Comunidad Autónoma Del Principado de Asturias. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-12397)
Resolución de 14 de mayo de 2025, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deporte, por la que se incoa expediente para la declaración de la Trashumancia en Asturias, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Miércoles 18 de junio de 2025

Sec. III. Pág. 81200

Las familias que desarrollan prácticas pastoriles trasterminantes viven en pueblos y
aldeas situadas a media ladera o en el fondo de los valles asturianos, así como en
algunos sectores de las rasas costeras. En este esquema, las prácticas ganaderas y
agrícolas están interrelacionadas, sin que ninguna de ambas vertientes productivas
domine sobre la otra. Tradicionalmente complementaban su actividad ganadera con
agricultura de pequeña escala, orientada fundamentalmente al autoconsumo familiar,
articulada alrededor de la casería (Gómez Pellón 1995). De hecho, la organización del
trabajo se adapta a los diferentes ciclos de la ganadería y la agricultura, para aprovechar
tanto la productividad de los diferentes espacios agrarios de la aldea y su entorno, como
la capacidad de trabajo que puede desplegar cada unidad familiar (García Fernández 1988;
VV. AA. 2002; García Martínez 2008). En las últimas décadas, esta dedicación ganadera
trasterminante llega incluso a desarrollarse como diversificación de la economía familiar
en la que algunos de sus integrantes trabajan en el sector industrial o de servicios. La
carga afectiva de esta dedicación hace que muchas familias mantengan esta actividad
con un pequeño conjunto de animales, que sostienen gracias al alimento que en buena
medida les proporcionan los espacios comunales y el aprovechamiento del terrazgo
agrario, ahora transformado hacia la producción de forrajes.
Los animales que sostienen los sistemas pastoriles trasterminantes son alimentados
haciendo uso de diversos nichos ecológicos que, gracias a las diferencias en altitud, se
encuentran próximos unos de otros en los valles montañosos del actual territorio
asturiano. Desde las aldeas ubicadas en los valles, las familias aprovechan
estacionalmente los pastizales que se sitúan a mayor altitud en las proximidades de sus
localidades de origen, conduciendo sus ganados durante el verano hacia esas zonas
elevadas. Normalmente, esos terrenos elevados son de propiedad y aprovechamiento
colectivo, cuyo usufructo atiende normas compartidas que cristalizan en el derecho
consuetudinario asturiano (Arias Díaz et al. 2007). Lo habitual es que la aldea estante y
los pastizales queden integrados en la misma unidad administrativa, ya sea la misma
parroquia o el mismo término municipal, aunque también existen casos en los que tales
límites son traspasados a partir de acuerdos privados para el usufructo de pastizales
más distantes. En esos lugares elevados de aprovechamiento estival, se establecen
asentamientos pastoriles estacionales que reciben diferentes denominaciones (brañas,
majadas/mayadas, puertos, morteras, seles, etc.) en función de la parte de Asturias en la
que nos encontremos, además de algunas especificidades funcionales de esos enclaves
en las que nos detendremos más adelante (Concepción 2002; Corbera Millán 2013). En
algunas zonas, como las aldeas más elevadas de Picos de Europa en el límite entre
Asturias y Cantabria, los rebaños descienden durante el inverno a cotas inferiores a los
pueblos permanentes, permaneciendo esos meses más fríos en los denominados
invernales. Con esta denominación en plural, se hace referencia indistintamente al
conjunto de construcciones, en su mayoría cabañas, y a los prados cercados, también
denominados en estos enclaves praderías invernales (Sainz de la Mata 2009: 39).
Normalmente, estos establecimientos se localizan en las inmediaciones de las aldeas
estantes, dentro de sus términos parroquiales, pero también se conocen casos de
movimientos hacia valles inferiores que llegan a sobrepasar incluso los límites
municipales, como se ha documentado en el caso de Sotres (Cabrales), desde donde se
invernaba en localidades de la vertiente llanisca de la Sierra del Cuera (Valladares 2005:
64–65).
La cabaña ganadera de las familias que desarrollaban esta forma de trashumancia
incluía fundamentalmente vacas, ovejas y cabras, aunque también en ciertos casos los
cerdos y las gallinas eran trasladados durante el verano a los pastizales más elevados.
En algunas zonas la trasterminancia incluía también ganado caballar, con casos señeros
como la sierra del Sueve (Álvarez Sevilla 2011; Martínez Vega 2016) y ejemplos menos
conocidos como las sierras interiores del Occidente de Asturias (Bermúdez Gutiérrez et
al. 2003; Martín Cisneros y Bermúdez Gutiérrez 2006). En la actualidad, asistimos a un
proceso de progresiva especialización en una cabaña mayoritaria, que suele ser vacuna,
también con una función especializada, normalmente cárnica, frente a la diversidad de

cve: BOE-A-2025-12397
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Núm. 146