Consejería De Cultura, Turismo Y Deportes. Bienes De Interés Cultural. (2021063779)
Resolución de 29 de noviembre de 2021, de la Consejera, por la que se incoa expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, a favor de la localidad de Alcántara, con la categoría de sitio histórico.
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NÚMERO 240
Jueves, 16 de diciembre de 2021
59240
nos de los Reyes Católicos. A partir de este momento, el papel tan importante de las órdenes
militares irá pasando a un segundo plano. Prueba más que significativa de este decaimiento
será la suspensión, en 1574, de las obras del convento de San Benito que había comenzado
a edificarse en 1505.
En todo este período, es evidente que la población debió aumentar. Se establecieron en la villa
caballeros y allegados a ellos, de familias tan ilustres como las de los Roco, Perero, Oviedo,
Topete, Barrantes, Cabrera, Acosta, etc. Algunos de estos linajes llegaban desde Portugal y
estaban ligados, de un modo u otro, al maestre de origen luso frey Martín Yánez de Barbudo
(1385-1394), si bien, el estamento de los caballeros suponía sólo un 10 % de la población,
de tal modo que, en 1432, eran 90 caballeros sobre 700 vecinos y, en 1479, eran 64 sobre
748 vecinos.
Muchas de estas familias comenzaron a edificar magníficas mansiones. La zona de la plaza fue
para ello una de los espacios más codiciados. En ella se instalaron, no sólo la iglesia principal,
sino también, a finales del siglo XV, los edificios más representativos del poder civil, la casa
del Ayuntamiento y Audiencia, y la cárcel.
Otro colectivo importante será la población judía de Alcántara, que debió ser considerable y
muy influyente, circunstancia que motivó que esta comunidad se convirtiera en Aljama. La comunidad hebrea se asentó en las angostas y empinadas calles Pacheco, Balconcito, Soledad…,
todas ellas con un trazado irregular, con una arquitectura de gran uniformidad.
Ya en el siglo XVI, entre los años 1510 y 1580, gracias al impulso y apoyo económico tanto
de los monarcas administradores de la Orden de Alcántara y sus comendadores, como de sus
propios vecinos, se inicia un período de esplendor en el terreno urbanístico y arquitectónico
que va a modificar sensiblemente el trazado de sus calles y plazas con numerosas obras civiles y religiosas. Este impulso constructivo va a suponer la configuración de una nueva villa en
lo que antes eran los arrabales de la Villa Vieja. Alcántara se llenará de conventos, palacios y
edificios de marcado carácter nobiliario.
De la arquitectura privada alcantarina nos han llegado importantes ejemplos. Se trata generalmente de casas o palacios de los más importantes linajes de la villa, la inmensa mayoría de
ellos ligados de algún modo a la Orden de Alcántara.
En definitiva, partiendo de la plaza, la población se desarrolló longitudinalmente entre los
siglos XIII y XVI en una maraña de calles, dominada por tres importantes ramales que atravesaban de un lado a otro el caserío y que iban prácticamente desde la fortaleza hasta la
puerta de la Magdalena, también conocida como puerta de la Concepción. Dichos ejes eran
los formados por:
La calle de la Zapatería, que corría paralela al muro sur y que, tras pasar por la plaza de la
Corredera, cambiaba su nombre por el de San Antón.
Jueves, 16 de diciembre de 2021
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nos de los Reyes Católicos. A partir de este momento, el papel tan importante de las órdenes
militares irá pasando a un segundo plano. Prueba más que significativa de este decaimiento
será la suspensión, en 1574, de las obras del convento de San Benito que había comenzado
a edificarse en 1505.
En todo este período, es evidente que la población debió aumentar. Se establecieron en la villa
caballeros y allegados a ellos, de familias tan ilustres como las de los Roco, Perero, Oviedo,
Topete, Barrantes, Cabrera, Acosta, etc. Algunos de estos linajes llegaban desde Portugal y
estaban ligados, de un modo u otro, al maestre de origen luso frey Martín Yánez de Barbudo
(1385-1394), si bien, el estamento de los caballeros suponía sólo un 10 % de la población,
de tal modo que, en 1432, eran 90 caballeros sobre 700 vecinos y, en 1479, eran 64 sobre
748 vecinos.
Muchas de estas familias comenzaron a edificar magníficas mansiones. La zona de la plaza fue
para ello una de los espacios más codiciados. En ella se instalaron, no sólo la iglesia principal,
sino también, a finales del siglo XV, los edificios más representativos del poder civil, la casa
del Ayuntamiento y Audiencia, y la cárcel.
Otro colectivo importante será la población judía de Alcántara, que debió ser considerable y
muy influyente, circunstancia que motivó que esta comunidad se convirtiera en Aljama. La comunidad hebrea se asentó en las angostas y empinadas calles Pacheco, Balconcito, Soledad…,
todas ellas con un trazado irregular, con una arquitectura de gran uniformidad.
Ya en el siglo XVI, entre los años 1510 y 1580, gracias al impulso y apoyo económico tanto
de los monarcas administradores de la Orden de Alcántara y sus comendadores, como de sus
propios vecinos, se inicia un período de esplendor en el terreno urbanístico y arquitectónico
que va a modificar sensiblemente el trazado de sus calles y plazas con numerosas obras civiles y religiosas. Este impulso constructivo va a suponer la configuración de una nueva villa en
lo que antes eran los arrabales de la Villa Vieja. Alcántara se llenará de conventos, palacios y
edificios de marcado carácter nobiliario.
De la arquitectura privada alcantarina nos han llegado importantes ejemplos. Se trata generalmente de casas o palacios de los más importantes linajes de la villa, la inmensa mayoría de
ellos ligados de algún modo a la Orden de Alcántara.
En definitiva, partiendo de la plaza, la población se desarrolló longitudinalmente entre los
siglos XIII y XVI en una maraña de calles, dominada por tres importantes ramales que atravesaban de un lado a otro el caserío y que iban prácticamente desde la fortaleza hasta la
puerta de la Magdalena, también conocida como puerta de la Concepción. Dichos ejes eran
los formados por:
La calle de la Zapatería, que corría paralela al muro sur y que, tras pasar por la plaza de la
Corredera, cambiaba su nombre por el de San Antón.