Comunidad Autónoma de Galicia. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-7092)
Resolución de 10 de marzo de 2025, de la Dirección General de Patrimonio Cultural, de la Consellería de Cultura, Lengua y Juventud, por la que se incoa el procedimiento para declarar bien de interés cultural el conjunto de bodegas Cueva de Seadur, en el Ayuntamiento de Larouco (Ourense).
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 8 de abril de 2025
Sec. III. Pág. 48920
cueva. Este último sobresale en toda su longitud del tejado de la bodega, formando un
pretil de unos cuarenta o cincuenta centímetros.
En la fachada principal se abren huecos rectangulares de pequeñas dimensiones
(40 x 40 cm aproximadamente), en los que se sitúan ventanas con batiente de un cuerpo
ciegas, con contra interior, colocadas en la cara exterior para evitar filtraciones.
Las puertas son amplias, de doble hoja, de grandes dimensiones para que entren y
salgan las cubas y los carros en el tiempo de la vendimia. En algún caso cuentan con
una celosía para favorecer la ventilación, que puede ocupar toda la superficie o cubrir
solo la parte superior de la puerta, en este caso lleva contras. Para favorecer su encaje y
alineación, las jambas y dinteles son de materiales resistentes generalmente hechos con
fuertes bastidores y tablas de castaño o roble, y las soleras, de losa de esquisto, pero en
las puertas más robustas cuentan con dinteles, agujas y pies derechos de granito.
Se recurre en varias ocasiones al uso de arcos de descarga para abrir los huecos de
acceso tanto a la bodega como a la cueva. Siempre se abren una o varias buhardillas en
la parte superior de la fachada, elemento muy recurrido, ya que garantiza una ventilación
continua. En la cara interior de los muros en ocasiones se crean nichos de dimensiones
variadas que se usan como despensas.
Las cubiertas están formadas, por lo general, con grades vigas de sección cuadrada
o irregular, que se disponen paralelas a la fachada, apoyadas en los muros medianeros
de carga. Sobre ellas se colocan pontones perpendiculares a la fachada, cada 40 o 50
centímetros, que son los encargados de soportar las tablas sobre las que se coloca la
pizarra.
Tanto las vigas como los pontones suelen ser de castaño. Las pendientes son
homogéneas en todos los tejados. Es muy característico que la cubierta sobresalga de la
línea de fachada a modo de voladizo unos cuarenta centímetros, en toda su longitud.
La excavación en la cueva se acomete perpendicular a la entrada y se va
dimensionando según las necesidades de la producción y la cantidad de vino que se
tenía que almacenar. Se comenzaba excavando el pasillo o caño de flecha variable, y
después, a cada lado, los nichos. En la mayor parte de los casos el terreno es resistente
y quedan sus paramentos con el terreno natural vistos. Sin embargo, en algunas zonas,
cuando el terreno no alcanza la resistencia adecuada, se refuerzan las áreas
comprometidas estructuralmente con bóvedas, arcos o dinteles de granito, pizarra o
madera para garantizar la estabilidad estructural. En la propia pared de la cueva, tanto
excavada como aparejada, pueden aparecer a media altura pequeñas repisas para dar
servicio.
Los combos pueden estar excavados en la roca al mismo tiempo que la cueva,
o bien constituir un elemento independiente, fabricado con pizarra y otras mamposterías.
A veces son simplemente vigas de cantería, madera u hormigón colocadas sobre el
suelo en los extremos longitudinales de los nichos.
Por lo que se refiere a los materiales, en el mapa geológico de la comarca se encuentra
una variación significativa en el estrato, lo que comporta que en muy pocos metros
podemos encontrarnos distintos tipos de suelos. En consecuencia, las mamposterías de
granito y esquisto que conviven en las fachadas constituyen un paramento entero por
tramos discontinuos. Los muros son de dos tipos, por un lado, de mampostería de granito
con piedras de labra ruda aparejadas de forma irregular asentadas entre ripios y losas,
generalmente en seco. Y, por otra parte, tenemos mampostería de esquisto hecho con
losas y tacos de distintos tamaños, reforzada en algunas esquinas o encuentros con piedras
de granito. De igual manera, podemos distinguir en los paramentos cantos rodados o
guijarros, procedentes de los lechos de los ríos. Mayoritariamente, los muros quedan vistos
con la mampostería a la vista de labra tosca, pero a veces las juntas aparecen enfoscadas
con bandas de mortero de barro encalado. Alguna fachada también conserva el enfoscado
de mortero de barro encalado en toda su superficie. En su paramento interior siempre
quedan vistos.
Las mamposterías de los muros principales son las más cuidadas, se usaron piedras
bien escogidas y cuidadosamente asentadas seleccionando losas de poco peso y lo más
cve: BOE-A-2025-7092
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Núm. 85
Martes 8 de abril de 2025
Sec. III. Pág. 48920
cueva. Este último sobresale en toda su longitud del tejado de la bodega, formando un
pretil de unos cuarenta o cincuenta centímetros.
En la fachada principal se abren huecos rectangulares de pequeñas dimensiones
(40 x 40 cm aproximadamente), en los que se sitúan ventanas con batiente de un cuerpo
ciegas, con contra interior, colocadas en la cara exterior para evitar filtraciones.
Las puertas son amplias, de doble hoja, de grandes dimensiones para que entren y
salgan las cubas y los carros en el tiempo de la vendimia. En algún caso cuentan con
una celosía para favorecer la ventilación, que puede ocupar toda la superficie o cubrir
solo la parte superior de la puerta, en este caso lleva contras. Para favorecer su encaje y
alineación, las jambas y dinteles son de materiales resistentes generalmente hechos con
fuertes bastidores y tablas de castaño o roble, y las soleras, de losa de esquisto, pero en
las puertas más robustas cuentan con dinteles, agujas y pies derechos de granito.
Se recurre en varias ocasiones al uso de arcos de descarga para abrir los huecos de
acceso tanto a la bodega como a la cueva. Siempre se abren una o varias buhardillas en
la parte superior de la fachada, elemento muy recurrido, ya que garantiza una ventilación
continua. En la cara interior de los muros en ocasiones se crean nichos de dimensiones
variadas que se usan como despensas.
Las cubiertas están formadas, por lo general, con grades vigas de sección cuadrada
o irregular, que se disponen paralelas a la fachada, apoyadas en los muros medianeros
de carga. Sobre ellas se colocan pontones perpendiculares a la fachada, cada 40 o 50
centímetros, que son los encargados de soportar las tablas sobre las que se coloca la
pizarra.
Tanto las vigas como los pontones suelen ser de castaño. Las pendientes son
homogéneas en todos los tejados. Es muy característico que la cubierta sobresalga de la
línea de fachada a modo de voladizo unos cuarenta centímetros, en toda su longitud.
La excavación en la cueva se acomete perpendicular a la entrada y se va
dimensionando según las necesidades de la producción y la cantidad de vino que se
tenía que almacenar. Se comenzaba excavando el pasillo o caño de flecha variable, y
después, a cada lado, los nichos. En la mayor parte de los casos el terreno es resistente
y quedan sus paramentos con el terreno natural vistos. Sin embargo, en algunas zonas,
cuando el terreno no alcanza la resistencia adecuada, se refuerzan las áreas
comprometidas estructuralmente con bóvedas, arcos o dinteles de granito, pizarra o
madera para garantizar la estabilidad estructural. En la propia pared de la cueva, tanto
excavada como aparejada, pueden aparecer a media altura pequeñas repisas para dar
servicio.
Los combos pueden estar excavados en la roca al mismo tiempo que la cueva,
o bien constituir un elemento independiente, fabricado con pizarra y otras mamposterías.
A veces son simplemente vigas de cantería, madera u hormigón colocadas sobre el
suelo en los extremos longitudinales de los nichos.
Por lo que se refiere a los materiales, en el mapa geológico de la comarca se encuentra
una variación significativa en el estrato, lo que comporta que en muy pocos metros
podemos encontrarnos distintos tipos de suelos. En consecuencia, las mamposterías de
granito y esquisto que conviven en las fachadas constituyen un paramento entero por
tramos discontinuos. Los muros son de dos tipos, por un lado, de mampostería de granito
con piedras de labra ruda aparejadas de forma irregular asentadas entre ripios y losas,
generalmente en seco. Y, por otra parte, tenemos mampostería de esquisto hecho con
losas y tacos de distintos tamaños, reforzada en algunas esquinas o encuentros con piedras
de granito. De igual manera, podemos distinguir en los paramentos cantos rodados o
guijarros, procedentes de los lechos de los ríos. Mayoritariamente, los muros quedan vistos
con la mampostería a la vista de labra tosca, pero a veces las juntas aparecen enfoscadas
con bandas de mortero de barro encalado. Alguna fachada también conserva el enfoscado
de mortero de barro encalado en toda su superficie. En su paramento interior siempre
quedan vistos.
Las mamposterías de los muros principales son las más cuidadas, se usaron piedras
bien escogidas y cuidadosamente asentadas seleccionando losas de poco peso y lo más
cve: BOE-A-2025-7092
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Núm. 85