Comunidad Autónoma Del Principado de Asturias. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-12397)
Resolución de 14 de mayo de 2025, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deporte, por la que se incoa expediente para la declaración de la Trashumancia en Asturias, como bien de interés cultural de carácter inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Miércoles 18 de junio de 2025
Sec. III. Pág. 81196
como hacia pequeñas industrias transformadoras que se establecerían en diferentes
villas rurales desde finales del siglo XIX y en diferentes momentos del siglo XX (Maceda
Rubio 1992: 175–76; Lorenzi Fernández 2005).
La consolidación política y social del régimen liberal a lo largo del siglo XIX generó
cambios sustanciales en la propiedad del terrazgo agrario en Asturias. Las antiguas
dependencias de servidumbre articuladas por los poderes eclesiásticos y nobiliarios
decaerán, consecuencia del auge de la burguesía y su creciente participación
inversionista en el sector primario, así como resultado de los procesos desamortizadores.
Por su parte, el fin de los mayorazgos favorecería el desmembramiento de las grandes
propiedades nobiliarias. En consecuencia, de todo ello, algunas extensiones de terreno
pasan a ser controladas por propietarios rurales, que logran la redención de sus foros o
compran sus caserías en subastas públicas; así como por comunidades aldeanas en su
conjunto. Pero también el estado y sus instituciones pasarán a controlar amplias
porciones del territorio a través de nacionalizaciones, consolidándose figuras como los
Montes de Utilidad Pública, de titularidad pública y gestión vecinal, lo que desembocaría
en frecuentes conflictos.
La acción del estado, durante el siglo XX, se interpondrá al sostenimiento de las
prácticas trashumantes, siendo buen ejemplo de ello el impacto de las repoblaciones
forestales llevadas a cabo en época franquista, aprovechándose para ello de la
titularidad pública (estatal, regional, municipal) de amplias extensiones de monte. Este
proceso, particularmente visible en las sierras interiores del occidente asturiano, limitó el
acceso de las comunidades vecinales a los terrenos comunales que les habían servido
como pastos desde la prehistoria reciente. Los intereses del estado para favorecer las
actuaciones forestales se convirtieron en un obstáculo para el sostenimiento de la
ganadería extensiva que aprovechaba monte bajo de terrenos comunales. La
estatalización de su gestión, mediante diferentes planes y figuras legales, fue
particularmente dramática para las formas de trashumancia de valle con ganado menor o
reciella. Este proceso se tornaría en un nuevo aliciente en favor del éxodo rural, dentro
de un programa de acción política coordinado desde las instituciones de la dictadura que
potenciaría, en definitiva, la migración de mano de obra desde el campo hacia los
nuevos polos de desarrollo industrial apoyados por el estado franquista, como el área
central asturiana, o hacia el extranjero para favorecer la recepción de remesas de divisas
(Aceves y Douglass 1976).
La ampliación de escala en el mercado al que van destinados los productos
ganaderos, consecuencia de la globalización creciente de la economía y la
deslocalización de la producción, terminará por romper con la viabilidad de los manejos
trashumantes tradicionales. Durante el siglo XX se impuso un manejo de los rebaños
basado en su estabulación, lo que limitó el aprovechamiento de los espacios más
distantes de las aldeas. Paralelamente, la dependencia de insumos ajenos a la unidad
de producción agraria (piensos, forrajes, suplementos alimenticios, productos
veterinarios) para alimentar las cabañas ganaderas de las familias favoreció la
intensificación y el crecimiento de la unidad productiva. En paralelo, el sistema
productivo mixto agrícola-ganadero de base familiar colapsó (García Martínez 2011a). En
buena parte de Asturias se produce un vuelco generalizado hacia la ganadería, que se
desarrollará en un nuevo marco normativo crecientemente pautado por las políticas
públicas (Fernández García y Rodríguez Gutiérrez 1992). Esto liberaría de la actividad
agraria mucho terreno, que en adelante pasará a producir forrajes para el ganado
estabulado. Así, los rebaños familiares aumentaron en tamaño, mientras las variedades
autóctonas eran sustituidas por razas con mayores tasas de productividad, ya fuesen
para producir leche y sus derivados, o carne.
Esta dinámica de expansión e intensificación de la producción ganadera no ha
dejado de incrementarse a lo largo del último tercio del siglo XX, y las primeras décadas
del siglo XXI. Viene auspiciada por reformas normativas y productivas, entre las cuales la
integración de España en la Política Agraria Común ha sido determinante. A todo este
proceso, se ha sumado en las últimas décadas la financiarización de la economía
cve: BOE-A-2025-12397
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 146
Miércoles 18 de junio de 2025
Sec. III. Pág. 81196
como hacia pequeñas industrias transformadoras que se establecerían en diferentes
villas rurales desde finales del siglo XIX y en diferentes momentos del siglo XX (Maceda
Rubio 1992: 175–76; Lorenzi Fernández 2005).
La consolidación política y social del régimen liberal a lo largo del siglo XIX generó
cambios sustanciales en la propiedad del terrazgo agrario en Asturias. Las antiguas
dependencias de servidumbre articuladas por los poderes eclesiásticos y nobiliarios
decaerán, consecuencia del auge de la burguesía y su creciente participación
inversionista en el sector primario, así como resultado de los procesos desamortizadores.
Por su parte, el fin de los mayorazgos favorecería el desmembramiento de las grandes
propiedades nobiliarias. En consecuencia, de todo ello, algunas extensiones de terreno
pasan a ser controladas por propietarios rurales, que logran la redención de sus foros o
compran sus caserías en subastas públicas; así como por comunidades aldeanas en su
conjunto. Pero también el estado y sus instituciones pasarán a controlar amplias
porciones del territorio a través de nacionalizaciones, consolidándose figuras como los
Montes de Utilidad Pública, de titularidad pública y gestión vecinal, lo que desembocaría
en frecuentes conflictos.
La acción del estado, durante el siglo XX, se interpondrá al sostenimiento de las
prácticas trashumantes, siendo buen ejemplo de ello el impacto de las repoblaciones
forestales llevadas a cabo en época franquista, aprovechándose para ello de la
titularidad pública (estatal, regional, municipal) de amplias extensiones de monte. Este
proceso, particularmente visible en las sierras interiores del occidente asturiano, limitó el
acceso de las comunidades vecinales a los terrenos comunales que les habían servido
como pastos desde la prehistoria reciente. Los intereses del estado para favorecer las
actuaciones forestales se convirtieron en un obstáculo para el sostenimiento de la
ganadería extensiva que aprovechaba monte bajo de terrenos comunales. La
estatalización de su gestión, mediante diferentes planes y figuras legales, fue
particularmente dramática para las formas de trashumancia de valle con ganado menor o
reciella. Este proceso se tornaría en un nuevo aliciente en favor del éxodo rural, dentro
de un programa de acción política coordinado desde las instituciones de la dictadura que
potenciaría, en definitiva, la migración de mano de obra desde el campo hacia los
nuevos polos de desarrollo industrial apoyados por el estado franquista, como el área
central asturiana, o hacia el extranjero para favorecer la recepción de remesas de divisas
(Aceves y Douglass 1976).
La ampliación de escala en el mercado al que van destinados los productos
ganaderos, consecuencia de la globalización creciente de la economía y la
deslocalización de la producción, terminará por romper con la viabilidad de los manejos
trashumantes tradicionales. Durante el siglo XX se impuso un manejo de los rebaños
basado en su estabulación, lo que limitó el aprovechamiento de los espacios más
distantes de las aldeas. Paralelamente, la dependencia de insumos ajenos a la unidad
de producción agraria (piensos, forrajes, suplementos alimenticios, productos
veterinarios) para alimentar las cabañas ganaderas de las familias favoreció la
intensificación y el crecimiento de la unidad productiva. En paralelo, el sistema
productivo mixto agrícola-ganadero de base familiar colapsó (García Martínez 2011a). En
buena parte de Asturias se produce un vuelco generalizado hacia la ganadería, que se
desarrollará en un nuevo marco normativo crecientemente pautado por las políticas
públicas (Fernández García y Rodríguez Gutiérrez 1992). Esto liberaría de la actividad
agraria mucho terreno, que en adelante pasará a producir forrajes para el ganado
estabulado. Así, los rebaños familiares aumentaron en tamaño, mientras las variedades
autóctonas eran sustituidas por razas con mayores tasas de productividad, ya fuesen
para producir leche y sus derivados, o carne.
Esta dinámica de expansión e intensificación de la producción ganadera no ha
dejado de incrementarse a lo largo del último tercio del siglo XX, y las primeras décadas
del siglo XXI. Viene auspiciada por reformas normativas y productivas, entre las cuales la
integración de España en la Política Agraria Común ha sido determinante. A todo este
proceso, se ha sumado en las últimas décadas la financiarización de la economía
cve: BOE-A-2025-12397
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 146