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Bien de interés cultural –  Resolución de 9 de octubre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, para la incoación del expediente para la declaración como Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid de la Jota en la Comunidad de Madrid
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B.O.C.M. Núm. 254

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
JUEVES 24 DE OCTUBRE DE 2024

imposiciones del cultismo ilustrado de su época, incluye en la representación una jota.
En 1774, el impresor Pablo Minguet e Yrol incluye la llamada “Jota por el cruzado” en la
obra Reglas y advertencias generales para tañer la guitarra, tiple y vándola, con variedad
de sones, danzas y otras cosas semejantes […].
Todo ello nos hace ver que, ya en el siglo XVIII, la Jota era una forma musical presente en la sociedad de la época.
Durante el siglo XIX, la Jota constituyó un género coreomusical ampliamente difundido como música para aficionados, bien para guitarra, continuando con la tradición anterior, bien en forma de transcripción para piano y voz a partir del repertorio zarzuelístico. La
mayoría de los métodos y recopilaciones impresos en Madrid incluyen una “jota” como denominación genérica o, en el caso de recopilaciones pianísticas, “jota aragonesa” o “jota valenciana”. Entre ellos podemos señalar el Nuevo método elemental de Cifra, para aprender
a tocar por sí solo la guitarra, con los últimos adelantos hechos en este sistema, obra de
Matías de Jorge Rubio publicada en 1860, que contiene un “Modo práctico para aprender
el rasgueo de la guitarra. Contiene jota y fandango de rasgueo sencillo y doble”, o La música del pueblo. Colección de cantos españoles para piano, recopilados por Lázaro Núñez
Robres y publicados en 1866, que incluye varias jotas.
La popularidad de la Jota en el ámbito tradicional y festivo de Madrid fue creciendo a
lo largo del siglo XIX. El Romanticismo imperante en la época y el creciente gusto por los
viajes, por conocer nuevos países y apreciar sus manifestaciones más pintorescas dejó su
impronta en cartas y en los libros de viaje de la época. Así, encontramos referencias a la jota
de Madrid en escritos de viajeros ilustres: en 1845, el músico austriaco Franz Liszt, de viaje por España y Portugal, escribía a una amiga: “En Madrid […] hay bandas de ciegos que
tocan fandangos, boleros y jotas, ¡con modulaciones que le causarían a usted un entusiasmo sin igual!”; en 1874, el francés Charles Davillier, de viaje por España acompañado de
Gustavo Doré, describe las fiestas de san Isidro en Madrid, destacando que, en ellas, “en
cuanto a la música, se compone principalmente de jotas y algunos cantos madrileños que se
cantan con acompañamiento de guitarra y bandurria”. La popularización de la Jota y su reconocimiento como género tradicional hizo que sus acordes, sobre todo los de la jota aragonesa y valenciana, pasaran a los salones de música españoles y europeos.
A lo largo del siglo XIX y con continuidad en el XX, la Jota entró a formar parte de
los repertorios de las escuelas de danza, así como de las colecciones de cantos y bailes para
piano, siendo esto reflejo de las prácticas musicales afincadas tanto en la burguesía como
en la aristocracia, relacionadas con la “música de salón”.
Su aceptación creciente como baile tradicional animó también a su inserción en el ámbito escénico. Desde los últimos años del reinado de Fernando VII la Jota sube a los escenarios de Madrid, bien inserta en el teatro breve ilustrado, en sainetes, entremeses y, más
adelante, zarzuelas, bien como género independiente. En este último caso, se incluía dentro de los espectáculos y representaciones de danza española, en los que se bailaba sobre
todo jota aragonesa o valenciana.
En el siglo XX la Jota convivía en las fiestas y festejos con los “bailes agarraos”, por
lo que su interés fue decayendo. Tras la guerra civil y durante la dictadura, la Sección Femenina de la FET y de las JONS realizó un importante trabajo de recopilación y enseñanza de bailes y canciones populares; este trabajo impulsó la salvaguardia de la Jota y otros
géneros de música tradicional, pero los relegó al ámbito del folclorismo. La Jota fue perdiendo su presencia como cultura tradicional local, y se alimentó un proceso de decadencia
que ya se había iniciado con el éxodo a las grandes ciudades.
En la actualidad, los estudiosos de la música tradicional, los diferentes grupos de música folk, las asociaciones de coros y danzas y los grupos de acción local están procurando
la recuperación de este género tradicional, programando espectáculos, cursos y jornadas de
convivencia con las que se pretende ahondar en el conocimiento y difusión de las costumbre y formas de expresión popular de cada zona. En este punto, la Jota se convierte en el
motor de esta expresión popular y empieza a conseguir la atención de los más jóvenes.
A.4. Descripción y tipología de la manifestación.
La Jota es un género musical tradicional que se puede interpretar con toque, cante y/o baile.
En la Comunidad de Madrid, la Jota es interpretada por rondas, rondallas, peñas, grupos folclóricos, asociaciones o bandas de música. Su ritmo musical es el genérico de la jota,
compás ternario (3/4, 6/8 o 3/8 en versiones de zarzuelas), organizada en dos o tres partes:
estribillo, estrofa y, en su caso, espuela (otras denominaciones podrían ser copla y estribillo).
Se interpreta con instrumentos de cuerda (guitarra, bandurria, laúd, guitarrico, rabel); de
viento (gaita serrana, dulzaina, pito castellano, flauta), o percusión (castañuelas, pandera, al-

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