Ministerio de Cultura. III. Otras disposiciones. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2024-23935)
Resolución de 7 de noviembre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de «La apicultura en España» como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 16 de noviembre de 2024
Sec. III. Pág. 148399
introducción de diversas técnicas, procedimientos y herramientas en la extracción de
miel, la cría de reinas o en la capacidad de dividir colmenas. Entre los resultados de
estos cambios se encuentra la capacidad de extraer mieles monoflorales.
4.1 Técnicas y fases en la actividad apícola. Las tres fases básicas de la apicultura
tradicional son la captura de enjambres o la enjambrazón (creación de nuevas colmenas
a partir de las existentes), la cata (recolección) y el colado de la miel, aunque se
realizaban también otras tareas de preparación y mantenimiento. En la apicultura
moderna y profesional, se mantiene la recolección, pero el colado artesanal se ha
sustituido por la extracción mecanizada.
En algunas zonas, como es el caso de la apicultura tradicional cántabra, la captura
de enjambres silvestres requería localizar las abejas pecoreadoras (las que salían a
libar néctar y recoger polen). Se las seguía con la mirada o se las atraía con cera
encendida para ver de dónde procedían. En cuanto a la enjambrazón, se producía
cuando la reina, con parte de las obreras, abandonaba la colmena para establecer
otro enjambre y suponía ofrecerle un lugar adecuado para instalarse. El apicultor
debía estar atento para recogerlo e instalarlo en una nueva colmena. Solía producirse
en primavera, en abril o junio en zonas bajas y de mayo o junio o hasta julio, en zonas
de montaña. En algunos lugares se tocaba una cencerra para intentar que la reina se
posara. También se podían dar palmadas o hacer ruido con botes o piedras. Había
quien distinguía los huevos de abeja exploradora para inutilizarlos e impedir la
enjambrazón impidiendo que hubiera abejas que guiaran hacia un nuevo enjambre.
Para la captura se untaba con miel, aguamiel o ramas de melisa el interior de un
escriño o enjambradera y se colgaba por encima del enjambre para tratar de que las
abejas se introdujeran dentro. Esos procedimientos tradicionales se fueron
abandonando con la modernización de la apicultura.
A veces se usaba humo para facilitar la labor de enjambrazón. Había quien colocaba
unas hierbas con palos cerca del colmenar con la finalidad de que fuera ese el lugar en
el que se posara la reina. Entre las técnicas para lograrlo estaban la de colocar panales
usados en una nueva colmena vacía, dividir la colonia con la extracción de crías recién
puestas o sobrepoblar la colmena para forzar la división. La construcción de panales
podía verse facilitada por el apicultor mediante moldes de cera que ofrecían una vía de
trabajo a las abejas. Actualmente se resuelve con moldes preparados previamente de
forma artificial.
Las colmenas tradicionales estaban elaboradas con materiales de proximidad y se
instalaban en un lugar adecuado por sus características climatológicas, y por la flora
disponible. Debían disponerse a cierta altura del suelo, para evitar la humedad y
orientadas a Levante (o, si eran zonas frías, sureste) para aprovechar el sol matinal. La
apertura y cierre de la colmena debían ser gestionados por el apicultor para la correcta
regulación de la colonia. Las colmenas tradicionales se solían cubrir en invierno dejando
miel suficiente para que se pudieran alimentar. Esa fase de reposo podía alargarse hasta
febrero o marzo. A finales de primavera se debía realizar un mantenimiento de estas
colmenas mediante el segado de hierbas para facilitar la entrada y salida de las abejas y
minimizar el riesgo de incendios. Asimismo, había que realizar intervenciones frente a
depredadores (ratas, zorros, lobos, piojos, osos...) o enfermedades de la colmena. Estas
prácticas tradicionales presentan continuidad hoy día en la apicultura profesional en
cuanto al entorno de instalación, los períodos y las fases de trabajo, con los
conocimientos correspondientes, pero con una transformación en cuanto a las técnicas y
los instrumentos. Cabe tener en cuenta que, en zonas de clima suave la colmena
mantiene su actividad en invierno.
La cata (procedimiento tradicional de sacar la miel de los panales) se podía realizar
cuando las abejas volvían a estar activas, con las primeras floraciones de romero y otras
plantas. Se solía tener cuidado de dejar parte de la miel para que las abejas pasaran la
estación. Según las zonas, la cata se realizaba en primavera y otoño, aunque en algún
caso, se podía llegar a realizar en diciembre, más cerca del invierno. En algunas zonas
de montaña se cataba la totalidad de la miel, lo que suponía un apicidio.
cve: BOE-A-2024-23935
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 277
Sábado 16 de noviembre de 2024
Sec. III. Pág. 148399
introducción de diversas técnicas, procedimientos y herramientas en la extracción de
miel, la cría de reinas o en la capacidad de dividir colmenas. Entre los resultados de
estos cambios se encuentra la capacidad de extraer mieles monoflorales.
4.1 Técnicas y fases en la actividad apícola. Las tres fases básicas de la apicultura
tradicional son la captura de enjambres o la enjambrazón (creación de nuevas colmenas
a partir de las existentes), la cata (recolección) y el colado de la miel, aunque se
realizaban también otras tareas de preparación y mantenimiento. En la apicultura
moderna y profesional, se mantiene la recolección, pero el colado artesanal se ha
sustituido por la extracción mecanizada.
En algunas zonas, como es el caso de la apicultura tradicional cántabra, la captura
de enjambres silvestres requería localizar las abejas pecoreadoras (las que salían a
libar néctar y recoger polen). Se las seguía con la mirada o se las atraía con cera
encendida para ver de dónde procedían. En cuanto a la enjambrazón, se producía
cuando la reina, con parte de las obreras, abandonaba la colmena para establecer
otro enjambre y suponía ofrecerle un lugar adecuado para instalarse. El apicultor
debía estar atento para recogerlo e instalarlo en una nueva colmena. Solía producirse
en primavera, en abril o junio en zonas bajas y de mayo o junio o hasta julio, en zonas
de montaña. En algunos lugares se tocaba una cencerra para intentar que la reina se
posara. También se podían dar palmadas o hacer ruido con botes o piedras. Había
quien distinguía los huevos de abeja exploradora para inutilizarlos e impedir la
enjambrazón impidiendo que hubiera abejas que guiaran hacia un nuevo enjambre.
Para la captura se untaba con miel, aguamiel o ramas de melisa el interior de un
escriño o enjambradera y se colgaba por encima del enjambre para tratar de que las
abejas se introdujeran dentro. Esos procedimientos tradicionales se fueron
abandonando con la modernización de la apicultura.
A veces se usaba humo para facilitar la labor de enjambrazón. Había quien colocaba
unas hierbas con palos cerca del colmenar con la finalidad de que fuera ese el lugar en
el que se posara la reina. Entre las técnicas para lograrlo estaban la de colocar panales
usados en una nueva colmena vacía, dividir la colonia con la extracción de crías recién
puestas o sobrepoblar la colmena para forzar la división. La construcción de panales
podía verse facilitada por el apicultor mediante moldes de cera que ofrecían una vía de
trabajo a las abejas. Actualmente se resuelve con moldes preparados previamente de
forma artificial.
Las colmenas tradicionales estaban elaboradas con materiales de proximidad y se
instalaban en un lugar adecuado por sus características climatológicas, y por la flora
disponible. Debían disponerse a cierta altura del suelo, para evitar la humedad y
orientadas a Levante (o, si eran zonas frías, sureste) para aprovechar el sol matinal. La
apertura y cierre de la colmena debían ser gestionados por el apicultor para la correcta
regulación de la colonia. Las colmenas tradicionales se solían cubrir en invierno dejando
miel suficiente para que se pudieran alimentar. Esa fase de reposo podía alargarse hasta
febrero o marzo. A finales de primavera se debía realizar un mantenimiento de estas
colmenas mediante el segado de hierbas para facilitar la entrada y salida de las abejas y
minimizar el riesgo de incendios. Asimismo, había que realizar intervenciones frente a
depredadores (ratas, zorros, lobos, piojos, osos...) o enfermedades de la colmena. Estas
prácticas tradicionales presentan continuidad hoy día en la apicultura profesional en
cuanto al entorno de instalación, los períodos y las fases de trabajo, con los
conocimientos correspondientes, pero con una transformación en cuanto a las técnicas y
los instrumentos. Cabe tener en cuenta que, en zonas de clima suave la colmena
mantiene su actividad en invierno.
La cata (procedimiento tradicional de sacar la miel de los panales) se podía realizar
cuando las abejas volvían a estar activas, con las primeras floraciones de romero y otras
plantas. Se solía tener cuidado de dejar parte de la miel para que las abejas pasaran la
estación. Según las zonas, la cata se realizaba en primavera y otoño, aunque en algún
caso, se podía llegar a realizar en diciembre, más cerca del invierno. En algunas zonas
de montaña se cataba la totalidad de la miel, lo que suponía un apicidio.
cve: BOE-A-2024-23935
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 277