Ministerio de Cultura. III. Otras disposiciones. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2024-23935)
Resolución de 7 de noviembre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de «La apicultura en España» como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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Sábado 16 de noviembre de 2024

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tierras valencianas de la que ya se hacía eco en el siglo XVIII el botánico Cavanilles. En
Andalucía y Extremadura son muy importantes los dulces de miel como pestiños y rosas
o flores enmeladas. También las «melojas» de calabaza, sidra u otras frutas, realizadas
con aguamiel como aprovechamiento de la miel residual de los panales y formas de
conservación de frutas.
En cuanto a la cera, ha sido muy extendido su uso para elaborar velas, candelas o
para uso medicinal para personas o también para animales o, en agricultura, para
injertos. En zonas montañosas de Cantabria se usaba también para untar esquíes y
palas y era un producto de alto valor hasta el punto de que está registrado su uso como
moneda o tributo entre los siglos XIV y XVIII.
Sobre otros productos, se puede mencionar la jalea real, que no era usada
tradicionalmente, pero que a mediados del siglo XX era explotada por sus atribuciones
medicinales. Tanto la jalea como otros productos como el propóleo forman parte de las
innovaciones introducidas con el desarrollo profesional de la apicultura moderna.
4.3 Oficios y actividades derivadas vinculados con la apicultura. Varios oficios que
se mantienen plenamente, cuya actividad se ha subsumido en otros trabajos o muchos
de los cuales han desaparecido están relacionados con la actividad apícola por lo que
les aporta o lo que les aportaba tradicionalmente o por lo que puede o podía ofrecer una
relación de intercambio recíproco con ella. En primer lugar, algunos mantenían relación
para la fabricación de colmenas. Es el caso, por ejemplo, del mimbrero, del carricero, del
«alambraire» o «porgadoraire» (que trabajaba con alambre) o del carpintero. Un
segundo grupo de oficios está relacionado con la construcción de edificaciones para la
apicultura fijista. Por ejemplo, el «paredador» realizaba construcciones en piedra seca en
Menorca o el albañil podía también trabajar en este tipo de construcción.
En tercer lugar, podemos hablar de actividades primarias como son la agricultura, la
ganadera no apícola y las labores de siega. En cuanto a la primera, la floración de
cultivos supone una relación potencial con agricultores y agricultoras con acuerdos que
puedan hacer posible disponer colmenas en sus terrenos para aprovechar los beneficios
del pecoreo (extracción de polen) para la polinización, sea con aportaciones monetarias
o de producto.
En cuanto a la ganadería no apícola, se conoce el intercambio de miel o de cera por
corderos, leche o lana, por lo menos en el caso de las Bardenas Reales de Navarra. Por
otra parte, en el primer cuarto de siglo XX, en el pirineo leridano, el «bordaler» (que
cuidaba el ganado bovino en la cabaña denominada «borda») podía combinar esta tarea
con la de abejero o «abellaire» (apicultor). La apicultura tiene un carácter
complementario de otras actividades primarias y supone una relación con ellas.
Finalmente, hay estudios que apuntan que había segadores que seguían la misma ruta
que apicultores que trashumaban entre la localidad valenciana de Ayora y zonas de
cultivo de Soria.
Un cuarto grupo de oficios es el vinculado con elaboraciones de productos de la
actividad apícola. Se encuentran entre ellos cereros, cacharreros o pellejeros, que
hacían compra y venta ambulante de cera, y lagareros, que elaboraban ceras al por
mayor. También se puede incluir aquí el oficio de mielero, melero o –en la Alcarria,
«peñalvero»– que vendía miel como arriero ambulante. Finalmente, un oficio ya
desaparecido es el de agualojero o alojero: Tradicionalmente ejercido por pasiegos
cántabros y que consistía en la venta ambulante de «agualoja» o «aloja». La actividad
que se desarrollaba por la zona y también hacia toda Castilla. Los oficios de maestro o
maestra turronero y de repostero o repostera podrían ser considerados también en
relación con esta actividad.
Finalmente, hay que apuntar la relación conflictiva que, sobre 1960, tenían algunos
apicultores con esencieros que cortaban hierbas aromáticas en tiempo de floración y que
supuso que se acabara legislando al respecto. Una actividad particular, vinculada a los
daños que podía sufrir la actividad apícola, era la de los guardas de colmenas, de cuya
contratación existen referencias en el último cuarto del siglo XIX.

cve: BOE-A-2024-23935
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Núm. 277