Comunidad Autónoma Del Principado de Asturias. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-12397)
Resolución de 14 de mayo de 2025, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deporte, por la que se incoa expediente para la declaración de la Trashumancia en Asturias, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 146

Miércoles 18 de junio de 2025

Sec. III. Pág. 81220

determinará que podamos hablar de un verdadero oficio pastoril, el cual es posible
considerar uno de los elementos constituyentes de la trashumancia como manifestación
patrimonial de carácter inmaterial.
Más allá de las tareas vinculadas con el pastoreo o el cuidado del ganado, podemos
considerar otros cuerpos de conocimientos ligados a la trashumancia que no conviene
desconectar de la constitución de esta manifestación. Se trata de los conocimientos y
saberes-haceres ligados a actividades secundarias, tanto posibilitadoras como derivadas
de la trashumancia: la manufactura de quesos y otros productos derivados de los lácteos
(Fernández García 1997, 2000a; b); el tratamiento de la lana o el cuero, así como su
transformación en materia prima para elaborar productos derivados; la construcción de
las edificaciones que asisten a las actividades pastoriles (Paredes y García Martínez 2006),
con especial relevancia de técnicas singulares y arraigadas en el actual territorio
asturiano como la piedra en seco (Cantero 2016) o el teitado de las cubiertas vegetales
(Álvarez González 2001; Graña García y López Álvarez 2007; Menéndez 2008).
La cultura material mueble.

Las actividades pastoriles propias de la trashumancia exigen el uso de toda una serie
de útiles y herramientas que se integran en la cultura material mueble ligada a esta
manifestación patrimonial. Estos objetos constituyen la materialidad de la cultura, siendo
parte consustancial a las técnicas, destrezas y conocimientos que ponen en práctica las
manifestaciones inmateriales. Por ello, es necesario considerar su caracterización en el
caso que nos ocupa, de cara a diseñar propuestas de salvaguarda adecuadas para la
trashumancia en Asturias como manifestación inmaterial, que engloben todos los
elementos que la constituyen.
Entre los útiles y herramientas, podemos considerar en primer lugar los herrajes,
arneses, colleras, hebillas y demás elementos empleados sobre los animales para
garantizar su inserción en los manejos ganaderos. Destaca entre ellas el cencerro
(esquila, llueca o ḷḷueca) que portaban fundamentalmente las vacas, y también otros
animales integrantes del ganado cabrío, lanar o equino. Nos detenemos en este objeto
brevemente, por la transversalidad de este elemento en la configuración de la
manifestación inmaterial de la trashumancia. Con su sonido, que cada pastor podía
relacionar por su timbre con un animal determinado, permitían seguir los movimientos del
ganado, aún sin verlo. El pastor vigilaba así desde la distancia dónde se encontraban los
animales, y evaluaba por la manera y frecuencia en la que se producían sus sonidos qué
actividad estaba realizando el rebaño. Cualquier alteración en el tañer de las lluecas
ponía en alerta no solo al pastor, vaqueiro o brañeiro, sino también a sus perros
pastores, ante amenazas que pudiesen acechar al rebaño. Estos sonidos constituyen el
verdadero paisaje sonoro de la trashumancia (Pardoel y Riesco 2012): una mixtura que
aúna los sonidos de los animales, sus cencerros y los ladridos de los perros, junto a las
voces de los pastores con órdenes a sus perros y los gritos destinados al ganado. A ello
debemos sumar el viento, los riachuelos que descienden de la montaña y los graznidos
de las chovas, e incluso los ecos de canciones y música que sonaba en las brañas y
majadas de las montañas asturianas en los momentos de celebración, así como el
crepitar de las llamas en los hogares que calentaban las noches frescas en las cabanas.
La labor de los pastores trashumantes demandaba elementos materiales singulares,
entre los útiles y aperos agrarios del medio rural asturiano. En su vestido y calzado, la
ropa debía permitir al pastor soportar las inclemencias del tiempo o protegerse del sol, lo
que determinaba que dispusiesen de prendas particulares, que constituyen sin duda
elementos definitorios de la manifestación. Podemos citar también los bastones o
guiadas para conducir al ganado, que en el caso de los pastores de merinas cuentan con
el gancho, en su extremo, para agarrar a las ovejas por las patas. Su actividad móvil
determinaba el uso de fiambreras, tarteras o botas para líquidos, con las que transportar
la bebida y alimento necesarios para sus movimientos diarios a través de los espacios de
pasto. Destacan por su relación con las formas pastoriles las cuernas, hechas a partir de
cornamentas de bóvidos que servían para transportar líquidos, y que en ocasiones

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