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Bien de interés cultural –  Resolución de 19 de mayo de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Sitio Científico, de la Estación de Comunicaciones por Satélite, en Buitrago del Lozoya (Madrid)
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BOCM
B.O.C.M. Núm. 130

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 2 DE JUNIO DE 2023

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treza —se graduó con el Premio Extraordinario Fin de Carrera—, tuviese una vida profesional relativamente tardía. Al igual que a tantos de sus coetáneos de la Escuela de Madrid,
la duración de los estudios de Arquitectura y el retraso provocado por la Guerra Civil le
abocaron a una madurez temprana.
Ya en su casa-estudio en La Florida, comenzada en 1956, se detectan temas que le
acompañarían durante el resto de su carrera. La riqueza ecológica de La Florida encontró
réplica en las viviendas de la madrileña calle Espalter (1959)
o en la Central de Comunicaciones de Buitrago del Lozoya. La estación fue además el inicio de un vínculo con Telefónica que fue artífice de obras tan notables como su futurista central del barrio de la Concepción (1972).
Tras realizar distintas obras —destaca el bloque residencial de la calle de la Basílica
(1971, con Blond y García Noreña)—, recibió una rápida sucesión de extensos encargos de
carácter educativo que realizó en asociación con antiguos discípulos, reclutados durante su
etapa docente en la Escuela. Por ejemplo, los centros de formación profesional en Salamanca, Vitoria y Pamplona (1972-1974, con Alberto Campo Baeza), o las universidades laborales de Logroño y Albacete (ambas de 1975, con Ramón Campomanes). Destacan en la serie dos obras opuestas y sin molde, hábiles lecturas del contexto local: la Universidad
Laboral de Almería (1974, con Campo, Más Guindal y Martín Escanciano), y la de Orense
(1975, con Sanz y Ortiz Carvajal).
Juan Daniel Fullaondo al revisar la trayectoria de Cano Lasso lo situó dentro de una
corriente común que se aventura a denominar como primer neorracionalismo español, en la
que identifica dos perfiles vitales y profesionales: uno más proclive a la exposición —encabezado por Sáenz de Oíza— y otro más propenso a la discreción —configurado por Asís
Cabrero, Rafael Aburto y Cano Lasso—. Fullaondo señala la actitud silenciosa de este último grupo como la causa de la menor difusión y resonancia pública de sus integrantes.
Antonio González-Capitel considera a Cano un arquitecto de “talante ecléctico” dentro de una generación —la de los titulados en los años cuarenta— cuyos integrantes tuvieron derivas diversas. Cano mantuvo siempre un equilibrio ponderado entre la actitud racionalista y la orgánica.
Juan Antonio Ridruejo se tituló en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en 1959 y,
tras obtener el reconocimiento como Doctor Arquitecto, realizó estudios de posgrado durante la década de los 1960 en la Universidad de Harvard, en el Master in City Planning.
Regresó a España, en 1963, y se incorporó a la Escuela de Arquitectura de Madrid para impartir diseño urbano.
En 1974, Ridruejo fue nombrado director técnico de Planeamiento metropolitano de
Coplaco, la Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de Madrid,
cargo que le condujo a liderar toda una serie de planes especiales. Asimismo, su interés en
el territorio y su capacidad de análisis y organización le llevó a trabajar como urbanista en el
diseño del planeamiento general de diversas ciudades españolas, como Madrid, Pamplona
y Granada, y a proyectar algunas de las urbanizaciones más reseñables de la Comunidad de
Madrid, como Somosaguas II, La Moraleja, Pradolargo, Montepríncipe, Monte Alina o Parquelagos.
Su especialización en diseño urbanístico también abarcó el desarrollo de sistemas
complejos de transporte, ferroviario y aeroportuario, como el planeamiento de comunicaciones para las estaciones de Chamartín y el Plan Atocha, o el del aeropuerto de MadridBarajas donde redactó el plan de la Ciudad Aeroportuaria y el Plan director.
Más allá de estas contribuciones al campo del urbanismo, acordes con su formación
académica, también abordó encargos en el campo de la edificación. Fue autor de una extensa producción de edificios singulares en la provincia de Madrid, entre los que destaca el del
Banco Santander en Azca, los clubes EEE Somosaguas y Parquelagos o la Embajada del
Congo en El Viso.

Proyectado y construido en muy pocos meses entre 1966 y 1967, el programa original
de la estación, según consta en la planimetría de época, contenía los siguientes usos: entrada, vestíbulo, sala de control, sala de planos, laboratorio, curas de urgencia, despachos, archivo, almacén, aseos, cocina, restaurante, guardarropas, sala de conferencias, seminario,
biblioteca, despacho de biblioteca, claustro, dormitorios, patio, transformadores, grupos de
fuerza, almacén y garaje.
El edificio y las antenas se concibieron como un todo único. En las primeras imágenes
del proyecto únicamente aparece una sola antena, Buitrago I, situación que cambiaría en

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3. Descripción del bien inmueble