C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20241120-23)
Bien de interés cultural –  Decreto 104/2024, de 13 de noviembre, del Consejo de Gobierno, por el que se declara bien de interés cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de conjunto de bienes muebles, el relicario del Monasterio del Santísimo Sacramento de Religiosas Bernardas, en Boadilla del Monte (Madrid)
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 20 DE NOVIEMBRE DE 2024

B.O.C.M. Núm. 277

partido, en la mitad de la siniestra, sobre campo de oro, banda de sable; en la diestra, sobre
campo azur, tres arietes de plata en palo y colocados en faja.
Tipología de los relicarios.
El conjunto de bienes que compone el Relicario está formado por elementos de diferente datación y tipología, producto de su evolución cronológica. Entre ellos, un numeroso
grupo puede datarse en el siglo XVII, constituyendo el de mayor valor histórico y artístico;
de ellos una parte está formada por piezas realizadas en el primer tercio de este siglo en talleres italianos, y se corresponden al período fundacional del monasterio y del Relicario.
Después, a lo largo del siglo el número de piezas fue aumentando con nuevos relicarios, la
Mayoría de talleres madrileños.
Se conserva un numeroso grupo de relicarios-retablos, la Mayor parte realizados en talleres italianos durante el primer tercio del siglo XVII, cuya finalidad era exhibir diferentes
reliquias y pequeñas pinturas o esculturas devocionales. Estos pequeños retablos tuvieron
una amplia difusión en España, debido tanto a la importación de piezas procedentes de Italia como a las realizadas por artífices españoles inspiradas en los modelos italianos, que se
destinaban tanto a oratorios privados como a lipsanotecas.
Están realizados en madera de ébano o ebonizada, con aplicaciones en bronce y adoptan distintas formas: de tipo ostensorio, con la pala rectangular o poligonal, en la que se
abren las tecas acristaladas que contienen los restos de las reliquias, y en el centro un “Agnus Dei” o bien un óleo sobre cobre; de pala central se dividida en pequeños compartimentos forrados con tela que contienen los restos; o bien retablos tipo fachada clásica, con una
hornacina central para ubicar una escultura o pintura flanqueada por columnas y remata con
un frontón, entorno a la cual se sitúan las tecas. Todos ellos se asientan sobre un basamento moldurado, donde también se ubican reliquias.
Otro numeroso grupo lo constituyen los treinta y seis brazos relicario, fechados entre 1600 y 1611, ejecutados por talleres castellanos. Esta modalidad, que se desarrolla desde la Edad Media, generalmente ejecutados en plata, tiene su máximo desarrollo a finales
del siglo XVI y durante el XVII, siendo muy frecuente encontrar ejemplares en los monasterios y conventos. Están realizados en madera tallada, policromada y dorada, y muestran
un carácter naturalista diferenciando el antebrazo, la muñeca y la mano extendida o bendiciendo. En el antebrazo se abre un viril acristalado que deja ver los restos, en ocasiones rodeado de flores de tela realizadas por la comunidad de religiosas. Reposan sobre una base
circular y una peana cuadrangular.
A esta primera década del siglo XVII corresponden también dos pirámides relicario,
de escuela castellana, realizados en ébano, plata y bronce dorado. Están formados por una
peana cuadrada, sobre ella un prisma acristalado con los restos óseos, que soporta un cuerpo piramidal acristalado también con reliquias. Destaca un conjunto constituido por dos pirámides y un crucifijo, fechado entre 1600 y 1611, realizado en ébano, bronce dorado y esmaltes; la figura de Cristo Crucificado es de hueso, sobre una Cruz de ébano que apoya en
una peana escalonada donde se aplican dos pequeñas cruces.
La lipsanoteca conserva también un grupo de dieciséis relicarios en forma de sarcófago, de taller madrileño, fechados con posterioridad a 1650. Están realizados en madera de
pino tallada, dorada y policromada. Presentan una peana rectangular sobre la que se levanta un pedestal que sostiene un cuerpo semiesférico con dos asas laterales avolutadas. La
tapa tiene forma de campana invertida sobre un pedestal moldurado, rematada en una bola.
En el frente se adhiere un tarjetón rectangular rematado en un frontón triangular, con el
nombre del Santo cuyos restos se encuentran en la urna, escrito en tinta negra.
Esta tipología recuerda los sarcófagos escurialenses del Panteón de los Reyes. Es posible que el taller que realizó estos relicarios, se sitúe en la esfera de los talleres reales que
trabajaban para las casas nobles y conventos madrileños cercanos a la Corte.
Existe asimismo un conjunto de seis relicarios tipo custodia, datables hacia 1640, de
taller madrileño. Presentan un viril ochavado, con marcos de madera ebonizada de sencillo
molduraje y con aplicaciones de bronce. Cada uno de los ochavos presenta ocho tecas acristaladas rodeadas por un marco de plata donde se encuentran las reliquias. En el centro del
viril se muestra un Agnus Dei rodeado de flores de tela y papel. Este tipo de labor destinada a adornar los relicarios se encuentra en numerosas piezas, como manifestación de una de
las labores más tradicionales y cotidianas de las clausuras femeninas. Estos viriles se montaron posteriormente sobre unos soportes formados por piezas de diversa tipología.
Los relicarios tipo farol, modelo del que se conservan tres parejas de taller madrileño
correspondientes a la primera mitad del siglo XVII, están formados por un cuerpo prismático acristalado con aristas lisas y cubierta con cúpula semiesférica con incrustaciones de

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