Administración Local. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-4166)
Resolución de 18 de febrero de 2025, del Consejo Insular de Mallorca (Illes Balears), referente a la modificación del expediente de declaración como bien de interés cultural de Can Vivot.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 1 de marzo de 2025

Sec. III. Pág. 28837

citando a Juan Sureda Villalonga como principal promotor del conjunto, deduciendo que
«quisiera hacer en su palacio de Palma algo semejante al «salón de las empresas del rey»
que el arquitecto Felipe Juvara proyectó en 1736 en La Granja. Era claro el deseo de adular
a Felipe V en el Salón del Trono, el espacio destinado a la recepción del rey cuando éste
viniera en Palma».
Aina Pascual y Donald Murray (MURRAY I PASCUAL 1988, 22), como muchos otros
autores que han descrito la casa, citan los diferentes espacios de prestigio, la sala de la
Música o de los Tapices, la Biblioteca, la capilla o la alcoba. En relación a los estrados,
apuntan que «en la distribución de los espacios reformados, se siguió la normativa del
siglo XVII que imponía la sucesión de «estrados», puestos de moda por los Austrias. Así,
a partir de la gran sala de entrada –llamada Sala de Armas por los blasones que la
decoran– se suceden los estrados de rigor y, finalmente, la alcoba».
B. Ghisleri (GHISLERI 1982, 8) apunta que «los interiores se reparten en dos zonas
perfectamete diferenciadas: una de ellas habilitada para la vivienda y otra dedicada a lo
que se podría llamar «la historia viva del palacio». Más adelante el mismo autor apunta
que «en la época en que se construyó la mansión, cada detalle de la decoración se
hacía pensando en el lugar donde iba a ser colocado; todo tenía su sitio y fuera de él
perdían parte de la vida para la que habían sido creados».
Estas citas resumen aquello que las fuentes apuntan sobre las salas de
representación y su mobiliario destacado, que se han mantenido inmutables en gran
parte, aunque con respecto a pinturas de pequeño formato, o muebles locales de
pequeño tamaño, ha podido haber una cierta movilidad, sobre todo en espacios
concretos, como reflejan las fotografías históricas y la descripción de la memoria.
Si todos los estudios nos remiten a los espacios de representación como los más
característicos a nivel decorativo, en los cuales se invertían todos los esfuerzos y donde
se resumía toda la carga histórica y representativa de la familia, estos van, desde la
calle, pasando por el patio y subiendo a la planta noble desde la entrada hasta la alcoba.
Se incluye en este caso también el comedor, como espacio creado más tardíamente y
con una configuración propia.
Sobre los criterios de movilidad de los bienes muebles vinculados, en informes
anteriores relativos a otros expedientes, la entidad consultiva había pedido restringir a
determinados espacios que habían permanecido inmutables el criterio de fijeza de
aquellos bienes muebles en aquel espacio (en nivel de vinculación 1, según se explica a
los criterios de intervención).
En el caso de Can Vivot, según las fuentes, la mayoría de los espacios decorados y
configurados en los siglos XVII y XVIII han permanecido sin grandes cambios,
probablemente porque se habían configurado desde la planificación de lo que tenían que
ser como espacios de representación. Así lo apuntan Marella Caracciolo y Francesco
Venturi: «Durante el transcurso de tres siglos el interior de can Vivot, por ejemplo,
apenas ha sido modificado. El amplio salón, con sus tapices italianos y flamencos, sus
pinturas y su despliegue de espejos y cornucopias colgados de las paredes, es uno de
los más magníficos de la Ciudad» (1996, 72). Otros autores, como Santiago Sebastián,
citaban los indicios de planificación de esta decoración. Fruto de esta realidad, de la
necesidad de conservar una decoración concebida y conservada a lo largo de los siglos,
se han fijado los criterios de movilidad establecidos en el anexo de bienes muebles y
explicados al correspondiente apartado, que permite la movilidad de pinturas y muebles
en los espacios donde esta se ha producido (nivel 2), y fija en espacios concretos la
ubicación de los bienes que no se han movido durante siglos, con el fin de preservar
estos valores (nivel 1, mantener en aquel espacio donde se ha encontrado durante
siglos).
Sobre la posibilidad de llevar a cabo una selección de los bienes más representativos
o una muestra de los mismos, hay que acudir al valor de la acumulación, la cantidad, que
formaba parte de los efectos buscados en la planificación decorativa. Según apunta
Massot (MARQUES, 40) «La demostración del lujo también se manifiesta en la
multiplicación de los objetos de uso ordinario o de naturaleza funcional, por ello

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