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Bien de interés cultural –  Resolución de 27 de febrero de 2024, para la incoación del expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, en la categoría de Conjunto de Bienes Muebles, del Relicario del Monasterio del Santísimo Sacramento de Religiosas Bernardas, en Boadilla del Monte (Madrid)
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BOCM
B.O.C.M. Núm. 62

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 13 DE MARZO DE 2024

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Considerando los datos anteriormente expuestos, así como las características estilísticas del mobiliario que conforma el espacio, de la decoración del techo y de los relicarios
que en él se contienen en su ubicación actual, se puede concluir que ya en 1616 debía de estar construido el Relicario y que tenía funciones de iglesia para celebrar la liturgia monástica, aunque con carácter provisional.
Leticia Verdú ha podido documentar que el Maestro Mayor Juan Gómez de Mora en 1621
dio unas trazas para la construcción de la iglesia del monasterio, pero no llegó a realizarse más
que una adaptación de las nuevas casas. Y piensa que es probable que los primeros trabajos en
el convento se hicieran siguiendo indicaciones dadas por este maestro. No en vano, solo dos años
antes se había concluido la construcción del palacio del duque de Uceda (1608-1613), diseñado
por Francisco de Mora y dirigido por Juan Gómez de Mora y Alonso Turrillo. En este sentido,
algunos autores opinan que este Relicario pudo haber sido obra de Juan Gómez de Mora.
El referido complejo monástico (a excepción de la Iglesia), fue demolido en 1979 y la
comunidad de religiosas se trasladó a su actual sede, un edificio de nueva construcción en
Boadilla del Monte. En él se reservó y diseñó específicamente un espacio para albergar el
Relicario; allí fueron trasladados todos los bienes que conforman el conjunto, incluidos los
paneles de madera que cubren sus paredes, que fueron adaptados, y las pinturas que decoran el techo. Así, actualmente la habitación relicario conserva las trazas originales de los
tiempos de su fundación; en ella se exponen las 259 piezas de diversa tipología y materiales, algunas de notable calidad artística, que han ido conformando la lipsanoteca desde su
origen en el siglo XVI hasta el siglo XX (por la inclusión de nuevas piezas, y sobre todo
por las modificaciones de algunas obras).
Aunque el culto cristiano a las reliquias se remonta a los primeros siglos de la Iglesia,
con el fin de honrar la memoria de los mártires, será después del Concilio de Trento cuando las reliquias despierten mayor interés. En este clima de renovación católica y exaltación
de los sentimientos religiosos, tuvo lugar un aumento del tráfico de reliquias y un auge de
la devoción hacia ellas, como manifestación de la presencia divina en un objeto material y
como afirmación de lo que el mundo protestante negaba, el poder de intercesión de los santos. En el decreto sobre imágenes y reliquias (Sesión XXV, de 3 de diciembre de 1563) se
exhortaba a los obispos a instruir a los fieles a la veneración de los cuerpos santos. Así, a
partir de este momento quedó definida la forma de ubicar, exponer y venerar las reliquias,
que luego desarrolló el cardenal Borromeo en su tratado de 1577.
Para las comunidades religiosas, el culto y la piedad a las reliquias de los santos era
una de las prácticas religiosas a las que se otorgaba mayor importancia. Es por ello que en
todos los conventos de clausura existe un gran número de reliquias, dispuestas en distintas
estancias. Sin embargo, no es tan frecuente la existencia de habitaciones o capillas dedicadas a la exposición de relicarios, ya que suelen encontrarse en conventos o monasterios de
fundación real, como La Encarnación o Las Salesas Reales, o fundados por personajes de
la alta nobleza, para quienes constituían un signo de prestigio, tal es el caso del Relicario
del Santísimo Sacramento o el de religiosas Jerónimas del Corpus Christi.

El Relicario del Monasterio del Santísimo Sacramento es una estancia de 11,75 m de
largo, 6,15 de ancho y 4,30 de alto, cuyas cuatro paredes están cubiertas por paneles de madera dorada, y cuya techumbre está decorada con pintura sobre lienzo. Dichos paneles y
lienzos, creados específicamente para dar forma a la estancia, junto con los diferentes bienes culturales procedentes de la evolución histórica del Relicario que en ella se guardan,
conforman el conjunto de bienes muebles objeto de protección. Para la elaboración del expediente de protección como Bien de Interés Cultural se ha llevado a cabo un inventario exhaustivo de los elementos reseñados.
El diseño de la estancia distribuye los paneles que forran las paredes en diversas calles
entre pilastras; en ellas se abren vanos y puertas, decorados con placas talladas reproduciendo formas geométricas y motivos vegetales estofados en rojo y verde, y se distribuyen ménsulas y estantes en los que se disponen los relicarios y el resto de los elementos. Es un importante conjunto mobiliario de principios del siglo XVII, pero con aspectos que hacen que
se encuadre en corrientes manieristas.
Las paredes norte y sur se estructuran en tres calles y dos cuerpos, el superior donde
se ubican las reliquias y el inferior a modo de basamento. En las calles laterales, flanqueadas por cuatro pares de pilastras estriadas, se abren sendas puertas adinteladas de dos batientes, decoradas con formas geométricas grabadas y sobre ellas dos ventanas con celosías
de formas geométricas. En el espacio entre las pilastras se sitúan tres ménsulas para colo-

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A.3. Descripción del Relicario