Otras Resoluciones. Consejería De Cultura, Turismo Y Deportes. Bienes De Interés Cultural.- (2021060916)
Resolución de 24 de marzo de 2021, de la Consejera, por la que se incoa expediente de Declaración de Bien de Interés Cultural a favor de "La Montería y la Rehala en Extremadura" con carácter de Patrimonio Cultural Inmaterial.
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NÚMERO 62
Lunes, 5 de abril de 2021

16678

Del carácter propedéutico de la caza como preparación para la guerra encontramos referencias en tratados medievales, como “El Libro de la caza de aves” de Pedro López de Ayala. En
época medieval destacan las obras “Paramientos de la Caza”, mandada escribir por Sancho
VI de Navarra (1180); “Libro de la Montería”, de Alfonso XI de Castilla, escrito en la segunda
mitad del siglo XIII; y el “Tratado de la montería del siglo XV”, del Duque de Almazán.
Respecto a las regulaciones sobre el ejercicio de la caza, hay noticias en las “Partidas” de
Alfonso X el Sabio. Las regulaciones aparecen en los restantes reinos cristianos peninsulares.
En 1180 aparece el “Código de las Monterías”, durante el reinado de Sancho IV de Navarra,
aunque hay noticias anteriores de Sancho Fernández, Conde de Castilla, donde se mencionan
a los monteros que acompañaban al rey en las cacerías.
Por lo que respecta a la caza mayor, Alfonso XI de Castilla, en el “Libro de la Montería”, se
refiere a la caza del venado. Es este el primer tratado montero, pues el libro segundo, de los
capítulos XIII al XX, detalla el trabajo de los “monteros de traílla” y los “monteros de lebrel”.
Aquí tenemos descrito el origen de los actuales rehaleros. Además de describir distintas formas de caza se mencionan comarcas de importancia cinegética. En el libro III adquieren un
notable protagonismo los montes extremeños, de los que se citan más de doscientos, con
indicación de sus vocerías y armadas, en los que abunda el oso y el jabalí.
“Diálogos de la Montería”, atribuida a Luis de Barahona Soto, y redactada posiblemente a
mediados del siglo XV, nos ofrece una valiosa información sobre cómo eran las monterías
medievales.
Durante la Edad Moderna, la venatoria fue ganando importancia en su práctica y en la reflexión sobre la misma. Destacan: “Diálogos de Montería”, del Duque de Almazán; “Discurso
de la Montería”, de Argote de Molina; “Origen y dignidad de la Caza”, de Juan Mateos, en el
siglo XVII; el “Libro de la Montería”, de Pedraza, del siglo XVII; y el “Arte de Ballestería y
Montería”, de Martínez de Espinar, también del siglo XVII.
La caza mayor en esos momentos era privilegio de reyes y de nobles, tal y como señala en
1634 Juan Mateo Ballestero, manteniendo su condición propedéutica para la guerra. En su
libro hace referencia a la presencia de los perros en las monterías, sus razas y adiestramiento,
y asimila la figura del montero a la del podenquero.
La ballesta era el arma fundamental en monterías, algo que cambió cuando a partir del siglo
XVI se generalizó el uso del arcabuz. Esto provocó cierto temor a que disminuyera el número
de piezas, como se observa en la “Pragmática” de 1611, que ordenaba que no se cazara con
escopeta, arcabuz, munición de pólvora, perdigones o bala. Felipe II derogó esta prohibición,
aunque aparecieron restricciones durante los siglos XVII y XVIII.