Alcalá de Henares (BOCM-20250317-50)
Urbanismo. Plan parcial
20 páginas totales
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No ocultamos, cambiamos o tergiversamos la información, simplemente somos un altavoz organizado de los boletines oficiales de España.
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BOCM
Pág. 218
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
LUNES 17 DE MARZO DE 2025
B.O.C.M. Núm. 64
gestionan las ciudades, teniendo en cuenta todos los elementos que reflejan las problemáticas que
caracterizan los entornos urbanos, que afectan a la población vulnerable.
Las políticas sociales en defensa de la infancia deben generar propuestas para incluir
elementos urbanos que logren que la naturaleza se acerque a los barrios, especialmente los barrios
vulnerables. El acceso a la naturaleza es determinante para el bienestar de la niñez.
El urbanismo y salud han estado unidos desde el principio: ya en los siglos XIX, XX y XXI
se adaptaron las zonas urbanas para dar respuesta a las enfermedades. Esto debería suceder hoy
para abordar, en este caso, las enfermedades derivadas del estilo de vida urbano actual,
extremadamente individualista y sedentario: obesidad y sobrepeso, estrés, depresión, etc. No
podemos tener a la infancia y juventud estática. El espacio público debe tener una nueva
configuración.
La “Guía para planificar ciudades saludables” redactado por el Departamento de
Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid, parte de dos pautas
principales: promover estilos de vida saludables en la infancia y prevenir los ambientes nocivos que
tienen las ciudades. Las dos cosas se pueden hacer desde el diseño urbano. Dicha guía establece
3 líneas de acción fundamentales:
-
Línea de acción 1: Una ciudad pensada para caminar, en la que se pueda llegar a los
sitios habituales andando, ya que es una actividad imprescindible para mejorar nuestra
salud física y mental, aparte de hacer más sostenible el planeta, junto con la promoción de
la bicicleta también como movilidad activa, y una reorganización del reparto del espacio
público en detrimento del vehículo motorizado privado.
Caminar implica salir del sedentarismo, favorecer la reducción de la obesidad de las
personas y las enfermedades cardiovasculares.
Para hacer posible que las personas caminen en sus barrios, es necesario que las calles
sean seguras frente a los accidentes de tráfico, sean confortables térmicamente (tanto en
el invierno como en el verano), sean dinámicas (haya cosas que ver y hacer), y sean
atractivas, entre los requerimientos más destacados.
Por otro lado, es necesario realizar acciones acordes a las prioridades de la pirámide de la
movilidad urbana, fomentando, por orden de prioridad, la movilidad a pie, la movilidad en
bicicleta y el transporte público. Para ello, es necesario replantear el reparto del espacio
público según estas prioridades.
Asímismo, será preciso reducir los riesgos de accidentes de las personas provocados por
el tráfico, las caídas, y otros accidentes diversos que se pueden producir en el espacio
público de nuestros espacios urbanos.
-
Línea de acción 2: Introducir la naturaleza en los barrios de la ciudad, ya que están
demostrados los grandes beneficios para la salud física y mental de las zonas verdes de
proximidad, a lo que se añade su importante papel en la reducción de la contaminación y
la mejora del microclima urbano.
Las zonas verdes promueven la salud de las personas, ya que tienen beneficios físicos y
psicológicos constatados respecto a su bienestar, sea cual sea su edad y condición.
Para este objetivo, es necesario que las calles sean “calles-verdes”, con arbolado y
arbustos de sombra en sus aceras, que haya zonas de naturaleza distribuidas a pocos
minutos de las zonas residenciales mediante recorridos accesibles y cortos (para llegar en
BOCM-20250317-50
Para ello habrá que considerar las diferencias respecto a las capacidades de las personas,
bien sea simplemente por su edad, como por la pérdida temporal o progresiva de sus
capacidades cognitivas, de orientación o de seguridad, en el espacio público. En una
sociedad con alto porcentaje de personas mayores se considera la necesidad de repensar
las calles desde el punto de vista del envejecimiento activo, para que puedan caminar y
relacionarse con autonomía y sin riesgos reales o subjetivos. A su vez, es necesario orientar
las ciudades hacia las necesidades de la infancia, tanto para una mayor movilidad activa
(caminando y bicicleta) de esta población, como para la creación de más espacios de
convivencia
para estas edades.
Pág. 218
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
LUNES 17 DE MARZO DE 2025
B.O.C.M. Núm. 64
gestionan las ciudades, teniendo en cuenta todos los elementos que reflejan las problemáticas que
caracterizan los entornos urbanos, que afectan a la población vulnerable.
Las políticas sociales en defensa de la infancia deben generar propuestas para incluir
elementos urbanos que logren que la naturaleza se acerque a los barrios, especialmente los barrios
vulnerables. El acceso a la naturaleza es determinante para el bienestar de la niñez.
El urbanismo y salud han estado unidos desde el principio: ya en los siglos XIX, XX y XXI
se adaptaron las zonas urbanas para dar respuesta a las enfermedades. Esto debería suceder hoy
para abordar, en este caso, las enfermedades derivadas del estilo de vida urbano actual,
extremadamente individualista y sedentario: obesidad y sobrepeso, estrés, depresión, etc. No
podemos tener a la infancia y juventud estática. El espacio público debe tener una nueva
configuración.
La “Guía para planificar ciudades saludables” redactado por el Departamento de
Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid, parte de dos pautas
principales: promover estilos de vida saludables en la infancia y prevenir los ambientes nocivos que
tienen las ciudades. Las dos cosas se pueden hacer desde el diseño urbano. Dicha guía establece
3 líneas de acción fundamentales:
-
Línea de acción 1: Una ciudad pensada para caminar, en la que se pueda llegar a los
sitios habituales andando, ya que es una actividad imprescindible para mejorar nuestra
salud física y mental, aparte de hacer más sostenible el planeta, junto con la promoción de
la bicicleta también como movilidad activa, y una reorganización del reparto del espacio
público en detrimento del vehículo motorizado privado.
Caminar implica salir del sedentarismo, favorecer la reducción de la obesidad de las
personas y las enfermedades cardiovasculares.
Para hacer posible que las personas caminen en sus barrios, es necesario que las calles
sean seguras frente a los accidentes de tráfico, sean confortables térmicamente (tanto en
el invierno como en el verano), sean dinámicas (haya cosas que ver y hacer), y sean
atractivas, entre los requerimientos más destacados.
Por otro lado, es necesario realizar acciones acordes a las prioridades de la pirámide de la
movilidad urbana, fomentando, por orden de prioridad, la movilidad a pie, la movilidad en
bicicleta y el transporte público. Para ello, es necesario replantear el reparto del espacio
público según estas prioridades.
Asímismo, será preciso reducir los riesgos de accidentes de las personas provocados por
el tráfico, las caídas, y otros accidentes diversos que se pueden producir en el espacio
público de nuestros espacios urbanos.
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Línea de acción 2: Introducir la naturaleza en los barrios de la ciudad, ya que están
demostrados los grandes beneficios para la salud física y mental de las zonas verdes de
proximidad, a lo que se añade su importante papel en la reducción de la contaminación y
la mejora del microclima urbano.
Las zonas verdes promueven la salud de las personas, ya que tienen beneficios físicos y
psicológicos constatados respecto a su bienestar, sea cual sea su edad y condición.
Para este objetivo, es necesario que las calles sean “calles-verdes”, con arbolado y
arbustos de sombra en sus aceras, que haya zonas de naturaleza distribuidas a pocos
minutos de las zonas residenciales mediante recorridos accesibles y cortos (para llegar en
BOCM-20250317-50
Para ello habrá que considerar las diferencias respecto a las capacidades de las personas,
bien sea simplemente por su edad, como por la pérdida temporal o progresiva de sus
capacidades cognitivas, de orientación o de seguridad, en el espacio público. En una
sociedad con alto porcentaje de personas mayores se considera la necesidad de repensar
las calles desde el punto de vista del envejecimiento activo, para que puedan caminar y
relacionarse con autonomía y sin riesgos reales o subjetivos. A su vez, es necesario orientar
las ciudades hacia las necesidades de la infancia, tanto para una mayor movilidad activa
(caminando y bicicleta) de esta población, como para la creación de más espacios de
convivencia
para estas edades.