Administración Local. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-4166)
Resolución de 18 de febrero de 2025, del Consejo Insular de Mallorca (Illes Balears), referente a la modificación del expediente de declaración como bien de interés cultural de Can Vivot.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 1 de marzo de 2025
Sec. III. Pág. 28828
Esta explicación inicial da las claves de la calidad de las piezas que se encuentran
en el interior del casal, pero también de la relevancia de su configuración dentro del
espacio, dado que se trataba de escenografías cuidadosamente pensadas y mantenidas
en el tiempo donde se mostraba no sólo la riqueza o las relaciones comerciales de la
familia, sino también su bagaje cultural y vínculos internacionales, aquí demostrados no
sólo en la elección de los artistas que configuran el programa, sino también en la
biblioteca, desde el principio concebida dentro del eje de los espacios de representación.
Esta información contextual también explica los pocos cambios producidos en su
configuración inicial, pues no ha habido ninguna incorporación relevante en cuanto a
mobiliario, pintura o decoración más allá de la mitad del siglo XIX. Y tampoco se
constatan salidas de piezas, pues incluso en momentos de menos pujanza económica, la
configuración del patrimonio familiar y de estos espacios de prestigio, eran un valor a
mantener.
La configuración inicial del actual casal viene de la intervención de Juan Sureda y
Villalonga, quien lo heredó y lo amplió después de adquirir las casas adyacentes de la
calle de casa Savellà –de configuración medieval, todavía visible tanto en fachada como
en el interior–, programando una gran intervención de la cual no se ha publicado la
autoría, generando lo que el año 1712 ya se llama en la documentación como la «casa
nueva». Se configura entonces un casal barroco de planta rectangular con fachadas en
dos calles con puerta principal en la de Can Savellà y un gran patio –uno de los más
relevantes de Palma y único en tipología. En orden de recorrido, al subir la escalera se
encontraban una sucesión de espacios de prestigio que se han preservado, que son las
que se tratan en este expediente y que venden referenciados tanto a la bibliografía como
la declaración de 1973.
Una parte muy relevante de la configuración decorativa de estas salas viene dada
por las pinturas murales de Giuseppe Dardarone que se extienden a los techos de seis
salas, y que ocupan el friso alto y las vueltas, junto con composiciones estucadas que
unen vuelta y muro, y que según Sebastián serían concebidas por una «mente
ordenadora», una planificación decorativa dedicada a la exaltación política de los
Borbons, un hecho comprensible vista la implicación del promotor con la causa de Felip
V, que le valió la concesión del título de Marquès de Vivot el año 1717. Este impulso
inicial fue continuado por sus herederos, y sin lugar a dudas conservado con muy pocas
variaciones durante siglos. Este informe no tratará sobre estos frescos ni estucos,
aunque son elementos de gran valor, dado que ya son protegidos en la declaración del
año 1973 y no es el objeto de este expediente.
Antes de abordar la descripción de los espacios, hay que hacer un último apunte
sobre el proceso de adquisición de las pinturas y mobiliario que los configura. El texto de
Marià Carbonell sobre «Coleccionismo e importación de pintura en Mallorca en época
moderna» (CARBONELL 2000) da las claves sobre el proceso de adquisición de piezas
por parte de las familias nobles mallorquinas del momento, apuntando sobre todo a la
habitual actividad comercial de estas, añadiendo la actividad militar, las relaciones
políticas y los vínculos eclesiásticos. Siguiendo a este autor, si bien en el siglo XVI e
inicios del XVII los referentes eran sobre todo valencianos, a partir de la mitad del siglo
XVIII pasan a ser italianos (ya sea de autoría italiana, como es el caso de Dardarone, o
de artistas locales de formación italiana como Guillem Mesquida o Gabriel Femenia). En
este sentido, fue muy relevante el papel de la Orden de San Juan, que estimuló el
comercio entre Mallorca y Malta y que sirvió de mediadora para la llegada de pintura
italiana y maltesa en Mallorca, que se sumaron a otros puntos de procedencia de las
piezas como Flandes. En la misma línea, otros autores (ALGODONERO 1920) apuntan
en la frecuencia de los viajes de los caballeros mallorquines a Italia, y como eso explica
la influencia italiana en los edificios de esta época y en sus interiores.
Si bien la familia Sureda no fue coleccionista como tal –tal como afirma Carbonell, en
Mallorca son muy contados, destacando figuras como Tomàs de Verí o el Cardenal
Despuig–, acudieron a las mismas fuentes de adquisición durante esta época, e
igualmente se hicieron con piezas de gran calidad. De hecho, en la mayoría de casales
cve: BOE-A-2025-4166
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 52
Sábado 1 de marzo de 2025
Sec. III. Pág. 28828
Esta explicación inicial da las claves de la calidad de las piezas que se encuentran
en el interior del casal, pero también de la relevancia de su configuración dentro del
espacio, dado que se trataba de escenografías cuidadosamente pensadas y mantenidas
en el tiempo donde se mostraba no sólo la riqueza o las relaciones comerciales de la
familia, sino también su bagaje cultural y vínculos internacionales, aquí demostrados no
sólo en la elección de los artistas que configuran el programa, sino también en la
biblioteca, desde el principio concebida dentro del eje de los espacios de representación.
Esta información contextual también explica los pocos cambios producidos en su
configuración inicial, pues no ha habido ninguna incorporación relevante en cuanto a
mobiliario, pintura o decoración más allá de la mitad del siglo XIX. Y tampoco se
constatan salidas de piezas, pues incluso en momentos de menos pujanza económica, la
configuración del patrimonio familiar y de estos espacios de prestigio, eran un valor a
mantener.
La configuración inicial del actual casal viene de la intervención de Juan Sureda y
Villalonga, quien lo heredó y lo amplió después de adquirir las casas adyacentes de la
calle de casa Savellà –de configuración medieval, todavía visible tanto en fachada como
en el interior–, programando una gran intervención de la cual no se ha publicado la
autoría, generando lo que el año 1712 ya se llama en la documentación como la «casa
nueva». Se configura entonces un casal barroco de planta rectangular con fachadas en
dos calles con puerta principal en la de Can Savellà y un gran patio –uno de los más
relevantes de Palma y único en tipología. En orden de recorrido, al subir la escalera se
encontraban una sucesión de espacios de prestigio que se han preservado, que son las
que se tratan en este expediente y que venden referenciados tanto a la bibliografía como
la declaración de 1973.
Una parte muy relevante de la configuración decorativa de estas salas viene dada
por las pinturas murales de Giuseppe Dardarone que se extienden a los techos de seis
salas, y que ocupan el friso alto y las vueltas, junto con composiciones estucadas que
unen vuelta y muro, y que según Sebastián serían concebidas por una «mente
ordenadora», una planificación decorativa dedicada a la exaltación política de los
Borbons, un hecho comprensible vista la implicación del promotor con la causa de Felip
V, que le valió la concesión del título de Marquès de Vivot el año 1717. Este impulso
inicial fue continuado por sus herederos, y sin lugar a dudas conservado con muy pocas
variaciones durante siglos. Este informe no tratará sobre estos frescos ni estucos,
aunque son elementos de gran valor, dado que ya son protegidos en la declaración del
año 1973 y no es el objeto de este expediente.
Antes de abordar la descripción de los espacios, hay que hacer un último apunte
sobre el proceso de adquisición de las pinturas y mobiliario que los configura. El texto de
Marià Carbonell sobre «Coleccionismo e importación de pintura en Mallorca en época
moderna» (CARBONELL 2000) da las claves sobre el proceso de adquisición de piezas
por parte de las familias nobles mallorquinas del momento, apuntando sobre todo a la
habitual actividad comercial de estas, añadiendo la actividad militar, las relaciones
políticas y los vínculos eclesiásticos. Siguiendo a este autor, si bien en el siglo XVI e
inicios del XVII los referentes eran sobre todo valencianos, a partir de la mitad del siglo
XVIII pasan a ser italianos (ya sea de autoría italiana, como es el caso de Dardarone, o
de artistas locales de formación italiana como Guillem Mesquida o Gabriel Femenia). En
este sentido, fue muy relevante el papel de la Orden de San Juan, que estimuló el
comercio entre Mallorca y Malta y que sirvió de mediadora para la llegada de pintura
italiana y maltesa en Mallorca, que se sumaron a otros puntos de procedencia de las
piezas como Flandes. En la misma línea, otros autores (ALGODONERO 1920) apuntan
en la frecuencia de los viajes de los caballeros mallorquines a Italia, y como eso explica
la influencia italiana en los edificios de esta época y en sus interiores.
Si bien la familia Sureda no fue coleccionista como tal –tal como afirma Carbonell, en
Mallorca son muy contados, destacando figuras como Tomàs de Verí o el Cardenal
Despuig–, acudieron a las mismas fuentes de adquisición durante esta época, e
igualmente se hicieron con piezas de gran calidad. De hecho, en la mayoría de casales
cve: BOE-A-2025-4166
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 52