Consejería De Educación, Ciencia Y Formación Profesional. Educación De Adultos. (2024040128)
Decreto 82/2024, de 23 de julio, por el que se establecen la ordenación y el currículo de la Educación Secundaria para personas adultas en la Comunidad Autónoma de Extremadura.
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NÚMERO 146
Lunes 29 de julio de 2024
37710
En la etapa de la Educación Secundaria para Personas Adultas, el alumnado ha de desarrollar las distintas actividades
y estrategias comunicativas de la lengua extranjera de forma progresivamente autónoma. Las situaciones de
aprendizaje deben permitir la integración de estas actividades y estrategias en contextos comunicativos reales o en
escenarios que los reproduzcan. Estas situaciones han de favorecer que el alumnado ponga en práctica la comprensión, la
producción y la interacción de manera conjunta.
La progresión lógica de estas actividades y estrategias debería partir de situaciones guiadas y adecuadas al nivel de
lengua del alumnado para ir aumentando progresivamente la dificultad, atendiendo a propósitos comunicativos cada
vez más concretos que amplíen su repertorio lingüístico, su autonomía en situaciones comunicativas en lengua
extranjera y la mejora de sus capacidades comunicativas tanto en castellano como en la lengua extranjera. En
consonancia con lo anterior, las situaciones deben ser abiertas y partir de un tratamiento integrado de las lenguas, de
forma que generen una base que procure un progreso constante, efectivo, creativo y progresivamente autónomo de
los conocimientos, destrezas y actitudes a partir de sus propios aprendizajes y experiencias.
Evaluación
La práctica educativa se ve condicionada por la evaluación, un aspecto que debe ser concebido no sólo como garante
de la adquisición de competencias sino también como un instrumento de mejora permanente que implique a todos
los participantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En las distintas situaciones de aprendizaje se desarrollarán procesos de evaluación continua, diferenciados en función
de los distintos momentos de la secuencia de aprendizaje, pero todos con procedimientos comunes de observación y
análisis. En los momentos iniciales nos permitirán situar a cada participante y hacerlos conscientes del punto de
partida para ajustar la respuesta educativa. Durante el desarrollo de estas situaciones, la evaluación irá destinada a
mejorar la gestión del estudiante de su propio proceso, en el que la retroalimentación constituirá un elemento
primordial para la autorregulación del aprendizaje, de las emociones y la motivación. Al final de la secuencia de
aprendizaje, la elaboración de determinados productos nos permitirá concretar el nivel de logro en la adquisición de
las competencias específicas y la evaluación de la práctica docente nos ayudará a construir estrategias de mejora.
Las propuestas pedagógicas habrán de combinar los diferentes tipos de evaluación: la heteroevaluación, realizada por
el profesorado sobre el alumnado; la autoevaluación, que supone la evaluación del alumnado a sí mismo, de forma
que pueda tomar conciencia de su proceso de aprendizaje y sea progresivamente más responsable de ese proceso; y
la coevaluación, que supone la evaluación del alumnado a sus iguales y que debe desarrollarse en un ambiente de
respeto y empatía.
El proceso de aprendizaje tenderá a ser cada vez más autónomo conforme el alumnado se adueñe de recursos válidos
para autoevaluarse y, por tanto, autorregularse. De igual manera, las actividades de coevaluación, suscritas a criterios
definidos, refuerzan las habilidades de análisis, facilitan el intercambio de estrategias de aprendizaje y permiten trabajar
el trabajo de los pares.
La incorporación de herramientas digitales en el proceso de evaluación abre todo un abanico de posibilidades, tanto
para la autoevaluación (revisión de trabajos propios, actividades de autocorrección, etc.) como para la coevaluación
(mediante paneles, repositorios, foros, etc.) que el profesorado puede utilizar como una fuente de información más
sobre los progresos tanto individuales como grupales de su alumnado. Compartir las pautas de trabajo planificadas
para una situación de aprendizaje es un aspecto clave en la evaluación, en la medida en que está información involucra
significativamente a alumnos y alumnas tanto en las acciones que deben realizarse como en las competencias que
tratan de consolidarse.
Por otro lado, la evaluación del Ámbito de Comunicación deberá desarrollarse aplicando las técnicas, herramientas e
instrumentos que faciliten la evaluación de la actividad pedagógica y didáctica que se desarrolla en el aula, para
constatar qué aspectos han favorecido el aprendizaje y en qué otros se podrían incorporar cambios y mejoras. Además
de la necesaria reflexión analítica personal y de la observación de los productos obtenidos, conviene proporcionar
herramientas más o menos formales (desde observaciones espontáneas hasta encuestas o cuestionarios) para que el
alumnado pueda también valorar, de manera periódica, los aspectos del acompañamiento docente que producen
mejores resultados, así como aquellos otros que presentan puntos débiles y son susceptibles de mejora. En función
de ello, se podrán tomar decisiones y modificar o somatizar, en su caso, los aspectos de la programación que se
consideren oportunos.
Lunes 29 de julio de 2024
37710
En la etapa de la Educación Secundaria para Personas Adultas, el alumnado ha de desarrollar las distintas actividades
y estrategias comunicativas de la lengua extranjera de forma progresivamente autónoma. Las situaciones de
aprendizaje deben permitir la integración de estas actividades y estrategias en contextos comunicativos reales o en
escenarios que los reproduzcan. Estas situaciones han de favorecer que el alumnado ponga en práctica la comprensión, la
producción y la interacción de manera conjunta.
La progresión lógica de estas actividades y estrategias debería partir de situaciones guiadas y adecuadas al nivel de
lengua del alumnado para ir aumentando progresivamente la dificultad, atendiendo a propósitos comunicativos cada
vez más concretos que amplíen su repertorio lingüístico, su autonomía en situaciones comunicativas en lengua
extranjera y la mejora de sus capacidades comunicativas tanto en castellano como en la lengua extranjera. En
consonancia con lo anterior, las situaciones deben ser abiertas y partir de un tratamiento integrado de las lenguas, de
forma que generen una base que procure un progreso constante, efectivo, creativo y progresivamente autónomo de
los conocimientos, destrezas y actitudes a partir de sus propios aprendizajes y experiencias.
Evaluación
La práctica educativa se ve condicionada por la evaluación, un aspecto que debe ser concebido no sólo como garante
de la adquisición de competencias sino también como un instrumento de mejora permanente que implique a todos
los participantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En las distintas situaciones de aprendizaje se desarrollarán procesos de evaluación continua, diferenciados en función
de los distintos momentos de la secuencia de aprendizaje, pero todos con procedimientos comunes de observación y
análisis. En los momentos iniciales nos permitirán situar a cada participante y hacerlos conscientes del punto de
partida para ajustar la respuesta educativa. Durante el desarrollo de estas situaciones, la evaluación irá destinada a
mejorar la gestión del estudiante de su propio proceso, en el que la retroalimentación constituirá un elemento
primordial para la autorregulación del aprendizaje, de las emociones y la motivación. Al final de la secuencia de
aprendizaje, la elaboración de determinados productos nos permitirá concretar el nivel de logro en la adquisición de
las competencias específicas y la evaluación de la práctica docente nos ayudará a construir estrategias de mejora.
Las propuestas pedagógicas habrán de combinar los diferentes tipos de evaluación: la heteroevaluación, realizada por
el profesorado sobre el alumnado; la autoevaluación, que supone la evaluación del alumnado a sí mismo, de forma
que pueda tomar conciencia de su proceso de aprendizaje y sea progresivamente más responsable de ese proceso; y
la coevaluación, que supone la evaluación del alumnado a sus iguales y que debe desarrollarse en un ambiente de
respeto y empatía.
El proceso de aprendizaje tenderá a ser cada vez más autónomo conforme el alumnado se adueñe de recursos válidos
para autoevaluarse y, por tanto, autorregularse. De igual manera, las actividades de coevaluación, suscritas a criterios
definidos, refuerzan las habilidades de análisis, facilitan el intercambio de estrategias de aprendizaje y permiten trabajar
el trabajo de los pares.
La incorporación de herramientas digitales en el proceso de evaluación abre todo un abanico de posibilidades, tanto
para la autoevaluación (revisión de trabajos propios, actividades de autocorrección, etc.) como para la coevaluación
(mediante paneles, repositorios, foros, etc.) que el profesorado puede utilizar como una fuente de información más
sobre los progresos tanto individuales como grupales de su alumnado. Compartir las pautas de trabajo planificadas
para una situación de aprendizaje es un aspecto clave en la evaluación, en la medida en que está información involucra
significativamente a alumnos y alumnas tanto en las acciones que deben realizarse como en las competencias que
tratan de consolidarse.
Por otro lado, la evaluación del Ámbito de Comunicación deberá desarrollarse aplicando las técnicas, herramientas e
instrumentos que faciliten la evaluación de la actividad pedagógica y didáctica que se desarrolla en el aula, para
constatar qué aspectos han favorecido el aprendizaje y en qué otros se podrían incorporar cambios y mejoras. Además
de la necesaria reflexión analítica personal y de la observación de los productos obtenidos, conviene proporcionar
herramientas más o menos formales (desde observaciones espontáneas hasta encuestas o cuestionarios) para que el
alumnado pueda también valorar, de manera periódica, los aspectos del acompañamiento docente que producen
mejores resultados, así como aquellos otros que presentan puntos débiles y son susceptibles de mejora. En función
de ello, se podrán tomar decisiones y modificar o somatizar, en su caso, los aspectos de la programación que se
consideren oportunos.