Otras Resoluciones. Consejería De Cultura, Turismo Y Deportes. Bienes De Interés Cultural.- (2021060916)
Resolución de 24 de marzo de 2021, de la Consejera, por la que se incoa expediente de Declaración de Bien de Interés Cultural a favor de "La Montería y la Rehala en Extremadura" con carácter de Patrimonio Cultural Inmaterial.
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NÚMERO 62
Lunes, 5 de abril de 2021

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En el siglo XVII, Martínez de Espinar, en su obra “Arte de Ballestería y Montería”, distinguía los
tipos de caza. La montería y la ballestería serían la caza mayor; la volatería de aves se podría
asimilar a la caza menor; y la "chuchuería" o "fullería mañosa" se refería a la caza mediante
utilización de redes y lazos. Durante la Edad Moderna se sigue asimilando el término montería
con la caza mayor.
En el siglo XVIII y en el aspecto didáctico de los libros venatorios, hay que destacar la obra de
Juan Manuel de Arellano: “El cazador instruido, arte de catre opera y perro, a pie y a caballo:
que contiene todas las reglas condiciones al perfecto cimiento de este exercicio”. Estamos
ante un completo catálogo en el que se describen distintos tipos de caza, cobro de pieza,
perros, etc.
José de Argullol (1884) se refiere a la división de clases dentro de la cinegética y los lugares
ocupados por cada estamento. También, a finales del siglo XIX, señala esa división entre clases de cazadores, junto con modalidades y tipos de caza.
A partir del siglo XIX, el régimen que regía la caza empieza a cambiar. Si durante la Edad
Media y la Edad Moderna la venatoria era privilegio de unas clases privilegiadas, la caída del
Antiguo Régimen trajo consigo una apertura.
En el siglo XIX y comienzos del XX aparecen escritos de cazadores europeos sobre su experiencia venatoria en España. Transmiten la imagen de un país con abundancia de caza y
permisividad en su captura. Destacan los escritos del británico R. Ford (1840), “Una cacería
en el Coto Doñana” y “Manual para viajeros por España y lectores en casa” (1845). Destacan
también la obra de Chapman y Buck, “Wild Spain” (1893) y “Unexplored Spain” (1910).
López Ontiveros (1991) señala que no fue hasta el siglo XIX cuando los privilegios cinegéticos
disminuyen y la caza se abre al resto de la sociedad. Las Cortes de Cádiz abolieron el privilegio de la caza, y en 1837 por “Real Orden de dos de febrero”, se establece que “todos los
españoles pueden cazar”. En 1879 se aprueba la primera “Ley General de Caza”.
López Ontiveros (1991) dedica un apartado a lo que denomina “montería romántica”. La ubica
a finales del siglo XIX y principios del XX, y es calificada así por los escritos cinegéticos de la
época. La singularidad de estas monterías es relatada para Extremadura por Antonio Covarsí.
Covarsí, ilustre montero conocido por el sobrenombre de Montero de Alpotreque, publicó cinco libros (entre 1898 y 1927), que hoy son clásicos de la bibliografía montera: “Narraciones
de un montero” (1898), “Trozos venatorios y prácticas cinegéticas” (1911), “Grandes cacerías
españolas” (1919), “Grandes cacerías españolas” (1920) y “Entre jaras y breñales” (1927).
Fundamentales también son las obras del académico extremeño Manuel Terrón Albarrán acerca de “la importancia de la montería como hecho cultural y la distribución de especies de caza
mayor”.