Ministerio de La Presidencia, Justicia y Relaciones Con Las Cortes. III. Otras disposiciones. Protección Civil. (BOE-A-2024-26452)
Orden PJC/1430/2024, de 16 de diciembre, por la que se publica el Acuerdo del Consejo de Seguridad Nacional de 15 de octubre de 2024, por el que se aprueba la Estrategia Nacional de Protección Civil.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 304
Miércoles 18 de diciembre de 2024
Sec. III. Pág. 173940
Ordenar los recursos de forma transparente, homogénea y que garantice su
interoperabilidad y la asistencia entre las diferentes Administraciones Públicas.
Garantizar la capacidad de las diferentes Administraciones Públicas para hacer
frente a las amenazas correspondientes a su nivel de planificación y respuesta.
Incrementar la resiliencia de la sociedad mediante el impulso de la cultura preventiva,
incorporando a cuantos actores puedan ser relevantes para garantizar un nivel óptimo de
seguridad en situaciones de catástrofes.
En torno a estos objetivos, la Estrategia establece 58 las líneas de acción (L.A.), que
incorporan a su vez elementos de alineación o convergencia con medidas europeas e
internacionales, reflejo de la naturaleza global de la mayoría de las amenazas a la
Seguridad Nacional.
Como conclusión, debe señalarse que la integración del Sistema Nacional de
Protección Civil en el Sistema de Seguridad Nacional permite al Gobierno de la nación
afrontar la gestión de las amenazas y los riesgos con un enfoque integral.
CAPÍTULO 2
Riesgos en el ámbito de la protección civil
Introducción.
La protección civil es una disciplina encargada de prevenir, mitigar y responder a
situaciones de emergencia o catástrofes que puedan poner en peligro la seguridad y
bienestar de la población. Desempeña un papel crucial en la salvaguarda de la vida, la
propiedad y el entorno ante situaciones de emergencia o catástrofes.
Sin embargo, en el ejercicio de sus funciones, este ámbito se enfrenta a diversos
riesgos. Es crucial comprender y abordar estos riesgos para fortalecer la capacidad de
respuesta y protección de la sociedad, con la finalidad de llevar a cabo una planificación
meticulosa para garantizar una respuesta eficiente y efectiva.
Los riesgos en el ámbito de la protección civil pueden clasificarse en diferentes
categorías: naturales y antropogénicos.
En primer lugar, los riesgos naturales representan un peligro significativo.
Fenómenos como terremotos, inundaciones, maremotos, tormentas, incendios forestales
y eventos climáticos extremos pueden desencadenar emergencias de gran magnitud. La
gestión de estos riesgos implica no solo la anticipación de su ocurrencia, sino también la
preparación para mitigar sus efectos y la capacidad de respuesta rápida y coordinada
durante y después del evento.
Los riesgos tecnológicos, por otro lado, están asociados a actividades humanas y
tecnológicas que pueden generar emergencias, como accidentes industriales, fugas
químicas, colapsos estructurales o los que pueden dan lugar a contaminación radiológica
que pueden tener consecuencias devastadoras. La complejidad de estos riesgos
demanda una preparación específica y una capacidad de respuesta adaptada a
situaciones tecnológicas. La protección civil debe adaptarse a la naturaleza específica de
estos eventos, incorporando protocolos y estrategias especializadas para hacer frente a
desafíos tecnológicos emergentes.
En el ámbito social, la vulnerabilidad de la población se convierte en un factor crítico.
Además, incluye aspectos como la densidad demográfica, la pobreza, la falta de acceso
a servicios básicos, la edad media de la población y el nivel de formación sobre las
medidas de prevención. Estos factores pueden aumentar la magnitud de las catástrofes
y dificultar la ejecución de acciones de protección civil. La inclusión de un enfoque
socialmente consciente en las estrategias de protección civil es esencial para abordar las
disparidades y garantizar una respuesta equitativa.
El deterioro del medio ambiente y el cambio climático son quizás los desafíos más
importantes del siglo XXI, que únicamente a partir de la década de los años setenta
comenzaron a tratarse desde un enfoque internacional. Las soluciones a estos
cve: BOE-A-2024-26452
Verificable en https://www.boe.es
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Núm. 304
Miércoles 18 de diciembre de 2024
Sec. III. Pág. 173940
Ordenar los recursos de forma transparente, homogénea y que garantice su
interoperabilidad y la asistencia entre las diferentes Administraciones Públicas.
Garantizar la capacidad de las diferentes Administraciones Públicas para hacer
frente a las amenazas correspondientes a su nivel de planificación y respuesta.
Incrementar la resiliencia de la sociedad mediante el impulso de la cultura preventiva,
incorporando a cuantos actores puedan ser relevantes para garantizar un nivel óptimo de
seguridad en situaciones de catástrofes.
En torno a estos objetivos, la Estrategia establece 58 las líneas de acción (L.A.), que
incorporan a su vez elementos de alineación o convergencia con medidas europeas e
internacionales, reflejo de la naturaleza global de la mayoría de las amenazas a la
Seguridad Nacional.
Como conclusión, debe señalarse que la integración del Sistema Nacional de
Protección Civil en el Sistema de Seguridad Nacional permite al Gobierno de la nación
afrontar la gestión de las amenazas y los riesgos con un enfoque integral.
CAPÍTULO 2
Riesgos en el ámbito de la protección civil
Introducción.
La protección civil es una disciplina encargada de prevenir, mitigar y responder a
situaciones de emergencia o catástrofes que puedan poner en peligro la seguridad y
bienestar de la población. Desempeña un papel crucial en la salvaguarda de la vida, la
propiedad y el entorno ante situaciones de emergencia o catástrofes.
Sin embargo, en el ejercicio de sus funciones, este ámbito se enfrenta a diversos
riesgos. Es crucial comprender y abordar estos riesgos para fortalecer la capacidad de
respuesta y protección de la sociedad, con la finalidad de llevar a cabo una planificación
meticulosa para garantizar una respuesta eficiente y efectiva.
Los riesgos en el ámbito de la protección civil pueden clasificarse en diferentes
categorías: naturales y antropogénicos.
En primer lugar, los riesgos naturales representan un peligro significativo.
Fenómenos como terremotos, inundaciones, maremotos, tormentas, incendios forestales
y eventos climáticos extremos pueden desencadenar emergencias de gran magnitud. La
gestión de estos riesgos implica no solo la anticipación de su ocurrencia, sino también la
preparación para mitigar sus efectos y la capacidad de respuesta rápida y coordinada
durante y después del evento.
Los riesgos tecnológicos, por otro lado, están asociados a actividades humanas y
tecnológicas que pueden generar emergencias, como accidentes industriales, fugas
químicas, colapsos estructurales o los que pueden dan lugar a contaminación radiológica
que pueden tener consecuencias devastadoras. La complejidad de estos riesgos
demanda una preparación específica y una capacidad de respuesta adaptada a
situaciones tecnológicas. La protección civil debe adaptarse a la naturaleza específica de
estos eventos, incorporando protocolos y estrategias especializadas para hacer frente a
desafíos tecnológicos emergentes.
En el ámbito social, la vulnerabilidad de la población se convierte en un factor crítico.
Además, incluye aspectos como la densidad demográfica, la pobreza, la falta de acceso
a servicios básicos, la edad media de la población y el nivel de formación sobre las
medidas de prevención. Estos factores pueden aumentar la magnitud de las catástrofes
y dificultar la ejecución de acciones de protección civil. La inclusión de un enfoque
socialmente consciente en las estrategias de protección civil es esencial para abordar las
disparidades y garantizar una respuesta equitativa.
El deterioro del medio ambiente y el cambio climático son quizás los desafíos más
importantes del siglo XXI, que únicamente a partir de la década de los años setenta
comenzaron a tratarse desde un enfoque internacional. Las soluciones a estos
cve: BOE-A-2024-26452
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