C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20250530-44)
Bien interés cultural – Decreto 32/2025, de 28 de mayo, del Consejo de Gobierno, por el que se declara Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid el Hilado Tradicional del Esparto
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B.O.C.M. Núm. 128
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 30 DE MAYO DE 2025
cían hebras gruesas y cortas de esparto, aptas sólo para fabricar hilos dobles. El gremio contaba entonces con “veintitrés maestros, siete viudas con tienda, treinta oficiales y ocho
aprendices” y tenía la sede de su hermandad en la Iglesia de Nuestra Señora de Atocha.
En el siglo XIX, el “Boletín Oficial de la Provincia de Madrid” de 1833 promueve el
fomento de la industria del esparto y el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz (1854-1850) menciona ya la existencia de una fábrica de esparto en Colmenar de Oreja y otras en Vadaracete, Fuentidueña, Estremera y Villarejo de Salvanés.
Ya en el siglo XX, en 1907 el Ministerio de Fomento menciona la existencia en Madrid
de 31 esparterías, once de ellas en la capital, además de varias fábricas en Colmenar de Oreja, Estremera, Fuentidueña de Tajo, Torrelaguna y Villarejo de Salvanés. Pero, sin duda, resulta de especial interés para el desarrollo de esta industria la creación del llamado “Servicio
del Esparto” (1948-1959) que tuteló todas las actividades mercantiles en torno a la explotación y la transformación del esparto, significando un auténtico y beneficioso revulsivo para el
sector: prohibió la venta de materia prima sin su autorización, promovió actuaciones para la
mejora de la producción, recopiló información e impulsó programas de mejoras del sector,
además de publicar tres volúmenes relativos a esta industria de cuya lectura se desprende que
en la provincia de Madrid existían 10 pozas para enriar el esparto, 22 bandas de mazos para
machacarlo, 15 peines de restrillado y 20 ruedas para hilarlo, destinándose más de 95 toneladas de esparto para esta industria en nuestra región entre 1951-1952.
En 1948 se publicó en varios números del “Boletín Oficial del Estado” el Reglamento
Nacional de Trabajo para el Sector Manual del Esparto de la Industria Textil. En él se definían los trabajos que implicaba esta industria (recogida, cocido, majado, rastrillado, hilado, corchado y empacado) y se clasificaba al personal implicado (directores, encargados,
oficiales, ayudantes, aprendices y peones) y al personal auxiliar (mecánicos, carpinteros,
conductores mecánicos, conductores y carreteros), estableciéndose la exigencia de unas
condiciones laborables saludables.
A finales de la década de los 50 la reactivación del mercado internacional de las fibras
naturales, los cambios en los modos de vida tradicionales, la mecanización del trabajo del
campo, la modernización de la edificación y la generalización del uso de las fibras sintéticas provocaron el hundimiento paulatino y generalizado de la industria manufacturera espartera y el cierre de las factorías madrileñas.
Así, desde la década de los 80, el hilado tradicional del esparto sólo se practica en
Madrid de forma residual. Las comunidades portadoras, formadas por gentes en su mayoría ancianas, ejercen diversas actividades centradas en la conmemoración del oficio: se imparten clases, se organizan exposiciones, se celebran demostraciones y se comparten conocimientos, con el fin último de patrimonializar este bien del patrimonio inmaterial.
A.4. Descripción y tipología de la manifestación:
El hilado del esparto es una manifestación cultural que se enmarca dentro de la artesanía tradicional e implica el aprovechamiento de las materias primas que ofrece el entorno
natural, para la producción de bienes con los que resolver las necesidades materiales básicas. Para ello, las técnicas artesanales se desarrollan de acuerdo con las características y
propiedades que ofrecen los productos naturales de los que se valen. La fibra de esparto se
extrae de dos plantas diferentes: la atocha (esparto fino) y el albardín (esparto basto); el área
del sureste de la Comunidad de Madrid, en la que más se ha desarrollado y donde se conserva esta técnica tradicional, es una zona esteparia semiárida, rica en atochares y albardines, en la que se puede recolectar fácilmente la materia prima.
De acuerdo con la demanda y la capacidad de producción, el hilado tradicional del esparto
se desarrolla de forma únicamente manual o con la ayuda de mecanismos de fuerza manual.
Hilado manual artesanal:
El arte manual del hilado del esparto comienza con la preparación de la fibra. Para ello,
tras su recolección, se debe machacar con una maza el manojo de esparto, golpeándolo sobre una lancha de piedra.
Tras esto, se humedece un poco el manojo y se coloca debajo del brazo, se extraen algunas fibras, se paralelizan y se doblan por la mitad en la palma de la misma mano; a continuación, se empiezan a torcer las dos vetas resultantes, una sobre otra, frotándolas con la
palma de la otra mano. Repitiendo el movimiento, se van enroscando juntas las dos vetas,
guiándolas con los dedos pulgares, entre la base de las palmas. Cuando falta fibra en una
veta, se le van añadiendo nuevas hojas, tal cual, sin nudo. El cordón que se va formando recibe el nombre de niñuelo; según el niñuelo va aumentando de longitud, se tensa, sujetán-
Pág. 225
BOCM-20250530-44
BOCM
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 30 DE MAYO DE 2025
cían hebras gruesas y cortas de esparto, aptas sólo para fabricar hilos dobles. El gremio contaba entonces con “veintitrés maestros, siete viudas con tienda, treinta oficiales y ocho
aprendices” y tenía la sede de su hermandad en la Iglesia de Nuestra Señora de Atocha.
En el siglo XIX, el “Boletín Oficial de la Provincia de Madrid” de 1833 promueve el
fomento de la industria del esparto y el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz (1854-1850) menciona ya la existencia de una fábrica de esparto en Colmenar de Oreja y otras en Vadaracete, Fuentidueña, Estremera y Villarejo de Salvanés.
Ya en el siglo XX, en 1907 el Ministerio de Fomento menciona la existencia en Madrid
de 31 esparterías, once de ellas en la capital, además de varias fábricas en Colmenar de Oreja, Estremera, Fuentidueña de Tajo, Torrelaguna y Villarejo de Salvanés. Pero, sin duda, resulta de especial interés para el desarrollo de esta industria la creación del llamado “Servicio
del Esparto” (1948-1959) que tuteló todas las actividades mercantiles en torno a la explotación y la transformación del esparto, significando un auténtico y beneficioso revulsivo para el
sector: prohibió la venta de materia prima sin su autorización, promovió actuaciones para la
mejora de la producción, recopiló información e impulsó programas de mejoras del sector,
además de publicar tres volúmenes relativos a esta industria de cuya lectura se desprende que
en la provincia de Madrid existían 10 pozas para enriar el esparto, 22 bandas de mazos para
machacarlo, 15 peines de restrillado y 20 ruedas para hilarlo, destinándose más de 95 toneladas de esparto para esta industria en nuestra región entre 1951-1952.
En 1948 se publicó en varios números del “Boletín Oficial del Estado” el Reglamento
Nacional de Trabajo para el Sector Manual del Esparto de la Industria Textil. En él se definían los trabajos que implicaba esta industria (recogida, cocido, majado, rastrillado, hilado, corchado y empacado) y se clasificaba al personal implicado (directores, encargados,
oficiales, ayudantes, aprendices y peones) y al personal auxiliar (mecánicos, carpinteros,
conductores mecánicos, conductores y carreteros), estableciéndose la exigencia de unas
condiciones laborables saludables.
A finales de la década de los 50 la reactivación del mercado internacional de las fibras
naturales, los cambios en los modos de vida tradicionales, la mecanización del trabajo del
campo, la modernización de la edificación y la generalización del uso de las fibras sintéticas provocaron el hundimiento paulatino y generalizado de la industria manufacturera espartera y el cierre de las factorías madrileñas.
Así, desde la década de los 80, el hilado tradicional del esparto sólo se practica en
Madrid de forma residual. Las comunidades portadoras, formadas por gentes en su mayoría ancianas, ejercen diversas actividades centradas en la conmemoración del oficio: se imparten clases, se organizan exposiciones, se celebran demostraciones y se comparten conocimientos, con el fin último de patrimonializar este bien del patrimonio inmaterial.
A.4. Descripción y tipología de la manifestación:
El hilado del esparto es una manifestación cultural que se enmarca dentro de la artesanía tradicional e implica el aprovechamiento de las materias primas que ofrece el entorno
natural, para la producción de bienes con los que resolver las necesidades materiales básicas. Para ello, las técnicas artesanales se desarrollan de acuerdo con las características y
propiedades que ofrecen los productos naturales de los que se valen. La fibra de esparto se
extrae de dos plantas diferentes: la atocha (esparto fino) y el albardín (esparto basto); el área
del sureste de la Comunidad de Madrid, en la que más se ha desarrollado y donde se conserva esta técnica tradicional, es una zona esteparia semiárida, rica en atochares y albardines, en la que se puede recolectar fácilmente la materia prima.
De acuerdo con la demanda y la capacidad de producción, el hilado tradicional del esparto
se desarrolla de forma únicamente manual o con la ayuda de mecanismos de fuerza manual.
Hilado manual artesanal:
El arte manual del hilado del esparto comienza con la preparación de la fibra. Para ello,
tras su recolección, se debe machacar con una maza el manojo de esparto, golpeándolo sobre una lancha de piedra.
Tras esto, se humedece un poco el manojo y se coloca debajo del brazo, se extraen algunas fibras, se paralelizan y se doblan por la mitad en la palma de la misma mano; a continuación, se empiezan a torcer las dos vetas resultantes, una sobre otra, frotándolas con la
palma de la otra mano. Repitiendo el movimiento, se van enroscando juntas las dos vetas,
guiándolas con los dedos pulgares, entre la base de las palmas. Cuando falta fibra en una
veta, se le van añadiendo nuevas hojas, tal cual, sin nudo. El cordón que se va formando recibe el nombre de niñuelo; según el niñuelo va aumentando de longitud, se tensa, sujetán-
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