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Bien de interés patrimonial –  Resolución de 31 de marzo de 2025, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, para la incoación del expediente de Declaración como Bien de Interés Patrimonial de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Sitio Industrial, de los Elementos conservados de las Fábricas Falcó y Giralt Laporta, en Valdemorillo (Madrid)
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 23 DE ABRIL DE 2025

B.O.C.M. Núm. 96

Cuando Juan Falcó llega a Valdemorillo y decide, junto a su socio Felipe del Callejo,
fundar la “Sociedad de Aulencia” con un capital de 35.000 reales. A esta sociedad se incorporaron un nutrido grupo de notables y hacendados locales: Martín Santos, Vicente González y Pedro María Rubio, este último médico de la regente María Cristina de Borbón. Todos ellos formarían la “Sociedad Falcó, Calleja y Compañía” en 1845, quedando Falcó
como director. Estos serán los tres socios fundadores que se mantendrán hasta que, en 1860,
con el fallecimiento de Vicente González, la Sociedad se reconstituya con el mismo nombre y Manuela Corral como nueva socia capitalista.
Para la obtención de materia prima, dificultada por el aislamiento geográfico en el que
se encontraba Valdemorillo, compraron una primera explotación, “La Agujera”, caracterizada por una profundidad de 180 metros con galerías bajo el río Aulencia, a la que siguieron otras minas en las inmediaciones del municipio como La Cañada, El Vétago o El Canchar, entre otras.
En una población de unos 1700 habitantes, la fábrica empleó directamente a unas 200
personas, más todo un círculo de actividades económicas derivadas de ésta, suponiendo un
revulsivo para la localidad. Prueba de ello está en el traslado de artistas de fábricas rivales
como el pintor Mateo Fernández Martínez o el escultor Justo Montesinos Capa. Se produjeron vajillas, servicios de café, jarrones y platos de adorno y pared, además de objetos de
loza gruesa destinados a usos sanitarios como lavabos, aguamaniles, urinarios o vasos de
inodoros.
En 1868 fallece Pedro María Rubio sustituyéndole su hermano Antonio, y en 1879, fallece Manuela Corral heredando sus hijos González-Corral. El cambio importante se produce en 1883 con la muerte de Juan Falcó. Hereda la dirección su hijo Juan Falcó Sancho,
ingeniero de minas de profesión que promovió una nueva orientación en la producción y
estrategias empresariales, que, sumado a la evolución de los entornos comerciales, definirán el nuevo contexto de la fábrica.
Entre las estrategias llevadas a cabo destaca la reducción de costes de fabricación para
compensar el incremento del precio de las materias primas y energéticas, la diversificación
de producciones para cubrir nuevas demandas, aunque sin dejar de realizar loza fina, cambios que desembocaron en el aumento de la producción pasando unas 900 piezas anuales a
casi 1.115.000.
Hacia 1893 habrá una tendencia a sustituir la fabricación de vajilla por la de distintas
especialidades: artículos de farmacia, tiradores para puertas, morteros de pasta de porcelana, féretros para niños y material para instalaciones eléctricas, inicio de una estrategia que
sentará las bases para la siguiente etapa. Se lleva a cabo también una profunda reforma de
los sistemas decorativos y, a partir de 1900, de formas y ornamentos. Todo ello para llegar
a la fabricación de elementos eléctricos para las empresas “Compañía Madrileña de Electricidad” y la fábrica de acumuladores “Tudor”. En 1907 recibirán el Premio de Mérito de
la Exposición Industrias Madrileñas.
A pesar de todo, la empresa empezó a sufrir dificultades, principalmente por la importación de loza extranjera impulsada por la llegada en ferrocarril, a lo que se le unió un gran
incendio sucedido en 1902. Todas estas vicisitudes llevaron a su colapso y cierre en 1914.
La segunda fase de la fábrica se iniciaría en 1915 con su compra por parte de Juan Giralt Laporta, abriendo con el nombre “Fábricas reunidas para envases y aparatos de laboratorios químicos industriales Juan Giralt Laporta”. A partir de este momento la producción
se caracterizará por la fabricación de loza dura para laboratorio y aisladores térmicos, para
lo que se construyeron dos hornos idénticos al anterior. Una gran novedad fue la fabricación de vidrio, para lo que se hizo necesario la incorporación de obreros catalanes procedentes de la fábrica que Giralt Laporta tenía en Barcelona, para que prepararan al personal
de Valdemorillo.
Fue muy importante para la fábrica la llegada de la electricidad al municipio en 1903.
Se modernizó la antigua caldera de vapor para mover los bombos y facilitar la preparación
de la masa para la porcelana, agilizando la producción y reduciendo el tiempo; permitió
probar la calidad de los aisladores eléctricos; y, lo más importante, se crearon hornos de tanque para la producción semiautomática de vidrio resistente al fuego, permitiendo ser la primera productora de este tipo de piezas en España, comercializándose con la marca VALMA. Se realizaron botes para laboratorio, botellas de refrescos, de licor Anís del Mono, de
cerveza Mahou o botes para perfume.
En el transcurso de la Guerra Civil la fábrica es destruida, salvo los tres hornos principales de producción cerámica, el pudridero de caolín y el torreón utilizado como bomba de
agua de posible cimentación medieval, conservándose todos a día de hoy. El resto de materiales que permanecieron intactos fueron trasladados en 1938 en un camión de la Subse-

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