D) Anuncios - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20230602-65)
Bien de interés cultural – Resolución de 19 de mayo de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Sitio Científico, de la Estación de Comunicaciones por Satélite, en Buitrago del Lozoya (Madrid)
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 2 DE JUNIO DE 2023
B.O.C.M. Núm. 130
poco tiempo, ya que en el año 1970 se inauguró la segunda antena, Buitrago II, situada en
el extremo este del edificio, inauguración que fue recogida por los medios. Más adelante se
levantarían las antenas del sur de la estación. La escala de las cuatro antenas es notable: se
acercan los 30 metros de diámetro y cuentan con sala de instalaciones.
La obra se compone de una serie de cuerpos amalgamados, realizados en ladrillo cara
vista, a lo largo de un eje este-oeste que discurre en paralelo a la carretera M-137.
Según se recoge en la memoria de los propios arquitectos, el conjunto de edificios se
construyó según las técnicas usuales con albañiles de la región. La brevedad del plazo en
que debía realizarse la obra, las bajas temperaturas del invierno y la mayor facilidad para
encontrar albañiles que trabajaran el ladrillo, hizo que se decidieran a utilizar ese material.
La residencia y centro de estudios, lejos de la ciudad, en un ambiente de serenidad y
retiro, les sugirió a sus autores cierta analogía con un monasterio. Por otra parte, la necesidad de una torre para depósito de agua, la gran rotonda de la sala de control, el edificio de
fuerza con su masa compacta, y los terraplenes y muros de contención invitaban a un juego de volúmenes, fuertes y expresivos, evocadores de la arquitectura militar medieval.
De cara al frente de acceso, los cuerpos, de una y dos alturas, se arraciman en torno a
un hito vertical situado más o menos en el centro, la torre del depósito de agua. Dado que
la parcela, además, desciende desde la carretera en dirección norte-sur, en el alzado meridional, hacia los campos de las antenas de satélite, aparece, cuando resulta necesaria —en
el cuerpo de las residencias o debajo del claustro—, una planta bajo rasante. La impresión,
así, es doble: desde la carretera, lo que se observa es una serie de cuerpos bajos, que se adelantan o se retrasan de la vía de acceso, y que pierden altura a medida que se alejan del hito
central, mientras que desde el interior de la parcela, el inmueble se asemeja a los bastiones
de una ciudadela, conforme al interés de Cano Lasso y Ridruejo por la “arquitectura militar medieval”.
En cuanto a las antenas, pueden diferenciarse dos clases: por un lado, las de gran porte, las dos antenas originales, Buitrago I y Buitrago II, alineadas con la carretera M-137, así
como las de los campos que quedan al sur de la parcela; y por otro lado, un par de parabólicas de menor tamaño y construidas con posterioridad, tanto en el extremo oeste como en
las proximidades de la sala de control.
El visitante entra en la parcela y avanza en sentido norte-sur, hacia las antenas. A lo
largo de ese camino, se encuentra con diversos corredores en perpendicular, a derecha o izquierda, conforme a las trazas longitudinales del conjunto y paralelos a la carretera. Todos
los recorridos —con la salvedad del extremo de las residencias— quedan puntuados por la
aparición de cuerpos de escalera con iluminación natural.
Tras cruzar el pequeño puente que separa los volúmenes de la carretera, se encuentra una
protuberancia de ladrillo que nos enfrenta a un pórtico, rehundido 4 peldaños —unos 70 cm—
respecto a la cota de entrada. Tras ese primer filtro, se atraviesa un pequeño puente —que
sobrevolaba antes un pequeño estanque artificial, hoy sin agua— que conduce hacia el interior, hacia el espacio en doble altura del vestíbulo, al que se abre el balcón de la actual
sala de reuniones. La garita de la conserjería se ha cerrado por razones de seguridad.
Si el exterior es, sin excepción, una masa de ladrillo color tierra, hacia el interior predominan las superficies encaladas, blancas y lisas, rematadas en madera de pino en los petos y
pasamanos, y que contrastan con la coloración rojiza del plano de suelo, en origen de linóleo
y ahora de baldosas cerámicas color rojo oscuro. Las carpinterías del alzado son, en su inmensa mayoría —y, desde luego, en los lugares especialmente significados— de madera.
Si se desea seguir penetrando en el conjunto, hay dos caminos: hacia la izquierda —
hacia el este— o, de frente, de nuevo hacia el sur, hacia la sala de control. Si se toma el corredor que sale hacia la izquierda, aparecen, por este orden, la entrada a la sala de conferencias —con esa protuberancia curva que acompañaba al visitante hasta el pórtico de
entrada—, la cafetería a la derecha —de dos plantas— (en la que destaca el mantenimiento del antiguo falso techo de lamas de madera), y el claustro que acoge el patio, y que sugería a los arquitectos cierta «analogía con un monasterio». Ese espacio, con un sobrio y
muy cuidado falso techo realizado con rasilla vista, queda rodeado por la biblioteca, unos
despachos y las residencias.
La superficie del patio, originariamente realizada con un solado de ladrillo como el que
aún se conserva, por ejemplo, en algunas de las terrazas del ala este, fue sustituida por el
mismo suelo cerámico que puede verse en el resto del edificio. Además, se incorporaron
unos arriates en la antigua huella de las láminas de agua del atrio.
Si, de vuelta al vestíbulo de acceso, se opta por seguir de frente, de nuevo, hacia el sur,
se descienden 7 escalones —1,20 m, aproximadamente— hacia la sala de control, el actual
salón de actos. Este espacio, un gran mirador que avanza hacia los campos de las antenas,
BOCM-20230602-65
BOCM
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 2 DE JUNIO DE 2023
B.O.C.M. Núm. 130
poco tiempo, ya que en el año 1970 se inauguró la segunda antena, Buitrago II, situada en
el extremo este del edificio, inauguración que fue recogida por los medios. Más adelante se
levantarían las antenas del sur de la estación. La escala de las cuatro antenas es notable: se
acercan los 30 metros de diámetro y cuentan con sala de instalaciones.
La obra se compone de una serie de cuerpos amalgamados, realizados en ladrillo cara
vista, a lo largo de un eje este-oeste que discurre en paralelo a la carretera M-137.
Según se recoge en la memoria de los propios arquitectos, el conjunto de edificios se
construyó según las técnicas usuales con albañiles de la región. La brevedad del plazo en
que debía realizarse la obra, las bajas temperaturas del invierno y la mayor facilidad para
encontrar albañiles que trabajaran el ladrillo, hizo que se decidieran a utilizar ese material.
La residencia y centro de estudios, lejos de la ciudad, en un ambiente de serenidad y
retiro, les sugirió a sus autores cierta analogía con un monasterio. Por otra parte, la necesidad de una torre para depósito de agua, la gran rotonda de la sala de control, el edificio de
fuerza con su masa compacta, y los terraplenes y muros de contención invitaban a un juego de volúmenes, fuertes y expresivos, evocadores de la arquitectura militar medieval.
De cara al frente de acceso, los cuerpos, de una y dos alturas, se arraciman en torno a
un hito vertical situado más o menos en el centro, la torre del depósito de agua. Dado que
la parcela, además, desciende desde la carretera en dirección norte-sur, en el alzado meridional, hacia los campos de las antenas de satélite, aparece, cuando resulta necesaria —en
el cuerpo de las residencias o debajo del claustro—, una planta bajo rasante. La impresión,
así, es doble: desde la carretera, lo que se observa es una serie de cuerpos bajos, que se adelantan o se retrasan de la vía de acceso, y que pierden altura a medida que se alejan del hito
central, mientras que desde el interior de la parcela, el inmueble se asemeja a los bastiones
de una ciudadela, conforme al interés de Cano Lasso y Ridruejo por la “arquitectura militar medieval”.
En cuanto a las antenas, pueden diferenciarse dos clases: por un lado, las de gran porte, las dos antenas originales, Buitrago I y Buitrago II, alineadas con la carretera M-137, así
como las de los campos que quedan al sur de la parcela; y por otro lado, un par de parabólicas de menor tamaño y construidas con posterioridad, tanto en el extremo oeste como en
las proximidades de la sala de control.
El visitante entra en la parcela y avanza en sentido norte-sur, hacia las antenas. A lo
largo de ese camino, se encuentra con diversos corredores en perpendicular, a derecha o izquierda, conforme a las trazas longitudinales del conjunto y paralelos a la carretera. Todos
los recorridos —con la salvedad del extremo de las residencias— quedan puntuados por la
aparición de cuerpos de escalera con iluminación natural.
Tras cruzar el pequeño puente que separa los volúmenes de la carretera, se encuentra una
protuberancia de ladrillo que nos enfrenta a un pórtico, rehundido 4 peldaños —unos 70 cm—
respecto a la cota de entrada. Tras ese primer filtro, se atraviesa un pequeño puente —que
sobrevolaba antes un pequeño estanque artificial, hoy sin agua— que conduce hacia el interior, hacia el espacio en doble altura del vestíbulo, al que se abre el balcón de la actual
sala de reuniones. La garita de la conserjería se ha cerrado por razones de seguridad.
Si el exterior es, sin excepción, una masa de ladrillo color tierra, hacia el interior predominan las superficies encaladas, blancas y lisas, rematadas en madera de pino en los petos y
pasamanos, y que contrastan con la coloración rojiza del plano de suelo, en origen de linóleo
y ahora de baldosas cerámicas color rojo oscuro. Las carpinterías del alzado son, en su inmensa mayoría —y, desde luego, en los lugares especialmente significados— de madera.
Si se desea seguir penetrando en el conjunto, hay dos caminos: hacia la izquierda —
hacia el este— o, de frente, de nuevo hacia el sur, hacia la sala de control. Si se toma el corredor que sale hacia la izquierda, aparecen, por este orden, la entrada a la sala de conferencias —con esa protuberancia curva que acompañaba al visitante hasta el pórtico de
entrada—, la cafetería a la derecha —de dos plantas— (en la que destaca el mantenimiento del antiguo falso techo de lamas de madera), y el claustro que acoge el patio, y que sugería a los arquitectos cierta «analogía con un monasterio». Ese espacio, con un sobrio y
muy cuidado falso techo realizado con rasilla vista, queda rodeado por la biblioteca, unos
despachos y las residencias.
La superficie del patio, originariamente realizada con un solado de ladrillo como el que
aún se conserva, por ejemplo, en algunas de las terrazas del ala este, fue sustituida por el
mismo suelo cerámico que puede verse en el resto del edificio. Además, se incorporaron
unos arriates en la antigua huella de las láminas de agua del atrio.
Si, de vuelta al vestíbulo de acceso, se opta por seguir de frente, de nuevo, hacia el sur,
se descienden 7 escalones —1,20 m, aproximadamente— hacia la sala de control, el actual
salón de actos. Este espacio, un gran mirador que avanza hacia los campos de las antenas,
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