Ministerio de Cultura. III. Otras disposiciones. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2024-23935)
Resolución de 7 de noviembre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de «La apicultura en España» como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 16 de noviembre de 2024
5.

Sec. III. Pág. 148403

Bienes muebles e inmuebles vinculados

5.1 Herramientas e infraestructuras. El elemento más característico de la
apicultura son las colmenas. Parte de la actividad artesanal se realizaba en «dujos»
(llamados cepos, truébanos, trobos o colmenos en algunas comarcas cántabras). Eran
troncos vaciados de roble, rebollo, olmo, castaño, haya, eucalipto, chopo o fresno,
aunque en algún caso puntual podían elaborarse con tablas. Se trataba de colmenas
de montaña, exentas y verticales de entre 80 y 90 centímetros y las solía vaciar el
propio usuario mediante escoplo y mazo. Donde había alcornoques, el tronco podía
ser reemplazado por corcho. En ocasiones las colmenas de corcho se compraban ya
elaboradas en localidades donde se trabajaba este producto, disponible en
alcornocales. También se elaboraban colmenas de escriño, carrizo, mimbre o adobe,
cónicas y de disposición vertical. En su interior se disponían palos atravesados
(trencas) y se untaban con estiércol. En zonas de alcornoques las colmenas podían
ser de corcho o que se elaboraban normalmente por el propio apicultor con materiales
disponibles en proximidad, para lo que solía ser importante la contribución de
personas dedicadas a oficios artesanos que conllevaban la manipulación habitual de
esos materiales. La caña o el mimbre eran la base para formar la colmena que luego
se completaba con juncos y con una mezcla de barro y de excrementos de animales
y, en algunos casos, hojas. En los extremos se construían tapas de arenisca, guijarros
u otros materiales que se procuraba ofrecieran alguna apertura para las abejas. Éstas
solían provenir inicialmente de enjambres silvestres que se recogían con cestos y
sacos y se depositaban en la colmena preparada previamente para acoger a la reina y
al enjambre, lo que se podía realizar colocando en el centro un puñado de hierbas.
Estas colmenas se instalaban en lugares resguardados como agujeros, canteras,
riscos o cuevas, detrás de paredes o en corrales.
En el noroeste de la Península Ibérica estas colmenas (u otras como los
«colmos», de corcho y tapadas con capuchas de centeno seco, existentes en Galicia)
se ubicaban en muchos casos en casas de las abejas, colmeneros construidos
específicamente para este fin con adobe y tapia o piedra seca. En comarcas
asturianas como la de Lora, Guajo y Aguilar de Campoo abundaba el dujo, pero
también existe referencia de dujos dispuestos horizontalmente incrustados en paredes
de viviendas y edificaciones anexas en núcleo habitado en habitáculos o en
construcciones alejadas constituyendo hornillos. Se construían también hornilleras,
como construcciones para hornillos, fuera de núcleo urbano. Las lacenas constituyen
un tipo de habitáculo para colmenas estudiadas en el noroeste peninsular. Así, se han
descrito colmenares o apiarios cerrados de adobe y tapia, con varias colmenas en dos
o tres hileras. En zonas de Asturias o Galicia, donde estaba presente el oso, había
que buscar también resguardo frente a este animal con estructuras como alvarizas o
cortines de planta semicircular o de herradura, construcciones similares a otras
existentes en algunas zonas de Castilla y León (con distintas formas de planta),
Portugal y Francia y, en Cáceres, más bien con planta cuadrada. Existen también
algunos cortines aislados en Cáceres y Salamanca. Se ha sugerido el origen celta de
los cortines circulares, por su similitud con algunas muestras de arquitectura
prerromana de este origen como «cabanas de teito», «corros» o «pallozas».
Hay estudios de las alvarizas de la Costa da Morte y se han clasificado según si el
uso era o no exclusivo y según la morfología. En el segundo caso, eran abiertas o
cerradas, con paredes altas o bajas o lineales o con nichos. Además, podían ser recintos
con cubierta. También hay un estudio detallado de otras estructuras como las lacenas
(incluidas modalidades de repositorios en saliente) o las casas de las abejas («casas das
abellas»). Además, dan cuenta de que la antigüedad de este tipo de estructuras se
remonta, como mínimo, al siglo XVI. Por su parte, otros estudios se refieren a la
existencia, en localidades cántabras, de talameras, estructuras que sobresalían de la
fachada de las edificaciones y también se mencionan los balcones como ubicación de
colmenas y se referencia una variante de edificación en forma de torre llamada
«talameiros». Estaban presentes en zonas de Asturias y Galicia, aunque más alejadas

cve: BOE-A-2024-23935
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Núm. 277