Comunidad Autónoma Del Principado de Asturias. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-12397)
Resolución de 14 de mayo de 2025, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deporte, por la que se incoa expediente para la declaración de la Trashumancia en Asturias, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 146

Miércoles 18 de junio de 2025

Sec. III. Pág. 81212

llevan a recordar lo dificultoso que es pretender separar el horizonte natural o ambiental
respecto al cultural al definir conceptos como patrimonio o paisaje (Descola 2005;
Lowenthal 2005). Por este motivo, la trashumancia emerge como una manifestación
inmaterial en la que confluyen componentes y apreciaciones relevantes para disciplinas
muy diversas de las Ciencias Sociales, las Humanidades y las Ciencias de la Tierra. En
esta misma línea, la trashumancia conecta la gestión del patrimonio cultural con ámbitos
a veces distanciados de la gobernanza pública, que exceden los límites competenciales
de las direcciones generales o las consejerías de instituciones gubernamentales como el
Principado de Asturias.
Los espacios de pasto.

Los espacios de pasto constituyen una parte consustancial a las manifestaciones
trashumantes reconocibles en el actual territorio asturiano en distintos contextos
históricos. No en vano, se trata de la base que sirve de alimento a los rebaños
ganaderos. Estos aprovechan los diferentes tipos de zonas pastables a través de un
régimen extensivo con diferentes modelos de itinerancia. Los espacios de pasto se
sitúan en una posición dialógica con la trashumancia, ya que constituyen un recurso que
soporta la manifestación inmaterial, y son a la vez resultado de la existencia de la
trashumancia. Esto es así, ya que el propio ganado es uno de los vectores dinámicos
que modifica su composición botánica y altera los procesos de conformación de los
suelos (Osoro et al. 2000; Ferrer et al. 2001). De hecho, podemos plantear que la
trashumancia tiene efectos nítidos en los procesos que configuran la biogeografía del
territorio asturiano (Concepción et al. 2008), generando ecosistemas antropizados de
alto valor para el conjunto de la biodiversidad y la variedad paisajística reconocible en
Asturias (Fernández Salinas 2013).
Entre los espacios de pasto que forman parte de los modelos trashumantes
reconocibles en Asturias a lo largo del tiempo, debemos considerar formaciones
resultado de mayores o menores cotas de antropización del medio, compuestas por
diferentes comunidades de especies, en las que destacan las formaciones herbáceas
(Osoro et al. 2000; Ferrer et al. 2001). En estos espacios es posible establecer
clasificaciones que atiendan a su biodiversidad, los tipos de suelo asociados, su
productividad, su sostenibilidad o capacidad de resiliencia frente a desequilibrios
ambientales, así como las características geográficas que condicionan su desarrollo (e.g.
Beato Bergua et al. 2021). Además, en ellos podemos evaluar qué actividades pastoriles
es posible contemplar; cuáles son las especies o variedades ganaderas a las que se
vinculan; cuándo son aprovechados dentro del ciclo estacional anual; cuál es el equilibrio
existente en esos espacios entre ganadería, agricultura, recolección y aprovechamiento
forestal, además de con las especies animales salvajes con las que conviven; qué
manejos o regímenes pastoriles es posible practicar; y qué procesos culturales, sociales
o simbólicos es posible reconocer en relación con ellos. Todo ello genera observaciones
científicas que hoy podemos enunciar desde la botánica, la biogeografía, la historia
ecológica, la antropología ambiental u otras disciplinas académicas. Pero de todo ello
son también perfectamente conscientes las comunidades humanas protagonistas de
estos manejos ganaderos. Por ello, todos estos rasgos e informaciones son preservados
y transmitidos de generación en generación por las comunidades portadoras a través de
su inserción en los saberes ancestrales. De ello son buen reflejo los topónimos
específicos que suelen denominar los espacios de pasto, que muchas veces denotan
algunos de esos rasgos descritos antes. Todas estas informaciones son también
consideradas cuando se definen y transmiten las pautas de uso pastoril de los diferentes
tipos de espacios de pasto a través de las normas y ordenanzas que pautan su
aprovechamiento colectivo e individual (Fernández Pérez y Vaquero Iglesias 1985;
Concepción 2002; Concepción et al. 2008; Corbera Millán 2013; Rodríguez-Vigil 2021).
De nuevo, esta amplia serie de variables apela a disciplinas, enfoques y cuestiones muy
diversas, que insisten en la necesaria multidisciplinariedad con la que se debe abordar el
estudio y la gestión de la trashumancia (González-Álvarez et al. 2022).

cve: BOE-A-2025-12397
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