Comunidad Autónoma Del Principado de Asturias. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-12397)
Resolución de 14 de mayo de 2025, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deporte, por la que se incoa expediente para la declaración de la Trashumancia en Asturias, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 146
Miércoles 18 de junio de 2025
Sec. III. Pág. 81215
La regulación de la propiedad de los recursos pascícolas emerge como una
característica importante en la constitución de los espacios de pasto, pues dependiendo
de si la titularidad y los usos de dichos lugares es comunitario o particular, se observarán
diferentes formas en la compartimentación del espacio agrario. Lo cual determina la
fisonomía del parcelario, así como las características de los paisajes observables en
estas áreas, cuya apariencia queda determinada en buen grado por las modalidades del
formato trashumante dominante en esa zona. La privatización exige el cierre de las
parcelas individuales, mientras el sistema de suertes conlleva un cierre perimetral común
y su subdivisión interna en una serie de lotes de aprovechamiento individual, que podían
ser sorteadas (suertes) cada año (Rodríguez Gutiérrez 1989: 210). La subdivisión interna
solía depender de la disposición de simples mojones, sin un cierre continuo, para permitir
la apertura de todo el espacio durante el aprovechamiento del pasto común una vez
recogida la hierba. En algunas zonas estas áreas de prados y pastos comunales
aparecen bajo las denominaciones cotos, guardas, cotadas o rieras. Se trataba de
espacios subdivididos en cuadrillas que eran sorteadas entre los vecinos para su siega.
A lo largo de los siglos XVIII y XIX estas suertes empezaron a amojonarse, adquiriendo
un carácter más estable (Rodríguez Gutiérrez 1989: 247).
Las vías pecuarias.
El desarrollo de las formas trashumantes entraña la movilidad de los rebaños y los
pastores entre los diferentes lugares a través de los cuales se producen los
desplazamientos estacionales. En los contextos en los que tales movimientos están
consolidados, se siguen rutas prefijadas que en otras zonas de la península ibérica
determinan el uso de diferentes tipos de vías pecuarias (Rodríguez Pascual 2004;
MAAMA 2011; MECD 2017), sobre todo allá donde la trashumancia implica grandes
rebaños y su traslado era potencialmente conflictivo con otros usos del territorio, como
los agrícolas. En cambio, el limitado volumen de los rebaños en movimiento en el interior
del territorio asturiano no determinó el deslinde y catalogación de vías pecuarias de una
manera tan precisa como en otros territorios ibéricos. Así, los tránsitos trashumantes
aprovechaban los corredores naturales existentes, por lo que resulta difícil caracterizar
estos trayectos. El caso de los vaqueiros d’alzada y su modelo de trashumancia de
media distancia en el que acarreaban consigo todos sus enseres es quizá la excepción a
ello (García Martínez 1988; Cátedra 1989).
En el caso de los vaqueiros, y dada la relevancia cultural e identitaria de la alzada,
este desplazamiento ha sido analizado de manera prolija, pues sus itinerarios estaban
pautados, existiendo opciones diferentes que adoptaban distintas familias o los
miembros de este grupo procedentes de distintas localidades (e.g. Rodríguez
Fernández 2006: 195–96; Barriada Rodríguez y Rodríguez Suárez 2015: 209-16). Se
han recogido con detalle sus itinerarios, los lugares de paso en los que a veces las
poblaciones locales recibían a los grupos trashumantes en mejor o peor actitud, así
como los puntos particulares de pernocta en esas rutas que en ocasiones se
prolongaban durante dos o tres jornadas. Pero, más allá de la red de caminos existente
en la estructura de poblamiento rural asturiano, no resulta posible diferenciar sus
itinerarios a la vista de rasgos formales o materiales particulares. No obstante, dada la
importancia de estas jornadas en el camino, en los últimos años han surgido interesantes
procesos de patrimonialización de estas rutas. Del mismo modo, se han desarrollado
investigaciones desde asociaciones y colectivos culturales de carácter local sobre los
itinerarios seguidos, recuperándose de forma activa dichos desplazamientos. Estos
adquieren hoy un carácter que bascula entre lo lúdico-festivo y lo cultural, uniéndose un
componente identitario que refuerza la presencia y visibilidad de las comunidades
portadoras de la trashumancia en Asturias en pleno siglo XXI.
En relación con la movilidad trashumante y sus tránsitos estacionales entre las
diferentes unidades geográficas del territorio asturiano, cabe reseñar el papel destacado
de algunas ferias y mercados ganaderos cuyo origen y sentido histórico queda ligado a
la trashumancia. En este sentido, muchos de estos eventos vinculan su localización y
cve: BOE-A-2025-12397
Verificable en https://www.boe.es
4.1.3
Núm. 146
Miércoles 18 de junio de 2025
Sec. III. Pág. 81215
La regulación de la propiedad de los recursos pascícolas emerge como una
característica importante en la constitución de los espacios de pasto, pues dependiendo
de si la titularidad y los usos de dichos lugares es comunitario o particular, se observarán
diferentes formas en la compartimentación del espacio agrario. Lo cual determina la
fisonomía del parcelario, así como las características de los paisajes observables en
estas áreas, cuya apariencia queda determinada en buen grado por las modalidades del
formato trashumante dominante en esa zona. La privatización exige el cierre de las
parcelas individuales, mientras el sistema de suertes conlleva un cierre perimetral común
y su subdivisión interna en una serie de lotes de aprovechamiento individual, que podían
ser sorteadas (suertes) cada año (Rodríguez Gutiérrez 1989: 210). La subdivisión interna
solía depender de la disposición de simples mojones, sin un cierre continuo, para permitir
la apertura de todo el espacio durante el aprovechamiento del pasto común una vez
recogida la hierba. En algunas zonas estas áreas de prados y pastos comunales
aparecen bajo las denominaciones cotos, guardas, cotadas o rieras. Se trataba de
espacios subdivididos en cuadrillas que eran sorteadas entre los vecinos para su siega.
A lo largo de los siglos XVIII y XIX estas suertes empezaron a amojonarse, adquiriendo
un carácter más estable (Rodríguez Gutiérrez 1989: 247).
Las vías pecuarias.
El desarrollo de las formas trashumantes entraña la movilidad de los rebaños y los
pastores entre los diferentes lugares a través de los cuales se producen los
desplazamientos estacionales. En los contextos en los que tales movimientos están
consolidados, se siguen rutas prefijadas que en otras zonas de la península ibérica
determinan el uso de diferentes tipos de vías pecuarias (Rodríguez Pascual 2004;
MAAMA 2011; MECD 2017), sobre todo allá donde la trashumancia implica grandes
rebaños y su traslado era potencialmente conflictivo con otros usos del territorio, como
los agrícolas. En cambio, el limitado volumen de los rebaños en movimiento en el interior
del territorio asturiano no determinó el deslinde y catalogación de vías pecuarias de una
manera tan precisa como en otros territorios ibéricos. Así, los tránsitos trashumantes
aprovechaban los corredores naturales existentes, por lo que resulta difícil caracterizar
estos trayectos. El caso de los vaqueiros d’alzada y su modelo de trashumancia de
media distancia en el que acarreaban consigo todos sus enseres es quizá la excepción a
ello (García Martínez 1988; Cátedra 1989).
En el caso de los vaqueiros, y dada la relevancia cultural e identitaria de la alzada,
este desplazamiento ha sido analizado de manera prolija, pues sus itinerarios estaban
pautados, existiendo opciones diferentes que adoptaban distintas familias o los
miembros de este grupo procedentes de distintas localidades (e.g. Rodríguez
Fernández 2006: 195–96; Barriada Rodríguez y Rodríguez Suárez 2015: 209-16). Se
han recogido con detalle sus itinerarios, los lugares de paso en los que a veces las
poblaciones locales recibían a los grupos trashumantes en mejor o peor actitud, así
como los puntos particulares de pernocta en esas rutas que en ocasiones se
prolongaban durante dos o tres jornadas. Pero, más allá de la red de caminos existente
en la estructura de poblamiento rural asturiano, no resulta posible diferenciar sus
itinerarios a la vista de rasgos formales o materiales particulares. No obstante, dada la
importancia de estas jornadas en el camino, en los últimos años han surgido interesantes
procesos de patrimonialización de estas rutas. Del mismo modo, se han desarrollado
investigaciones desde asociaciones y colectivos culturales de carácter local sobre los
itinerarios seguidos, recuperándose de forma activa dichos desplazamientos. Estos
adquieren hoy un carácter que bascula entre lo lúdico-festivo y lo cultural, uniéndose un
componente identitario que refuerza la presencia y visibilidad de las comunidades
portadoras de la trashumancia en Asturias en pleno siglo XXI.
En relación con la movilidad trashumante y sus tránsitos estacionales entre las
diferentes unidades geográficas del territorio asturiano, cabe reseñar el papel destacado
de algunas ferias y mercados ganaderos cuyo origen y sentido histórico queda ligado a
la trashumancia. En este sentido, muchos de estos eventos vinculan su localización y
cve: BOE-A-2025-12397
Verificable en https://www.boe.es
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