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Bien de interés cultural – Resolución de 6 de junio de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid, de la Feria del Libro de Madrid
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B.O.C.M. Núm. 145
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DE 2024
En 1936 se celebró la primera Feria con un carácter oficial. Participaron, entre otros, los
Ministerios de Industria y de Agricultura y se sumaron a las anteriores otras instituciones oficiales como la Academia de la Lengua o el Banco Central; la presencia de sus publicaciones
oficiales en las primeras ediciones de la Feria es claro precedente de su participación actual.
Las ferias celebradas durante estos años fueron reflejo de la socialización de la lectura en esta época, así como producto del ambiente cultural favorable creado por el gobierno.
En ellas se vendieron todo tipo de libros, cumpliendo así su propósito fundamental: poner
en contacto a toda la sociedad con el libro.
Tras la Guerra Civil, la situación fue difícil para el mundo editorial, tanto por la escasez de suministros y divisas como por tener que hacer frente al sistema censor, que condicionó buena parte de la producción editorial española.
La dictadura franquista supo reconocer la importancia de la Feria del Libro y se hizo
cargo de su organización a través del Instituto Nacional del Libro. En 1944 volvió a celebrarse, con el nombre de Feria Nacional del Libro, en el mismo espacio que las anteriores,
que entonces recibía el nombre de Avenida de Calvo Sotelo. El apoyo institucional se hace
patente con la presencia de varios miembros del gobierno, entre ellos el Ministro-Secretario Nacional del Movimiento, además del director del Instituto Nacional del Libro Español.
En ella participaron 80 expositores, entre editoriales, librerías, distribuidoras y organismos
oficiales. Se editó un catálogo y se organizaron actos culturales, además de una exposición
histórica del libro.
En 1945 la feria se desarrolló entre 27 de mayo y 10 de junio. Stanley Unwin, presidente de la Asociación de Editores de la Gran Bretaña y autor de un libro clásico en el mundo de la edición, La verdad sobre el negocio editorial, se paseó entre las casetas, que este
año fueron de estilo herreriano. Participó Radio Nacional y tuvieron representación las producciones de Argentina y Portugal.
En 1946 la Feria se trasladó a Barcelona, celebrándose del 9 al 25 de junio en el Paseo
de Gracia, para coincidir con la Feria Internacional de Muestras (volvería a la ciudad condal en 1952). En 1947 volvió a celebrarse en Madrid entre el 1 y el 14 de junio, se conmemoró el IV centenario del nacimiento de Cervantes y las casetas fueron de estilo gótico. La
del año 1948 tuvo lugar en Sevilla, entre el 14 y el 25 de abril, por petición expresa del
Ayuntamiento para conmemorar la conquista cristiana de la ciudad. Se instaló en el Paseo
Bécquer del Parque de María Luisa. En 1950 y en 1954 no hubo feria del libro.
En 1955 se celebró en Madrid entre el 29 de mayo y el 12 de junio, dedicando cada día
a un género literario. En 1956 hubo una tómbola de libros, muchos de ellos dedicados por
los autores, y las ganancias se dedicaron a servicios asistenciales y sociales de los empleados de librería. También se instalaron puestos de pájaros y flores y un taller de imprenta y
encuadernación para seguir el proceso de fabricación de los libros. El lema fue “Leamos
más”, y se vendieron libros por 4.800.000 de pesetas.
La Feria de 1957 tuvo una recaudación de 6.500.000 pesetas y la de 1958 estableció un
parque de lectura infantil al aire libre para fomentar los libros entre este público. En 1959 se
abrió un pabellón especial “De Feria a Feria” con la producción bibliográfica española, y se
instaló por primera vez una Feria del Libro Infantil.
El año siguiente, esta feria se desplazó al Paseo del Prado, próxima a la Plaza de Cibeles. Los editores se colocaron en el andén derecho y los libreros en el izquierdo. En 1961 se
instalaron casetas de ladrillo, volviendo en 1962 nuevamente a las de madera. Este año se
conmemoró el IV Centenario de las obras de Lope de Vega. En 1963 se contó con la participación de 71 libreros y distribuidores y 49 editoriales. La Feria se convirtió en un evento
muy popular, e incluso apareció en varias escenas de la mítica película El verdugo de Luis
García Berlanga en 1963.
En 1965 la Feria, celebrada entre el 26 de mayo y el 6 de junio, estableció por primera vez nuevos emplazamientos: plaza de España, glorieta de Cuatro Caminos, plaza de
Roma, y la en su día Avenida del Generalísimo, aparte del anteriormente denominado Paseo de Calvo Sotelo. Al año siguiente continuó su expansión por otros espacios de la ciudad como en la avenida de la Reina Victoria, en las calles Francisco Silvela y Ferrocarril y
en la Plaza de Peña Gorbea en Vallecas.
En 1967, ante la demanda de casetas por la expansión del sector editorial y librero, la
Feria se desplazó al Parque de El Retiro, celebrándose en el Salón del Estanque. La decisión no estuvo exenta de polémica por dejar el escenario previo, pero resultó ser acertada,
ya que el nuevo espacio gozaba de zonas verdes y con sombras y estaba alejado del tráfico
de coches. La edición de 1969 rindió homenaje a José Martínez Ruiz, Azorín, fallecido
unos meses antes.
Pág. 223
BOCM-20240619-58
BOCM
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DE 2024
En 1936 se celebró la primera Feria con un carácter oficial. Participaron, entre otros, los
Ministerios de Industria y de Agricultura y se sumaron a las anteriores otras instituciones oficiales como la Academia de la Lengua o el Banco Central; la presencia de sus publicaciones
oficiales en las primeras ediciones de la Feria es claro precedente de su participación actual.
Las ferias celebradas durante estos años fueron reflejo de la socialización de la lectura en esta época, así como producto del ambiente cultural favorable creado por el gobierno.
En ellas se vendieron todo tipo de libros, cumpliendo así su propósito fundamental: poner
en contacto a toda la sociedad con el libro.
Tras la Guerra Civil, la situación fue difícil para el mundo editorial, tanto por la escasez de suministros y divisas como por tener que hacer frente al sistema censor, que condicionó buena parte de la producción editorial española.
La dictadura franquista supo reconocer la importancia de la Feria del Libro y se hizo
cargo de su organización a través del Instituto Nacional del Libro. En 1944 volvió a celebrarse, con el nombre de Feria Nacional del Libro, en el mismo espacio que las anteriores,
que entonces recibía el nombre de Avenida de Calvo Sotelo. El apoyo institucional se hace
patente con la presencia de varios miembros del gobierno, entre ellos el Ministro-Secretario Nacional del Movimiento, además del director del Instituto Nacional del Libro Español.
En ella participaron 80 expositores, entre editoriales, librerías, distribuidoras y organismos
oficiales. Se editó un catálogo y se organizaron actos culturales, además de una exposición
histórica del libro.
En 1945 la feria se desarrolló entre 27 de mayo y 10 de junio. Stanley Unwin, presidente de la Asociación de Editores de la Gran Bretaña y autor de un libro clásico en el mundo de la edición, La verdad sobre el negocio editorial, se paseó entre las casetas, que este
año fueron de estilo herreriano. Participó Radio Nacional y tuvieron representación las producciones de Argentina y Portugal.
En 1946 la Feria se trasladó a Barcelona, celebrándose del 9 al 25 de junio en el Paseo
de Gracia, para coincidir con la Feria Internacional de Muestras (volvería a la ciudad condal en 1952). En 1947 volvió a celebrarse en Madrid entre el 1 y el 14 de junio, se conmemoró el IV centenario del nacimiento de Cervantes y las casetas fueron de estilo gótico. La
del año 1948 tuvo lugar en Sevilla, entre el 14 y el 25 de abril, por petición expresa del
Ayuntamiento para conmemorar la conquista cristiana de la ciudad. Se instaló en el Paseo
Bécquer del Parque de María Luisa. En 1950 y en 1954 no hubo feria del libro.
En 1955 se celebró en Madrid entre el 29 de mayo y el 12 de junio, dedicando cada día
a un género literario. En 1956 hubo una tómbola de libros, muchos de ellos dedicados por
los autores, y las ganancias se dedicaron a servicios asistenciales y sociales de los empleados de librería. También se instalaron puestos de pájaros y flores y un taller de imprenta y
encuadernación para seguir el proceso de fabricación de los libros. El lema fue “Leamos
más”, y se vendieron libros por 4.800.000 de pesetas.
La Feria de 1957 tuvo una recaudación de 6.500.000 pesetas y la de 1958 estableció un
parque de lectura infantil al aire libre para fomentar los libros entre este público. En 1959 se
abrió un pabellón especial “De Feria a Feria” con la producción bibliográfica española, y se
instaló por primera vez una Feria del Libro Infantil.
El año siguiente, esta feria se desplazó al Paseo del Prado, próxima a la Plaza de Cibeles. Los editores se colocaron en el andén derecho y los libreros en el izquierdo. En 1961 se
instalaron casetas de ladrillo, volviendo en 1962 nuevamente a las de madera. Este año se
conmemoró el IV Centenario de las obras de Lope de Vega. En 1963 se contó con la participación de 71 libreros y distribuidores y 49 editoriales. La Feria se convirtió en un evento
muy popular, e incluso apareció en varias escenas de la mítica película El verdugo de Luis
García Berlanga en 1963.
En 1965 la Feria, celebrada entre el 26 de mayo y el 6 de junio, estableció por primera vez nuevos emplazamientos: plaza de España, glorieta de Cuatro Caminos, plaza de
Roma, y la en su día Avenida del Generalísimo, aparte del anteriormente denominado Paseo de Calvo Sotelo. Al año siguiente continuó su expansión por otros espacios de la ciudad como en la avenida de la Reina Victoria, en las calles Francisco Silvela y Ferrocarril y
en la Plaza de Peña Gorbea en Vallecas.
En 1967, ante la demanda de casetas por la expansión del sector editorial y librero, la
Feria se desplazó al Parque de El Retiro, celebrándose en el Salón del Estanque. La decisión no estuvo exenta de polémica por dejar el escenario previo, pero resultó ser acertada,
ya que el nuevo espacio gozaba de zonas verdes y con sombras y estaba alejado del tráfico
de coches. La edición de 1969 rindió homenaje a José Martínez Ruiz, Azorín, fallecido
unos meses antes.
Pág. 223
BOCM-20240619-58
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