Comunitat Valenciana. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-14305)
Resolución de 18 de junio de 2025, de la Conselleria de Educación, Cultura, Universidades y Empleo, por la que se incoa expediente para declarar bien de interés cultural, con la categoría de sitio histórico, el conjunto formado por los espacios que ocuparon la torre-palacio del Maestre de la Orden de Montesa y el convento de Santo Domingo de Sant Mateu, y se somete el expediente incoado a trámite de información pública.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Jueves 10 de julio de 2025
Sec. III. Pág. 92483
pesebres. Se quemó el órgano, el coro, cuadros de mérito y algunos altares; los libros,
ornamentos para el sacrificio y alhajas y utensilios de casa fueron robados o quemados.
Se llevaron grande cantidad de trigo, vino y aceite que no se pudo entrar a la villa por la
prisa con que vinieron los enemigos y puede ser que tuviese no poca parte el descuido.
No fue lo menos lamentable setenta grandes cipreses que cortaron los sitiadores y
servían de mucho adorno a aquellos espaciosos llanos en que estaban y ya no se ha
emplazado ninguno en el largo espacio de tiempo de ciento treinta años que han
trascurrido. Los Padres Dominicos se dice que se entraron dentro de la villa y se
colocaron en la casa de los Vilanova, casa grande que está muy cerca de la fuente del
Llano de Santa María».
Tras la contienda se reconstruyó el edificio en estilo barroco y fruto de esta
reconstrucción es el campanario conservado actualmente. Pero nuevamente las guerras
que sufrió España en el primer tercio del XIX afectarían gravemente al convento.
Primero, la Guerra de la Independencia, cuando en septiembre de 1811 las tropas
napoleónicas tomaron el convento para usarlo como cuartel en la lucha contra grupos
guerrilleros del Maestrazgo. El Padre Aleu explica respecto a este episodio que
«… hicieron multitud de garitas, cavaron por alrededor un ancho y profundo foso, e
hicieron un puente levadizo en la puerta de la iglesia que era la entrada principal del
fuerte; sobre el capítulo hicieron puesto para colocar cañones. En el campanario del
Convento y de la Parroquia tenían siempre centinelas…».
La década de los años 30 del siglo XIX supondrá el golpe definitivo para un edificio
que ya había quedado en un estado frágil tras la Guerra de la Independencia por una
doble vía: la desamortización del edificio en 1835 y el estallido de la primera guerra
carlista y la utilización del convento como cuartel general por ambos bandos. El ruinoso
estado en el que quedó tras la contienda llevó a su demolición quedando en pie solo la
torre campanario, único resto o estructura visible en la actualidad.
Declarado Bien Nacional, la parcela del convento y los restos que quedaban de él
fueron subastados en varias ocasiones entre julio de 1843 y marzo de 1845. Su precio
se fue rebajando hasta 10.000 reales y el solar se dividió en dos partes, una adquirida
por un terrateniente de Vinaròs que construyó las instalaciones conservadas de un
molino harinero y la otra parte, la más cercana al solar de la Torre-Palacio, adquirida por
el mismo empresario que se hizo con este solar, el comerciante de Benicarló Beltrán
White. Entrado el siglo XX el molino fue vendido a un vecino de Sant Mateu llamado
José Gil; su hijo, Eloy Gil, continuó la actividad harinera y adquirió la otra parte del solar
en 1940. El lugar es conocido hoy como Molí d’Eloi, un solar de grandes dimensiones
cerrado por una tapia de mampostería en el que se encuentran varios almacenes de
obra completamente en ruinas.
Como se ha indicado anteriormente, el único elemento que ha sobrevivido a las
vicisitudes del edificio conventual ha sido el campanario barroco, conocido como
Campanar «de les Llàstimes» que se ha convertido en un elemento emblemático de la
población de Sant Mateu y configurador de su silueta urbana, siendo la primera
edificación reconocible en la entrada al núcleo de población por el noroeste. Presenta
una torre de planta cuadrada, de unos cuatro metros de lado y formada por tres cuerpos
lisos de fábrica de mampostería separados por cornisas y reforzados en las esquinas
con sillares. En el último cuerpo puede verse el escudo con la cruz de Montesa sobre
una inscripción que indica el año 1737. Por último, sobre este cuerpo aparece el de
campanas, con pilastras sobre modillones y un vano central en cada uno de sus lados.
Se corona con una balaustrada con pináculos y casilicio central de planta octogonal con
bóveda de sillería rematada con una esfera moldurada sobre la que se coloca la veleta
de forja.
Los restos arqueológicos localizados en las campañas realizadas hasta la fecha se
encuentran en el interior del recinto que alberga la torre campanario y se corresponden
con partes de la iglesia y el claustro. No obstante, en las prospecciones y análisis
realizados con georradar se observa potencial arqueológico en gran parte de esta
cve: BOE-A-2025-14305
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 165
Jueves 10 de julio de 2025
Sec. III. Pág. 92483
pesebres. Se quemó el órgano, el coro, cuadros de mérito y algunos altares; los libros,
ornamentos para el sacrificio y alhajas y utensilios de casa fueron robados o quemados.
Se llevaron grande cantidad de trigo, vino y aceite que no se pudo entrar a la villa por la
prisa con que vinieron los enemigos y puede ser que tuviese no poca parte el descuido.
No fue lo menos lamentable setenta grandes cipreses que cortaron los sitiadores y
servían de mucho adorno a aquellos espaciosos llanos en que estaban y ya no se ha
emplazado ninguno en el largo espacio de tiempo de ciento treinta años que han
trascurrido. Los Padres Dominicos se dice que se entraron dentro de la villa y se
colocaron en la casa de los Vilanova, casa grande que está muy cerca de la fuente del
Llano de Santa María».
Tras la contienda se reconstruyó el edificio en estilo barroco y fruto de esta
reconstrucción es el campanario conservado actualmente. Pero nuevamente las guerras
que sufrió España en el primer tercio del XIX afectarían gravemente al convento.
Primero, la Guerra de la Independencia, cuando en septiembre de 1811 las tropas
napoleónicas tomaron el convento para usarlo como cuartel en la lucha contra grupos
guerrilleros del Maestrazgo. El Padre Aleu explica respecto a este episodio que
«… hicieron multitud de garitas, cavaron por alrededor un ancho y profundo foso, e
hicieron un puente levadizo en la puerta de la iglesia que era la entrada principal del
fuerte; sobre el capítulo hicieron puesto para colocar cañones. En el campanario del
Convento y de la Parroquia tenían siempre centinelas…».
La década de los años 30 del siglo XIX supondrá el golpe definitivo para un edificio
que ya había quedado en un estado frágil tras la Guerra de la Independencia por una
doble vía: la desamortización del edificio en 1835 y el estallido de la primera guerra
carlista y la utilización del convento como cuartel general por ambos bandos. El ruinoso
estado en el que quedó tras la contienda llevó a su demolición quedando en pie solo la
torre campanario, único resto o estructura visible en la actualidad.
Declarado Bien Nacional, la parcela del convento y los restos que quedaban de él
fueron subastados en varias ocasiones entre julio de 1843 y marzo de 1845. Su precio
se fue rebajando hasta 10.000 reales y el solar se dividió en dos partes, una adquirida
por un terrateniente de Vinaròs que construyó las instalaciones conservadas de un
molino harinero y la otra parte, la más cercana al solar de la Torre-Palacio, adquirida por
el mismo empresario que se hizo con este solar, el comerciante de Benicarló Beltrán
White. Entrado el siglo XX el molino fue vendido a un vecino de Sant Mateu llamado
José Gil; su hijo, Eloy Gil, continuó la actividad harinera y adquirió la otra parte del solar
en 1940. El lugar es conocido hoy como Molí d’Eloi, un solar de grandes dimensiones
cerrado por una tapia de mampostería en el que se encuentran varios almacenes de
obra completamente en ruinas.
Como se ha indicado anteriormente, el único elemento que ha sobrevivido a las
vicisitudes del edificio conventual ha sido el campanario barroco, conocido como
Campanar «de les Llàstimes» que se ha convertido en un elemento emblemático de la
población de Sant Mateu y configurador de su silueta urbana, siendo la primera
edificación reconocible en la entrada al núcleo de población por el noroeste. Presenta
una torre de planta cuadrada, de unos cuatro metros de lado y formada por tres cuerpos
lisos de fábrica de mampostería separados por cornisas y reforzados en las esquinas
con sillares. En el último cuerpo puede verse el escudo con la cruz de Montesa sobre
una inscripción que indica el año 1737. Por último, sobre este cuerpo aparece el de
campanas, con pilastras sobre modillones y un vano central en cada uno de sus lados.
Se corona con una balaustrada con pináculos y casilicio central de planta octogonal con
bóveda de sillería rematada con una esfera moldurada sobre la que se coloca la veleta
de forja.
Los restos arqueológicos localizados en las campañas realizadas hasta la fecha se
encuentran en el interior del recinto que alberga la torre campanario y se corresponden
con partes de la iglesia y el claustro. No obstante, en las prospecciones y análisis
realizados con georradar se observa potencial arqueológico en gran parte de esta
cve: BOE-A-2025-14305
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 165