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Bien de interés cultural –  Resolución de 18 de mayo de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, por la que se incoa el expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, de la pintura “La Anunciación”, realizada por Claudio Coello
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B.O.C.M. Núm. 130

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 2 DE JUNIO DE 2023

cual fue pintado en origen, se encuentra firmado y fechado en 1668, y sigue la composición
y personajes planteadas en el boceto, con algunas variaciones.
La escena queda enmarcada por un gran arco de medio punto alargado que apoya sobre columnas salomónicas exentas —en el lienzo final no aparecen—. El espacio superior,
con un fondo de cielo azul, está presidido por Dios padre bendiciendo, rodeado de un círculo azulado, con angelotes y querubines a sus pies. Seguidamente, en un plano inferior, se
sitúa la paloma blanca del Espíritu Santo, cercada de rayos resplandores; en torno al arco
asoman querubines y ángeles, algunos de ellos, como premonición de lo que será la pasión,
muestran los atributos, corona de espinas, palma y clavos.
La Virgen y el Ángel se sitúan en una zona media, hacia el centro de la composición.
Coello prescindió en este espacio central, entre ambas figuras, de la columna y entablamento que sí dispuso en el lienzo final. La Virgen, coronada de estrellas y bajo un cortinaje sostenido por angelitos a modo de dosel, está arrodillada sobre un estrado semicircular. Lleva
sus manos al pecho y se gira hacia el arcángel san Gabriel que, suspendido en el aire, e inclinado ante la Virgen le dirige la palabra, llevando en su mano izquierda la vara de azucenas, símbolo de pureza.
En la parte inferior, junto a escalones de la arquitectura fingida se disponen a ambos
lados sibilas y profetas que escribieron el misterio. Cuatro profetas del Antiguo Testamento se sitúan a la izquierda, dos de ellos (Isaías y Jeremías) portan tablillas con textos que vaticinan el nacimiento del Mesías. En la tablilla de Isaías se puede leer una de las profecías
relacionadas con el anuncio a la Virgen: “Ecce Virgo Concipiet …”, y en la de Jeremías se
lee con más dificultad: “Creatudo Minus …”. Los textos de estas tablillas se leen con claridad en el gran lienzo del retablo. En el lado opuesto y en un plano más profundo aparecen
las cuatro sibilas que hablaron de la venida del Salvador, su nacimiento y el padecimiento
de la pasión. De difícil identificación, una de ellas porta una filacteria en la que puede leerse “De Virgine”, una segunda aparece con turbante, y una tercera muestra a la cuarta sibila un cuadro con una imagen de la Inmaculada Concepción.
Coello sitúa a Moisés y a David fuera de la composición arquitectónica, delante de las
columnas de orden colosal y fuste liso. En el lado izquierdo sitúa Moisés con las tablas, y
en el extremo opuesto a David junto a la lira, ambos a modo de grisallas, y con tratamiento de estatuas. Dichas columnas y figuras no aparecen en el lienzo final del retablo. En las
enjutas del arco se incluyen asimismo dos figuras de las que el pintor prescindió en el lienzo final.
El tema encargado a Coello para el retablo de san Plácido fue la Encarnación del Hijo
de Dios, más conocido por la Anunciación, del Evangelio de san Lucas, capítulo 1, 26-38
(la misma iconografía del relieve escultórico que figura sobre la puerta de calle de entrada
a la iglesia del monasterio). El pintor interpretó este pasaje añadiendo complejidad e incorporando figuras como las sibilas, de tradición clásica; y los profetas del Antiguo Testamento, que predijeron la llegada del Mesías, dando una lectura a la obra cuyo significado sería
el cumplimiento de las profecías.
Para la creación de la imagen, Coello se inspiró en parte en el gran fresco de la Anunciación (desaparecido casi en su totalidad) del italiano Federico Zuccaro en la iglesia jesuítica de santa María de la Annunziata en Roma, una de las creaciones que Zuccaro rentabilizó con la reproducción de la pintura en una serie de grabados de 1571 del holandés Cornelis
de Cort, y otros posteriores. Se trataba de una iconografía religiosa inédita, una imagen de la
Contrarreforma romana, que se divulgó por el arte europeo.
Claudio Coello hubo de tener en cuenta el espacio destinado al gran lienzo del retablo
encargado a los madrileños De la Torre, adaptando a su formato vertical la composición horizontal de Zuccaro grabada por Cort. Zuccaro se alejaba del tratamiento intimista descrito
en el Nuevo Testamento y Coello, siguiéndole, introduce las mismas imágenes: en la parte
superior Dios Padre, la Paloma del Espíritu Santo y cortejos de ángeles; en la parte inferior,
profetas y las sibilas —añadidas estas por Coello— y hacia el centro la escena de la Anunciación y el ángel, alejada del tratamiento habitualmente intimista.
Manteniendo el mismo contenido doctrinal, Coello lo interpreta en clave barroca, desapareciendo la simetría y separación de espacios del pintor italiano. Acude el madrileño a
una composición barroca, tanto por la tensión en la disposición vertical de los tres registros
de la obra, como por las diagonales de profundidad que crea con la arquitectura, los grupos
de personas en distintos planos y el tratamiento de luces con el que juega y unifica espacios. Idéntica esencia barroca tienen el movimiento de todas las figuras y sus ropajes, las
columnas salomónicas vistas a contraluz y la luminosa escena.
Además de este boceto previo, se conocen otros dos, también en colección privada, así
como un dibujo preparatorio para la figura de Dios Padre. Los tres bocetos tienen medidas

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