Ministerio de Cultura. III. Otras disposiciones. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2024-23935)
Resolución de 7 de noviembre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de «La apicultura en España» como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 16 de noviembre de 2024
Sec. III. Pág. 148404
de núcleos urbanos que los cortines o alvarizas y cercanas a pastos estivales, lo que
sugiere un posible enclave de trashumancia estival apícola.
Otra modalidad eran los llamados «Cortines de Peña», fortificaciones naturales en
repisas o abrigos rocosos que pueden ser rematados con muros o aleros. Las colmenas
se disponían aquí de modo vertical en lo que era una práctica con cierto paralelismo con
algunas prácticas del Pirineo donde, sin embargo, se ubicaban horizontalmente.
En el nordeste peninsular se puede apuntar la existencia de cavidades en viviendas
o corrales como las «arneres», «arners» o «seguers», para el caso de varias localidades
de la comarca de la Conca de Barberà, en el interior de Tarragona o en la comarca del
Pallars Sobirà, en el Pirineo de Lleida. Se podrían incluir también aquí los arnales del
Pirineo Aragonés, estructuras techadas de unos cinco metros de longitud que solían
disponerse en cuevas y que disponían de varias vigas en línea, sobre las que se
depositaban las colmenas.
Una construcción usada en tierras bajas de la zona aragonesa de SomontanoMonegros es la denominada «colmenar de llano». Era de planta rectangular y techo de
un agua, completamente cerrada, fabricada en adobe y con orificios donde disponer las
colmenas a las que se accedía por una puerta lateral.
También existen referencias a estructuras arquitectónicas para la apicultura estante
en las Islas Baleares. Se han localizado muchos restos de estas «cases d’abelles» en
Ibiza fechadas en época púnica y romana y algunas de las cuales todavía se usaban en
tiempo muy reciente.
Las colmenas estantes tradicionales se fueron sustituyendo por el uso de colmenas
movilistas de madera con panales horizontales y, más tarde, verticales. Ya a finales del
siglo XIX se había introducido este tipo de colmena, aunque su notable progresiva
extensión se hizo esperar. La generalización de la apicultura movilista se daría en
España a partir de los años cuarenta del siglo XX, de forma progresiva y más o menos
temprana según los lugares. Fue un proceso de transición en el que se combinaban
nuevos instrumentos y prácticas con los tradicionales. Se puede hablar de procesos de
innovación protagonizados por los propios apicultores, que elaboraban colmenas de
caseta de tablas, chapas o uralitas que tenían cuadros móviles o con cajas de madera.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, se van introduciendo colmenas de madera
para la apicultura movilista. Las colmenas verticales tipo Langstroth tuvieron muy buena
acogida en un principio, aunque tendrían mayor difusión las colmenas Layens
horizontales. Estas colmenas u otras como las Dadant acabarían reemplazando a las
tradicionales en los años 1940 en Valencia, en 1960 en Extremadura y más tarde aún en
Salamanca, exceptuando usos puntuales de carácter recreativo, educativo o vinculado a
proyectos patrimoniales.
Más allá de las colmenas de distinto tipo, otros bienes de interés son las herramientas
para la fabricación de dujos (adra, barreno, gubia y madreca) o el instrumental usado para la
actividad apícola tradicional como por ejemplo: Cuchillos, hoces, paletas, «catadera»,
«catador» o «castrador» (barra con una hoja afilada al extremo), escobas de espliego u
otros vegetales (para no llevarse las abejas en los panales), palos con trapo y pucheros o
latas o ahumadores o ahumaderas o jumeras, velas para iluminar colmenas y para
encender el ahumador, caretas elaboradas con boina más trapo de lino con rejilla de
alambre que se ataba al cuello con una cuerda y calcetines o guantes de lana y cuerda para
amarrar mangas y tobillos y –ya en aplicación más moderna– manoplas. El desarrollo de la
apicultura moderna ha supuesto la introducción de herramientas y maquinaria que a
menudo juega el mismo papel, que tenían aquellos objetos tradicionales.
A estos bienes cabe añadir los destinados al transporte de producto y a su
procesado, como por ejemplo escriño o cacharro de barro, cestas, saco de arpillera en
forma de embudo, duernas, apretaderas o prensas, espátulas, coladores para el filtrado,
o jarras de loza blanca o tarros para transportar a casa miel comprada. Elementos
tradicionales a los que se añadirían más tarde otros como las centrifugadoras eléctricas
y los recipientes metálicos. De nuevo la combinación de objetos de diferentes épocas
permite aprehender la modernización del sector observando, al mismo tiempo, su
cve: BOE-A-2024-23935
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 277
Sábado 16 de noviembre de 2024
Sec. III. Pág. 148404
de núcleos urbanos que los cortines o alvarizas y cercanas a pastos estivales, lo que
sugiere un posible enclave de trashumancia estival apícola.
Otra modalidad eran los llamados «Cortines de Peña», fortificaciones naturales en
repisas o abrigos rocosos que pueden ser rematados con muros o aleros. Las colmenas
se disponían aquí de modo vertical en lo que era una práctica con cierto paralelismo con
algunas prácticas del Pirineo donde, sin embargo, se ubicaban horizontalmente.
En el nordeste peninsular se puede apuntar la existencia de cavidades en viviendas
o corrales como las «arneres», «arners» o «seguers», para el caso de varias localidades
de la comarca de la Conca de Barberà, en el interior de Tarragona o en la comarca del
Pallars Sobirà, en el Pirineo de Lleida. Se podrían incluir también aquí los arnales del
Pirineo Aragonés, estructuras techadas de unos cinco metros de longitud que solían
disponerse en cuevas y que disponían de varias vigas en línea, sobre las que se
depositaban las colmenas.
Una construcción usada en tierras bajas de la zona aragonesa de SomontanoMonegros es la denominada «colmenar de llano». Era de planta rectangular y techo de
un agua, completamente cerrada, fabricada en adobe y con orificios donde disponer las
colmenas a las que se accedía por una puerta lateral.
También existen referencias a estructuras arquitectónicas para la apicultura estante
en las Islas Baleares. Se han localizado muchos restos de estas «cases d’abelles» en
Ibiza fechadas en época púnica y romana y algunas de las cuales todavía se usaban en
tiempo muy reciente.
Las colmenas estantes tradicionales se fueron sustituyendo por el uso de colmenas
movilistas de madera con panales horizontales y, más tarde, verticales. Ya a finales del
siglo XIX se había introducido este tipo de colmena, aunque su notable progresiva
extensión se hizo esperar. La generalización de la apicultura movilista se daría en
España a partir de los años cuarenta del siglo XX, de forma progresiva y más o menos
temprana según los lugares. Fue un proceso de transición en el que se combinaban
nuevos instrumentos y prácticas con los tradicionales. Se puede hablar de procesos de
innovación protagonizados por los propios apicultores, que elaboraban colmenas de
caseta de tablas, chapas o uralitas que tenían cuadros móviles o con cajas de madera.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, se van introduciendo colmenas de madera
para la apicultura movilista. Las colmenas verticales tipo Langstroth tuvieron muy buena
acogida en un principio, aunque tendrían mayor difusión las colmenas Layens
horizontales. Estas colmenas u otras como las Dadant acabarían reemplazando a las
tradicionales en los años 1940 en Valencia, en 1960 en Extremadura y más tarde aún en
Salamanca, exceptuando usos puntuales de carácter recreativo, educativo o vinculado a
proyectos patrimoniales.
Más allá de las colmenas de distinto tipo, otros bienes de interés son las herramientas
para la fabricación de dujos (adra, barreno, gubia y madreca) o el instrumental usado para la
actividad apícola tradicional como por ejemplo: Cuchillos, hoces, paletas, «catadera»,
«catador» o «castrador» (barra con una hoja afilada al extremo), escobas de espliego u
otros vegetales (para no llevarse las abejas en los panales), palos con trapo y pucheros o
latas o ahumadores o ahumaderas o jumeras, velas para iluminar colmenas y para
encender el ahumador, caretas elaboradas con boina más trapo de lino con rejilla de
alambre que se ataba al cuello con una cuerda y calcetines o guantes de lana y cuerda para
amarrar mangas y tobillos y –ya en aplicación más moderna– manoplas. El desarrollo de la
apicultura moderna ha supuesto la introducción de herramientas y maquinaria que a
menudo juega el mismo papel, que tenían aquellos objetos tradicionales.
A estos bienes cabe añadir los destinados al transporte de producto y a su
procesado, como por ejemplo escriño o cacharro de barro, cestas, saco de arpillera en
forma de embudo, duernas, apretaderas o prensas, espátulas, coladores para el filtrado,
o jarras de loza blanca o tarros para transportar a casa miel comprada. Elementos
tradicionales a los que se añadirían más tarde otros como las centrifugadoras eléctricas
y los recipientes metálicos. De nuevo la combinación de objetos de diferentes épocas
permite aprehender la modernización del sector observando, al mismo tiempo, su
cve: BOE-A-2024-23935
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Núm. 277