Consejería De Cultura, Turismo Y Deportes. Bienes De Interés Cultural. (2023061200)
Resolución de 31 de marzo de 2023, de la Consejera, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor del "Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida" de la localidad de Mérida (Badajoz), con carácter de Patrimonio Cultural Inmaterial.
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NÚMERO 68
Martes 11 de abril de 2023

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regionales (la Junta de Extremadura) y locales (Diputaciones provinciales y Ayuntamiento),
además de algunas entidades crediticias vinculadas a la región.
La respuesta del público y difusión del Festival.
Que el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida rebosa los límites de los ciudadanos
emeritenses queda probado en la asistencia de público, como demuestran los datos de las
últimas ediciones que muestran además un incremento exponencial del número de asistentes
a las representaciones, pues se ha pasado de unos 45.600 espectadores, en 2011, a los cerca
182.000 espectadores aproximadamente en 2019.
La larga duración del festival ha sido período suficiente para que esta identidad de la sociedad
emeritense se reconozca mundialmente a través de distintos cauces de difusión y que forme
parte indisoluble del conocimiento de la propia ciudad. La personalidad de una ciudad que, en
pleno siglo XXI, revive, interpreta y encarna una suerte de helenismo cultural.
La extensión del Festival.
La fortaleza del Festival de Teatro clásico de Mérida ha favorecido que este se extienda a otras
localidades como Medellín, Casas de Reina, Madrid, Salobreña y Coímbra, entre otras.
Los clásicos siguen entre nosotros.
En todo el mundo se siguen leyendo y contemplando las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, y las de Séneca, y las de quienes mejor supieron “leer” y “revitalizar” a los clásicos
grecolatinos: Cervantes, Shakespeare, Corneille, Racine, Giraudoux, Cocteau, Unamuno, etc.
El concepto de “clásico” parece definible con absoluta sencillez: todo lo que tiene suficiente
clase como para ser estimado y admirado siempre, hasta el punto de convertirse en paradigma de unos valores cuya vigencia es intemporal. Por eso son clásicos Homero y Virgilio, los
tragediógrafos griegos y Séneca, Dante y Petrarca, Camões y Milton, Shakespeare y Racine,
Cervantes y Calderón; en fin, una larga nómina.
Los griegos inventaron la tragedia y, aunque entre aquéllos y Racine o Unamuno, por ejemplo,
las diferencias sean muy profundas y el público muy diferente, la naturaleza humana sigue
siendo la misma y los conflictos muy parejos. Básicamente se reducen a los nacidos de las dos
grandes sagas helenas, la de los “atridas” y la de los “labdácidas”.
En el Canto XIX de la Ilíada, 257-263, cuando Agamenón devuelve a Briseida a Aquiles, jura
que se la devuelve intacta con los siguientes términos: “Sea testigo primero Zeus, el dios
más sublime y excelso, y también la Tierra, el Sol y las Erinias, que bajo tierra castigan a las
gentes que prestan juramento en falso, de que nunca he puesto la mano sobre la joven Brisei-