Alcalá de Henares (BOCM-20231129-29)
Urbanismo. Plan especial
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B.O.C.M. Núm. 284

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 29 DE NOVIEMBRE DE 2023

no actual, extremadamente individualista y sedentario: obesidad y sobrepeso, estrés, depresión, etc. No podemos tener a la infancia y juventud estática. El espacio público debe tener
una nueva configuración.
La “Guía para planificar ciudades saludables” redactado por el Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid, parte de dos pautas principales: promover estilos de vida saludables en la infancia y prevenir los ambientes
nocivos que tienen las ciudades. Las dos cosas se pueden hacer desde el diseño urbano. Dicha guía establece 3 líneas de acción fundamentales:
— Línea de acción 1: Una ciudad pensada para caminar, en la que se pueda llegar a los
sitios habituales andando, ya que es una actividad imprescindible para mejorar
nuestra salud física y mental, aparte de hacer más sostenible el planeta, junto con
la promoción de la bicicleta también como movilidad activa, y una reorganización
del reparto del espacio público en detrimento del vehículo motorizado privado.
Caminar implica salir del sedentarismo, favorecer la reducción de la obesidad de
las personas y las enfermedades cardiovasculares.
Para hacer posible que las personas caminen en sus barrios, es necesario que las
calles sean seguras frente a los accidentes de tráfico, sean confortables térmicamente (tanto en el invierno como en el verano), sean dinámicas (haya cosas que
ver y hacer), y sean atractivas, entre los requerimientos más destacados.
Por otro lado, es necesario realizar acciones acordes a las prioridades de la pirámide de la movilidad urbana, fomentando, por orden de prioridad, la movilidad a pie,
la movilidad en bicicleta y el transporte público. Para ello, es necesario replantear
el reparto del espacio público según estas prioridades.
Asímismo, será preciso reducir los riesgos de accidentes de las personas provocados por el tráfico, las caídas, y otros accidentes diversos que se pueden producir
en el espacio público de nuestros espacios urbanos.
Para ello habrá que considerar las diferencias respecto a las capacidades de las personas, bien sea simplemente por su edad, como por la pérdida temporal o progresiva de sus capacidades cognitivas, de orientación o de seguridad, en el espacio público. En una sociedad con alto porcentaje de personas mayores se considera la
necesidad de repensar las calles desde el punto de vista del envejecimiento activo,
para que puedan caminar y relacionarse con autonomía y sin riesgos reales o subjetivos. A su vez, es necesario orientar las ciudades hacia las necesidades de la infancia, tanto para una mayor movilidad activa (caminando y bicicleta) de esta población, como para la creación de más espacios de convivencia para estas edades.
— Línea de acción 2: Introducir la naturaleza en los barrios de la ciudad, ya que están
demostrados los grandes beneficios para la salud física y mental de las zonas verdes de proximidad, a lo que se añade su importante papel en la reducción de la
contaminación y la mejora del microclima urbano.
Las zonas verdes promueven la salud de las personas, ya que tienen beneficios físicos y psicológicos constatados respecto a su bienestar, sea cual sea su edad y
condición.
Para este objetivo, es necesario que las calles sean “calles-verdes”, con arbolado y
arbustos de sombra en sus aceras, que haya zonas de naturaleza distribuidas a pocos minutos de las zonas residenciales mediante recorridos accesibles y cortos
(para llegar en poco tiempo). Además, la introducción de soluciones de gestión del
ciclo del agua en la ciudad, también son idóneas y aconsejables y están englobadas en las denominadas “Soluciones basadas en la Naturaleza”.
El incremento de zonas verdes significará mejorar el microclima urbano y la calidad del aire. Las zonas verdes aportan oxígeno, retienen CO2 y partículas en suspensión de la atmósfera urbana, por lo que reducen las enfermedades respiratorias
y ayudan a regular microclimáticamente los golpes extremos de calor o frío de la
población, especialmente para grupos más vulnerables, como son la infancia y las
personas mayores.
Es importante también destacar los beneficios físicos y mentales de una adecuada
distribución, accesibilidad y tamaño de las zonas verdes, que puede ayudar a la reducción del consumo de fármacos y a la recuperación más rápida de los picos de
estrés que sufren las personas debido a las características de los ámbitos urbanos
(tráfico, ruido, etc.). También sería necesario considerar la importancia de que estas zonas verdes accesibles (de proximidad) estén unidas entre sí en forma de infraestructura verde, no solo desde el punto de vista ecológico sino también para

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