Ministerio de Cultura. III. Otras disposiciones. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2024-23935)
Resolución de 7 de noviembre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de «La apicultura en España» como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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Sábado 16 de noviembre de 2024

Sec. III. Pág. 148401

de sociabilidad y relación familiar similares a los que se producen en otras actividades
vinculadas a la actividad primaria. La participación de mujeres y varones da pie a
plantear el papel de ambos en la transmisión de conocimientos, aunque cada cual en los
procesos en los que fueron interviniendo. Actualmente la apicultura es una tarea a la que
se han incorporado mujeres con un protagonismo en distintas fases que antaño les
resultaba ajeno. Esto es más importante hoy en día, cuando los procesos de «valor
añadido» relacionados con el acabado, elaboraciones y la imagen del producto, cobran
tanta importancia; un ámbito agropecuario donde las mujeres cada vez se están
integrando más (Ball, 2020).
A las labores descritas, en las tres fases principales (captura de enjambres o
enjambrazón, cata y colado) de la apicultura tradicional, cabe añadir un procedimiento de
gran importancia sobre todo en la zona meridional peninsular y en la apicultura moderna:
La trashumancia, que generalmente se ha realizado y se realiza por la noche.
La apicultura moderna profesional es eminentemente trashumante. Se puede afirmar
que muchas de las zonas de la España peninsular referenciadas a finales del siglo XX se
mantienen. En las Islas Baleares, la trashumancia apícola tiene un carácter residual. En
cuanto a las islas Canarias, la principal zona de trashumancia es la de las cañadas del
Teide donde, por ser parque natural, es necesaria una autorización y en la que se
aprovecha sobre todo la floración de tajinaste rojo y retama blanca.
Finalmente, cabe mencionar, dentro de la práctica moderna, la apicultura urbana, de
carácter estante y centrada en la polinización, la detección de la calidad ambiental de la
ciudad y con fines educativos, más que de elaboración de productos. De hecho, esta
última está prohibida en ciudades, como actividad ganadera profesional, aunque sí que
se regula la actividad apícola urbana de explotaciones de autoconsumo. La introducción
y desarrollo de esta modalidad de apicultura abre la puerta a algunas iniciativas de
salvaguardia en el terreno educativo, el científico o el gastronómico.
4.2 Productos obtenidos y elaboraciones. Aunque hoy día se aprovechan otros
productos apícolas, los dos tradicionales son la miel y la cera. La primera se solía
consumir líquida, aunque era posible también el consumo de brescas. El uso de este
producto ha sido fundamental como edulcorante, sobre todo hasta la comercialización
del azúcar de caña. Era una importante fuente energética. Pero no solo eso, sino que se
le conocían virtudes terapéuticas, sobre todo en afectaciones respiratorias, combinada
con eucalipto, con limón o con infusión de tomillo o romero, y también para curar heridas
o golpes en personas y animales.
La miel puede y podía ser tradicionalmente de diversas flores (milflores), monofloral o
de mielada (de una secreción del roble y la encina). Las innovaciones tecnológicas
aportadas por la apicultura profesional han ido impulsando el descubrimiento de nuevas
mieles monoflorales. Como ejemplo de la diversidad productiva, podemos indicar que en
Murcia se produce la miel de romero, la de flor de azahar, la de espliego y la miel de
milflores o la miel de limón. Todas ellas están también presentes en la Comunitat
Valenciana. En Cantabria, además de la miel de milflores, se elabora de eucalipto (en
zona de costa o cercana a ella), de mielada (roble y encina), de brezo (en área
lebaniega) y de calluna (en zona meridional). En Tenerife, es particular el
aprovechamiento de floraciones como las de agave, tajinaste o tedeste mientras otras
como el brezo o el cantueso se aprovechan también en diversos territorios peninsulares.
Resulta imprescindible entender la apicultura en su relación con los usos y consumos
domésticos, comunitarios y rituales de la miel. La elaboración de dulces en tiempos de
fiesta y celebración constituyen ocasiones para el reencuentro de la familia extensa, la
colaboración vecinal y a veces la cooperación comunal. El papel de las mujeres en estas
secuencias es central, sin que excluya la colaboración muy frecuente de hombres.
De la miel se conoce un amplio uso culinario como ingrediente de platos de carne, de
postre o de licores como el orujo. En Bardenas Reales de Navarra la miel se usaba para
elaborar refrescos caseros, chinchorras (torta de manteca de cerdo tradicional en La
Rioja), farinetas, turrones, torrijas o mezclada con vino; también para merendar con pan
y arrope. Además, es conocido su uso como ingrediente del turrón, con una presencia en

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