Comunidad Autónoma Del Principado de Asturias. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-12397)
Resolución de 14 de mayo de 2025, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deporte, por la que se incoa expediente para la declaración de la Trashumancia en Asturias, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Miércoles 18 de junio de 2025

Sec. III. Pág. 81218

distribuye de manera diferenciada en Asturias, refiriéndose normalmente a significados
concordantes. No obstante, el término mayada suele referirse más bien al conjunto de
estructuras pastoriles y su entorno más próximo, mientras que braña puede ser algo más
general, englobando también los espacios de pasto ligados al establecimiento pastoril.
Las poblaciones ocupadas estacionalmente por los vaqueiros d’alzada del occidente
asturiano reciben asimismo la denominación de braña, tanto las bajas (de invierno) en la
costa (Pravia, Cuideiru, Valdés, Navia, Les Regueres, Llanera, Xixón Cabu Peñes), como
las intermedias (Tinéu, Balmonte) o las altas (Somiedu, Teberga, Cangas de Narcea,
Degaña) (Corbera Millán 2013). En cambio, la asociación de braña con las
construcciones pastoriles no se entiende igual en otras áreas, como en Cantabria, dónde
el término refiere a espacios mucho más amplios y que incluso pueden carecer de
cabañas; o en Galicia, donde denomina fundamentalmente espacios con agua
abundante, incluso encharcados, que se distribuyen por diferentes zonas del espacio
agrario. Por su parte, los modelos trashumantes de larga distancia relacionados con los
rebaños de ovejas merinas que penetran puntualmente en territorio asturiano desde la
vertiente leonesa de la cordillera Cantábrica se vinculan a la ocupación de majadas,
desde las que se aprovechan los denominados puertos pirenaicos.
La diversidad formal y espacial de las brañas y mayadas ha sido objeto de análisis
en la abundante literatura existente sobre la trashumancia en Asturias, destacando los
estudios de amplia escala (García Martínez 2003, 2008; López Álvarez y Graña
García 2003; Linares García 2004; Valladares 2005; Graña García y López Álvarez 2007;
Concepción et al. 2008; Menéndez 2008; González-Álvarez et al. 2016; López Gómez et
al. 2016; Paredes s.f.), y los estudios particulares referentes zonas como Somiedu
(García Fernández et al. 1976; García Martínez 1996; Álvarez González 2001; Ibabe
Ortiz 2012, 2013), el macizo de L’Aramo (García Fernández et al. 1987), Picos de
Europa (Barrena Díez 1994, 2001; Ibabe Ortiz 2001; Suárez Antuña et al. 2005;
Izquierdo Vallina y Barrena Díez 2006; González Prieto 2008), o el Suroccidente
asturiano (Kruger 1949; López Gómez 2012).
De forma generalizada, dentro del modelo trasterminante o de trashumancia de valle,
los enclaves pastoriles de uso estacional se agrupan en dos categorías principales,
dependiendo de sus características formales y patrones de uso: brañas estivales y
brañas equinocciales (García Martínez 2003), además de las invernales en algunos
casos particulares del oriente de Asturias.
Más allá de las actividades pastoriles, el espacio construido en las brañas y mayadas
también muestra evidencias vinculadas con el ocio de sus ocupantes. La gente joven de
los establecimientos estivales cercanos se reunía en ciertas ocasiones para celebrar
actividades festivas, e incluso algunas brañas o mayadas contaban con bolera. También
se producían ferias de ganado y romerías religiosas en los pastizales de altura. Los
bailes, las canciones, la comida y los juegos tradicionales eran parte de todos estos
eventos (Sordo Sotres 1997: 73–74; López Álvarez y Graña García 2003: 107–8). En
tales ocasiones, gente procedente de las distintas vertientes de las montañas y de los
valles próximos era capaz de agregarse, lo cual generaba oportunidades para el flirteo y
el romance, con lo que podemos considerar que la trashumancia facilitaba el
establecimiento de relaciones matrimoniales entre personas de procedencias dispares.
En cuanto a las construcciones reconocibles en los asentamientos pastoriles ligados
a la trashumancia, en primer lugar, cabe referirse al entorno cercano de los pueblos,
incluyendo las invernales y las brañas equinocciales. En estos sectores, la trashumancia
puede conectarse con elementos del espacio construido aldeano como el establo
(cuadra, corte), que deben estar preparados para acoger a los animales domésticos
durante la etapa invernal en la que los rebaños retornan a la aldea desde otras zonas
más elevadas. Los pajares o payares son expresivos también de esa etapa invernal,
cuando los animales no pueden pastar en todo momento, por las inclemencias del
tiempo y la limitación de zonas de pasto en el entorno aldeano. Entonces, la hierba seca
recogida durante el verano, complementa la dieta del ganado doméstico. Los formatos

cve: BOE-A-2025-12397
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Núm. 146