Comunidad Autónoma Del Principado de Asturias. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-12397)
Resolución de 14 de mayo de 2025, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deporte, por la que se incoa expediente para la declaración de la Trashumancia en Asturias, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 146
Miércoles 18 de junio de 2025
Sec. III. Pág. 81217
Por otro lado, encontramos los asentamientos y construcciones que facilitan el
desarrollo de las prácticas ganaderas trashumantes. Entre ellos, destacan las brañas y
majadas de diversas tipologías, en función de los diferentes modelos trashumantes, las
funciones particulares, el contexto geográfico preciso y los contextos cronológicos en los
que la trashumancia haya tenido vigencia. Como se analizará con mayor detalle en el
próximo apartado, en esos establecimientos ganaderos encontramos diferentes formatos
de construcciones, con características a veces muy singulares, ligadas a distribuciones
espaciales concretas. Todo ello enriquece enormemente el grado de variabilidad y de
singularidad de la manifestación trashumante en Asturias.
Por último, y en tanto que actividad productiva, la trashumancia no puede ser
plenamente caracterizada sin considerar los productos finales obtenidos por las
comunidades humanas que desplegaron esa estrategia ganadera. Son elementos
constitutivos de la manifestación, y ejemplo de su éxito productivo: carne, leche, quesos,
manteca, lana, materias primas soporte de artesanía pastoril. En definitiva, la base
productiva con orientación ganadera de la trashumancia se convierte en médula espinal
de la constitución de esta manifestación patrimonial de carácter inmaterial.
El espacio construido de la Trashumancia en Asturias.
El desarrollo de la trashumancia como manifestación inmaterial genera huellas
tangibles en el territorio. No en vano, esta manifestación determina ciertas formas de los
paisajes del medio rural asturiano, lo cual es particularmente visible en el espacio
construido por los grupos humanos que la practican. Los propios pueblos, así como los
espacios orientados de manera predominante a la ganadería trashumante, son los
espacios más propicios para analizar los efectos de esta práctica, y caracterizar así los
elementos que la constituyen como manifestación patrimonial. En esta línea, cabe poner
el foco en los asentamientos pastoriles de uso estacional alejados de los pueblos
estantes, entre los que encontramos testimonios de todos los modelos trashumantes
reconocibles históricamente en Asturias. Además, es pertinente también considerar el
caso singular de los pueblos (o brañas-pueblo) ocupados por los vaqueiros.
Los asentamientos pastoriles que utilizan las comunidades trashumantes durante la
trashumancia de valle o trasterminancia reciben diferentes nombres a lo largo y ancho de
la geografía asturiana: brañas, majadas/mayadas/mayéus, puertos/puertus, morteras,
invernales, etc., siendo los dos primeros (brañas y mayadas) las denominaciones más
frecuentes. Los diferentes términos reproducen especificidades formales del espacio
construido en estos establecimientos, así como en el espacio agrario al que se vinculan.
Las variaciones en este sentido son múltiples, en función de los manejos pastoriles, los
condicionantes geográficos y ambientales, y la localización precisa de los asentamientos
(un repertorio representativo ha sido descrito de forma prolija en Paredes s.f.).
En general, se han propuesto definiciones comprensivas para definir estos
asentamientos, entre las cuales destacamos la de Fermín Rodríguez Gutiérrez, quien
define la mayada en la montaña central asturiana como «la unidad espacial elemental de
gestión y aprovechamiento de los puertos, constituida por una porción de espacio
pastable, delimitada naturalmente, en la que se levantaban algunas construcciones, cada
una propiedad de uno o varios vaqueros, que eran las cabañas, los besares y los
corrales, destinados a albergar pastores, recentales y ovejas respectivamente»
(1989: 249), distinguiendo además entre las mayadas bajas y las altas, con un uso
reglamentado.
Las brañas y mayadas suelen ubicarse en sitios abrigados en las proximidades de
puntos de aprovisionamiento de agua fresca. En ellas se disponen una o varias
construcciones que albergan a los pastores, las cuales reciben denominaciones diversas
(cabanas, chozos, corros) en función de sus especificidades constructivas o de la zona
dentro de Asturias en la que se encuentren. Estos establecimientos temporales buscan
zonas en leve pendiente, para asegurar la correcta evacuación del agua de escorrentía.
En su entorno se disponen estructuras auxiliares para recoger el ganado, con nombres
diversos como cercaos, corrales o veḷḷares. El uso de los términos braña y mayada se
cve: BOE-A-2025-12397
Verificable en https://www.boe.es
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Núm. 146
Miércoles 18 de junio de 2025
Sec. III. Pág. 81217
Por otro lado, encontramos los asentamientos y construcciones que facilitan el
desarrollo de las prácticas ganaderas trashumantes. Entre ellos, destacan las brañas y
majadas de diversas tipologías, en función de los diferentes modelos trashumantes, las
funciones particulares, el contexto geográfico preciso y los contextos cronológicos en los
que la trashumancia haya tenido vigencia. Como se analizará con mayor detalle en el
próximo apartado, en esos establecimientos ganaderos encontramos diferentes formatos
de construcciones, con características a veces muy singulares, ligadas a distribuciones
espaciales concretas. Todo ello enriquece enormemente el grado de variabilidad y de
singularidad de la manifestación trashumante en Asturias.
Por último, y en tanto que actividad productiva, la trashumancia no puede ser
plenamente caracterizada sin considerar los productos finales obtenidos por las
comunidades humanas que desplegaron esa estrategia ganadera. Son elementos
constitutivos de la manifestación, y ejemplo de su éxito productivo: carne, leche, quesos,
manteca, lana, materias primas soporte de artesanía pastoril. En definitiva, la base
productiva con orientación ganadera de la trashumancia se convierte en médula espinal
de la constitución de esta manifestación patrimonial de carácter inmaterial.
El espacio construido de la Trashumancia en Asturias.
El desarrollo de la trashumancia como manifestación inmaterial genera huellas
tangibles en el territorio. No en vano, esta manifestación determina ciertas formas de los
paisajes del medio rural asturiano, lo cual es particularmente visible en el espacio
construido por los grupos humanos que la practican. Los propios pueblos, así como los
espacios orientados de manera predominante a la ganadería trashumante, son los
espacios más propicios para analizar los efectos de esta práctica, y caracterizar así los
elementos que la constituyen como manifestación patrimonial. En esta línea, cabe poner
el foco en los asentamientos pastoriles de uso estacional alejados de los pueblos
estantes, entre los que encontramos testimonios de todos los modelos trashumantes
reconocibles históricamente en Asturias. Además, es pertinente también considerar el
caso singular de los pueblos (o brañas-pueblo) ocupados por los vaqueiros.
Los asentamientos pastoriles que utilizan las comunidades trashumantes durante la
trashumancia de valle o trasterminancia reciben diferentes nombres a lo largo y ancho de
la geografía asturiana: brañas, majadas/mayadas/mayéus, puertos/puertus, morteras,
invernales, etc., siendo los dos primeros (brañas y mayadas) las denominaciones más
frecuentes. Los diferentes términos reproducen especificidades formales del espacio
construido en estos establecimientos, así como en el espacio agrario al que se vinculan.
Las variaciones en este sentido son múltiples, en función de los manejos pastoriles, los
condicionantes geográficos y ambientales, y la localización precisa de los asentamientos
(un repertorio representativo ha sido descrito de forma prolija en Paredes s.f.).
En general, se han propuesto definiciones comprensivas para definir estos
asentamientos, entre las cuales destacamos la de Fermín Rodríguez Gutiérrez, quien
define la mayada en la montaña central asturiana como «la unidad espacial elemental de
gestión y aprovechamiento de los puertos, constituida por una porción de espacio
pastable, delimitada naturalmente, en la que se levantaban algunas construcciones, cada
una propiedad de uno o varios vaqueros, que eran las cabañas, los besares y los
corrales, destinados a albergar pastores, recentales y ovejas respectivamente»
(1989: 249), distinguiendo además entre las mayadas bajas y las altas, con un uso
reglamentado.
Las brañas y mayadas suelen ubicarse en sitios abrigados en las proximidades de
puntos de aprovisionamiento de agua fresca. En ellas se disponen una o varias
construcciones que albergan a los pastores, las cuales reciben denominaciones diversas
(cabanas, chozos, corros) en función de sus especificidades constructivas o de la zona
dentro de Asturias en la que se encuentren. Estos establecimientos temporales buscan
zonas en leve pendiente, para asegurar la correcta evacuación del agua de escorrentía.
En su entorno se disponen estructuras auxiliares para recoger el ganado, con nombres
diversos como cercaos, corrales o veḷḷares. El uso de los términos braña y mayada se
cve: BOE-A-2025-12397
Verificable en https://www.boe.es
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