C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA Y TURISMO (BOCM-20210531-32)
Bien de interés cultural –  Decreto 70/2021, de 26 de mayo, del Consejo de Gobierno, por el que se declara Bien de Interés Patrimonial de la Comunidad de Madrid la iglesia parroquial de San Matías, en Hortaleza (Madrid)
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
LUNES 31 DE MAYO DE 2021

B.O.C.M. Núm. 128

za en un pueblo dormitorio. Sin embargo, todavía en los años setenta del siglo XX, se conservaban en el casco antiguo varias casas construidas en ladrillo con algún elemento de estilo
neomudéjar, fechables en el siglo XIX, lo que le confería un aspecto original característico.
Actualmente la mayor parte de esas primitivas casas han sido modificadas o sustituidas por viviendas modernas de pisos, aunque se conservan algunos ejemplos aislados, casas de ladrillo visto, a veces encaladas, siguiendo el tipo tradicional de una o dos plantas,
con fachada en la que se abre una puerta adintelada y uno o dos vanos, y algún detalle decorativo de tradición mudéjar. Además, analizando el plano catastral de 1879 y el de F. Cañada del año 1900, se puede observar como aún hoy se mantiene parte del trazado urbano
del antiguo pueblo de Hortaleza, constituido por un eje principal formado por la calle que
conduce a la iglesia desde el palacio de Buenavista, hoy Mar Caspio y Mar de Bering, la
calle Mar Negro y Mar Amarillo y, arrancando de estas vías de comunicación, pequeñas calles secundarias.
En el extremo este de la antigua calle de la Iglesia se localiza la Plaza de la Iglesia, un
espacio que ya se refleja en los planos históricos antes citados, y a la que se abre la fachada principal de la iglesia de San Matías aislada de edificios, tal y como se proyectó en 1878,
dejando una plaza rectangular delante de la fachada de los pies, conformada por varias
construcciones de ladrillo.
Estos edificios que forman la plaza y la calle junto a la fachada sur de la iglesia, pertenecieron al antiguo convento y noviciado de los Padres Paúles, levantado en lo que fue la
Quinta de Torrepilares, de la que existen noticias desde el siglo XVII, adquirida por la orden para acoger a los estudiantes de filosofía y como casa de labranza. En principio, los frailes aprovecharon los edificios existentes en la finca, hasta que en 1934 se construyó un gran
edificio con doble finalidad conventual y educativa, quedando las anteriores construcciones como auxiliares.
Estas edificaciones, que en el año 2016 fueron objeto de un preciso estudio arqueológico, aparecen descritas en la escritura de compraventa fechada en 1896, en la que se citan
“dos casas destinadas a vivienda, bodega y cochera; otra casa de recreo con jardín y huerta; una casa tahona con dependencias de cuadra y pajar y un pajar unido a ella”. En el Registro de la Propiedad del año 1947 se describe como finca urbana compuesta de casa, bodega, cuadra, pajares y otras dependencias con jardín y huerta. Una vez adquiridas por los
Padres Paúles, sufrieron reformas tanto en sus dimensiones como en su distribución en sucesivas fases a lo largo del tiempo, y en los primeros años del siglo XX se llevaron a cabo
transformaciones en la parcelación dando lugar a las fachadas actuales realizadas con fábrica de ladrillo visto continuo.
Frente a la cabecera de la iglesia, separada por la actual calle del mar Adriático, se localiza el antiguo cementerio de la población, que mantiene la parte primitiva de ladrillo, de
finales del siglo XIX.
Con respecto a la iglesia parroquial de la villa, se sabe que con anterioridad al templo
actual existía en Hortaleza un primitivo templo que fue derribado en el año 1850 debido a
su estado de ruina, razón por la que en 1858 se encargó al arquitecto Blas Crespo un proyecto para construir un nuevo edificio. Los trabajos se iniciaron ese mismo año llegándose
a construir los cimientos, pero pronto se paralizaron por falta de recursos económicos. Más
tarde, en 1864, se mandó ejecutar un nuevo proyecto al arquitecto diocesano Francisco Enríquez Ferrer; este, aprovechando los cimientos del anterior, realizó una propuesta más económica a costa de restar capacidad al edificio, pero tampoco se llevó a cabo debido a la lentitud en la tramitación del expediente. Finalmente, en 1877, el arzobispado de Toledo,
impulsado por la princesa de Asturias doña Isabel de Borbón, encargó la obra a su nuevo
arquitecto diocesano, Enrique María Repullés y Vargas, que presentó un tercer proyecto ese
mismo año.
M. Carderera, contemporáneo de Repullés, expone los condicionantes a los que tuvo
que someterse el nuevo proyecto: disminuir en lo posible el coste del edificio, aprovechar
los cimientos adaptándose al perímetro de nave única ya construido y levantar un templo
de mayor capacidad, de manera que fuese más adecuado a las necesidades de la población
que había aumentado en los últimos años. Además, debía dejar una plaza delante del templo y calles espaciosas a los lados para que no entorpeciesen el tránsito de carros. La construcción comenzó el 4 de abril de 1878 y terminó el 31 de mayo de 1879.
El propio arquitecto, en su escrito sobre las obras realizadas para la diócesis de Toledo,
expone “… he dispuesto una sola nave que comprende todo el recinto de los actuales cimientos resultando una superficie de 210 metros cuadrados, ó sea espacio para más de 650 personas. Dispongo en forma rectangular, casi cuadrada, la Capilla mayor, lo cual permite mayor ensanche con menor coste que un ábside circular, y a sus dos costados sitúo la Sacristía

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