas personas la blanquean en una cámara hermética sometiéndola a emanaciones de azufre.
Lugares e instalaciones:
Producto de sus investigaciones en materia de arqueología industrial y memoria del
trabajo, Paloma Candela escribía en 2002 que “frecuentemente, la práctica del hilado se
realizaba, también, por las calles del pueblo, participando en el proceso familiares y vecinos. Los testimonios orales recogidos coinciden en que era muy habitual ver como los niños y las mujeres ayudaban como pinches en el hilado callejero y, cómo, en otros casos, solían intervenir, como meros espectadores animando el esfuerzo de la jornada con sus cantos
y distracciones populares inspiradas, precisamente, en la tradición de esta práctica artesanal”. Así, en Villarejo de Salvanés, se hilaba en las calles del barrio de las Huertas donde,
en el Callejón de las Recas, una lancha pública estaba puesta a disposición de todo el vecindario que necesitase machacar su esparto. En Colmenar de Oreja, las vecinas hilaban en
el barrio de la Espartería, principalmente en las calles del Barrio Descaderado; allí aún queda en pie una lancha de machacar en la puerta del número 8 de la calle Trascasa.
Con respecto a las fábricas en sí y producto de sus investigaciones sobre la topografía médica de Villarejo de Salvanés, Francisco Cabrero escribía en 1959 que allí “existen cinco grandes fábricas y muchísimas más pequeñas, que podemos llamar familiares, (…). Las cinco grandes fábricas responden a un tipo general de construcción que, si bien es de aspecto un poco
primitivo, reúne una serie de condiciones higiénicas que dan la sensación de haber sido proyectadas por un higienista. Cualquiera de estas fábricas consta de una gran nave rectangular,
con techo a gran altura y provista a todo lo largo de las paredes de amplios ventanales, unos
que dan a la calle y otros a un amplio patio o corraliza, estando estos últimos, por regla general, sin ventanas. En la nave central está instalada la mayoría de la maquinaria, (…)”.
Varias de las personas entrevistadas en Villarejo de Salvanés durante los trabajos que
han dado razón a la incoación de este expediente, utiliza la palabra cobijo para referirse al
cobertizo, generalmente cubierto de cañas, donde se hilaba; solía medir unos 3 o 4 metros
de ancho por 30 o 40 metros de longitud y albergaba en un extremo una rueda de hilar, disponiendo de varias astas a lo largo de la carrera.
En 2013, Luis Andrés Domingo levantó un plano callejero mostrando la localización
de 13 de las principales fábricas de hilado de esparto que se asentaban en Villarejo de Salvanés a mediados del siglo XX.
Durante los trabajos de campo que fueron objeto de la investigación llevada a cabo en 2023,
se han podido localizar los restos en ruina de la fábrica que se asentaba en Chinchón, en el Callejón de Don Ramón.
Formando parte de este patrimonio, también se han de citar las diversas pozas que se
utilizaban para cocer el esparto. Se han localizado tres conjuntos en estado de completo
abandono: en Villarejo de Salvanés, las Pozas del Valle San Pedro y las de la Fuente del
Dornajo; en Chinchón, las del Arroyo de Valdezarza.
Por último, es importante referirse aquí a la última espartería tradicional que aún comercializa hilados de esparto: la espartería Juan Sánchez, sita en el número 3 de la calle del
Mediodía Grande, en Madrid. Buena parte de su mercancía llegaba antaño a través de los
descargaderos de la Plaza de los Carros y del cercano Mercado de la Cebada.
La propia toponimia remite a la calle Esparteros en la capital, a la calle de las Esparteras en Paracuellos del Jarama, a la plaza del Esparto en Valdemoro, y a las calles del Esparto y de Batanes en Villarejo de Salvanés.
A.7.
Materias primas, herramientas y maquinarias:
Las materias primas utilizadas en el arte de hilar son el esparto de albardín (Lygeum spartum), que se utilizaba sobre todo para hilar entre palmas en Colmenar de Oreja, y el esparto de
atocha (Stipa tenacissima), el más demandado por los hiladores de la industria manual.
BOCM-20250530-44
A.6.
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
B.O.C.M. Núm. 128
VIERNES 30 DE MAYO DE 2025
Pág. 227
Estropajos:
Aparte de producir esparto listo para el hilado, la operación de rastrillado también genera considerables cantidades de desperdicios de fibras llamados genéricamente borla, aunque localmente se les conocen con el nombre de hachos. Esta fibra se puede reutilizar fabricando estropajos.
Para ello se utiliza un cajón de madera del ancho correspondiente a la altura de los estropajos. Sencillamente, se humedece la borla y se coloca la cantidad deseada en dicho cajón. Se enrolla, se coloca una etiqueta, se le echa pegamento y se termina de enroscar. Para
mejorar el aspecto de la fibra, algunas personas la blanquean en una cámara hermética sometiéndola a emanaciones de azufre.
Lugares e instalaciones:
Producto de sus investigaciones en materia de arqueología industrial y memoria del
trabajo, Paloma Candela escribía en 2002 que “frecuentemente, la práctica del hilado se
realizaba, también, por las calles del pueblo, participando en el proceso familiares y vecinos. Los testimonios orales recogidos coinciden en que era muy habitual ver como los niños y las mujeres ayudaban como pinches en el hilado callejero y, cómo, en otros casos, solían intervenir, como meros espectadores animando el esfuerzo de la jornada con sus cantos
y distracciones populares inspiradas, precisamente, en la tradición de esta práctica artesanal”. Así, en Villarejo de Salvanés, se hilaba en las calles del barrio de las Huertas donde,
en el Callejón de las Recas, una lancha pública estaba puesta a disposición de todo el vecindario que necesitase machacar su esparto. En Colmenar de Oreja, las vecinas hilaban en
el barrio de la Espartería, principalmente en las calles del Barrio Descaderado; allí aún queda en pie una lancha de machacar en la puerta del número 8 de la calle Trascasa.
Con respecto a las fábricas en sí y producto de sus investigaciones sobre la topografía médica de Villarejo de Salvanés, Francisco Cabrero escribía en 1959 que allí “existen cinco grandes fábricas y muchísimas más pequeñas, que podemos llamar familiares, (…). Las cinco grandes fábricas responden a un tipo general de construcción que, si bien es de aspecto un poco
primitivo, reúne una serie de condiciones higiénicas que dan la sensación de haber sido proyectadas por un higienista. Cualquiera de estas fábricas consta de una gran nave rectangular,
con techo a gran altura y provista a todo lo largo de las paredes de amplios ventanales, unos
que dan a la calle y otros a un amplio patio o corraliza, estando estos últimos, por regla general, sin ventanas. En la nave central está instalada la mayoría de la maquinaria, (…)”.
Varias de las personas entrevistadas en Villarejo de Salvanés durante los trabajos que
han dado razón a la incoación de este expediente, utiliza la palabra cobijo para referirse al
cobertizo, generalmente cubierto de cañas, donde se hilaba; solía medir unos 3 o 4 metros
de ancho por 30 o 40 metros de longitud y albergaba en un extremo una rueda de hilar, disponiendo de varias astas a lo largo de la carrera.
En 2013, Luis Andrés Domingo levantó un plano callejero mostrando la localización
de 13 de las principales fábricas de hilado de esparto que se asentaban en Villarejo de Salvanés a mediados del siglo XX.
Durante los trabajos de campo que fueron objeto de la investigación llevada a cabo en 2023,
se han podido localizar los restos en ruina de la fábrica que se asentaba en Chinchón, en el Callejón de Don Ramón.
Formando parte de este patrimonio, también se han de citar las diversas pozas que se
utilizaban para cocer el esparto. Se han localizado tres conjuntos en estado de completo
abandono: en Villarejo de Salvanés, las Pozas del Valle San Pedro y las de la Fuente del
Dornajo; en Chinchón, las del Arroyo de Valdezarza.
Por último, es importante referirse aquí a la última espartería tradicional que aún comercializa hilados de esparto: la espartería Juan Sánchez, sita en el número 3 de la calle del
Mediodía Grande, en Madrid. Buena parte de su mercancía llegaba antaño a través de los
descargaderos de la Plaza de los Carros y del cercano Mercado de la Cebada.
La propia toponimia remite a la calle Esparteros en la capital, a la calle de las Esparteras en Paracuellos del Jarama, a la plaza del Esparto en Valdemoro, y a las calles del Esparto y de Batanes en Villarejo de Salvanés.
A.7.
Materias primas, herramientas y maquinarias:
Las materias primas utilizadas en el arte de hilar son el esparto de albardín (Lygeum spartum), que se utilizaba sobre todo para hilar entre palmas en Colmenar de Oreja, y el esparto de
atocha (Stipa tenacissima), el más demandado por los hiladores de la industria manual.
BOCM-20250530-44
A.6.