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Bien de interés cultural –  Resolución de 22 de mayo de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, de un conjunto de tres elementos escultóricos (dos figuras de putti y un sillar con relieves decorativos) que formaban parte del monumento funerario de don Diego de Avellaneda y doña Isabel de Proaño, Obra de Felipe Bigarny y taller
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 2 DE JUNIO DE 2023

B.O.C.M. Núm. 130

con el cabildo catedralicio la realización de uno de los grandes relieves que, a modo de
retablo, formarían parte de la decoración del trasaltar de la Catedral. Esta primera obra,
Cristo Camino del Calvario, fue terminada en tiempo y forma y le valió al escultor la contratación de otros dos paños con los que completar el trasaltar: La Crucifixión y El Descendimiento, que fueron terminados en el año 1503.
Tales trabajos, para los que el artista empleó un lenguaje nórdico de formas rigurosamente góticas de período tardío, tuvieron un importante eco e hicieron que su autor fuera
considerado como uno de los escultores de escultor con mayor prestigio entre la clientela
castellana. Así, Bigarny pasó a ser maestro de escultura y talla de la Catedral, lo que le supuso intervenir en importantes encargos como la realización, en colaboración con Diego de
Siloé, de los retablos, los sepulcros y la sillería del coro de la Capilla del Condestable; atendió también encargos para la Universidad de Salamanca, para la Catedral de Palencia, o la
Catedral Magistral de Alcalá de Henares, entre otras. En 1535 se trasladó a Toledo, para
cuya catedral realizó el retablo y otros elementos como la sillería del coro alto, en colaboración con Alonso de Berruguete. Su gran actividad le llevó a tener varios talleres en los
que trabajaban buenos colaboradores, entre ellos su propio hijo, Gregorio Pardo.
En el momento de firmar el contrato para la ejecución de los sepulcros de Avellaneda,
Bigarny ya había realizado otros trabajos similares en varias ciudades castellanas; entre
ellos, además de los sepulcros de los Condestables de Castilla en Burgos, el de don Pedro
González Manso, obispo de Osma, o los de don Pedro Loaysa y su mujer, en la Iglesia de
Santo Domingo de Talavera de la Reina; asimismo, en 1524 se le encargó que dictaminara
sobre el sepulcro del cardenal Cisneros.
Felipe Bigarny falleció en Toledo en 1542, sin que llegara a finalizar las obras funerarias de Espeja, uno de sus últimos trabajos de labra.
El encargo de D. Diego de Avellaneda, para la ejecución de su propio monumento funerario y el de sus padres fue firmado el 6 de octubre de 1536. En él se permitía a Bigarny
el aprovechamiento de los materiales que hubiera en el monasterio y el escultor se comprometía a finalizar los trabajos en 1538. El rastreo documental llevado a cabo por el Catedrático Fernando Marías añadió interesantes datos que permiten comprender todo el proceso:
en 1539 y dada su intensa actividad, Bigarny hubo de subcontratar al escultor Enrique
Maestrique para que hiciera las figuras de bulto del sepulcro; según documentación estudiada por la Profesora Isabel del Río, este realizó la figura orante del padre del obispo. A la
muerte de Bigarny, en 1542, el trabajo aún no estaba terminado, haciéndose cargo del mismo Juan de Gómez, que lo concluyó en 1543, quedando los sepulcros pendientes de su
montaje.
Ambos sepulcros fueron concebidos con gran riqueza ornamental y siguen una misma
tipología arquitectónica y decorativa, a la que Bigarny ya había acudido en otras ocasiones.
Según el contrato, el material empleado sería alabastro para figuras, molduras, frisos y el
resto de los adornos, y jaspe rojo para los fondos del arco, traspilares y fondo del basamento, combinación esta de tradición borgoñona muy utilizada por el taller del artista. La traza
estaba constituida por un gran nicho bajo arco escarzano que se levanta sobre un alto pedestal, con símbolos funerarios en la parte central y alegorías de las Virtudes en los lados;
en los extremos del pedestal, sendos putti sujetan pilastras decoradas a candelieri, rematando así su diseño. En el monumento de los padres, conforme al contrato, se dispuso en el hueco central la efigie orante del padre arrodillado, de tamaño natural, la madre quedaría sin
estatua; a izquierda y derecha del nicho arqueado, sendas figuras masculinas de pie, portando estandarte. Siguiendo al tratadista Diego de Sagredo, el arco estaba enmarcado con columnas abalaustradas, que soportan un entablamento clásico; sobre el entablamento se sitúa, en un tondo o medallón, la figura de la Virgen con el Niño y, en torno a ellos, figuras
de pequeños ángeles niños portando antorchas o tenantes con las armas del difunto.
Dentro de este esquema, y siguiendo el modelo del monumento funerario del Obispo
de Tuy y la documentación fotográfica conservada en el Instituto del Patrimonio Cultural
de España, los bienes objeto de protección ocuparían diferentes lugares en el sepulcro de
don Diego de Avellaneda y doña Isabel de Proaño: el sillar con los relieves decorativos formaría parte del alto pedestal, localizándose bajo la columna izquierda, y los ángeles niños
o putti se dispondrían sobre el entablamento, custodiando el tondo de la Virgen.
El conjunto de elementos escultóricos objeto de protección está formado por los siguientes bienes:
1. Ángel niño sentado a la derecha. Escultura de bulto redondo y vista frontal que representa a un niño sentado hacia la derecha, con las piernas cruzadas y con la cabeza vuelta hacia el frente del sepulcro. Desnudo y rollizo, con cabellos ondulados que el autor tra-

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