Ministerio de Cultura. III. Otras disposiciones. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2024-23935)
Resolución de 7 de noviembre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de «La apicultura en España» como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 16 de noviembre de 2024
Sec. III. Pág. 148398
peninsular que, sin embargo, se ha retomado posteriormente con pequeñas y medianas
explotaciones, pocas de las cuales son profesionales.
El segundo gran contexto territorial (zona 2) es la España del este, central y, sobre
todo, meridional. Son territorios marcados por temperaturas estivales cálidas y
precipitaciones escasas más o menos centradas en otoño y primavera, con zonas
montañosas que favorecen contrastes climáticos y una importante presencia de
extensiones de matorral aromático y de bosque combinadas con la relativa cercanía de
algunos cultivos cuya flor es aprovechada como el almendro, el níspero o los cítricos.
Esta zona incluye el Valle del Ebro y La Rioja y también zonas centrales de importante
producción apícola como Guadalajara y, en particular, La Alcarria. Otro contexto a tener
en cuenta sería el noroeste de Murcia, zona montañosa, con actividad apícola importante
enraizada en una tradición de aprovechamiento de matorral aromático. Presencia,
también, en la Vega Baja del Segura, donde hay abundancia de cítricos. Completan la
zona los conjuntos de Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Catalunya, Madrid,
Comunitat Valenciana y Extremadura (con particular mención a las comarcas de las
Hurdes, La Siberia y Villuercas). Las Islas Baleares podrían incluirse aquí, con sus
rasgos orográficos y climáticos distintos, aunque con una presencia muy reducida de
trashumancia y poca profesionalización.
La zona meridional, este y central de la península aglutina una importante presencia
de apicultura trashumante y profesional. Desde el punto de vista patrimonial, ello hace
que sea particularmente interesante poner el foco en el desarrollo y consolidación de la
apicultura movilista y trashumante y su contacto con algunas prácticas tradicionales que,
en cambio, habrían sido más persistentes en el noroeste peninsular.
En tercer lugar, las Islas Canarias (zona 3), con las particularidades ecosistémicas
derivadas de su latitud, incluidas especies vegetales y de abeja de carácter endémico.
Es una zona con un considerable nivel de profesionalización y de presencia de la
apicultura trashumante.
Por último, se podría considerar una zona 4, relativa a la apicultura urbana
presente en algunas ciudades y cuya existencia tiene que ver con la sostenibilidad
ambiental y con finalidades educativas más que productivas. Se ha identificado este
tipo de actividad en Alcoi (Alicante), Barcelona, Córdoba, Madrid, Málaga, Tarragona,
València, Viladecans (Barcelona) o Zaragoza, pudiendo haber iniciativas similares en
otros lugares.
Por último, en cuanto al marco comunitario, este está configurado por el sector
apícola profesional y por quienes ejercen la apicultura de forma no profesional. Sin
embargo, no son los únicos actores involucrados en una patrimonialización. Ésta se
relaciona con los campos de la producción apícola, otros sectores primarios, los
sectores que elaboran y comercializan productos, el sector educativo, el cultural y el
turístico, entre otros.
4. Procesos, técnicas, actividades y oficios
El procedimiento de producción apícola consiste, desde sus inicios, en lograr que se
sostengan colonias de abejas en colmenas en las que elaboren panales de los que se
recoge miel y se obtiene también cera. Otros productos como el propóleo, la jalea real, el
polen o el veneno son de aprovechamiento más bien moderno. Las colmenas se ubican
en lugares donde las abejas encuentren flores y agua con cierta facilidad y pueden
agruparse, como explotación, en un solo terreno o en varios. Además, se pueden
explotar en trashumancia o de forma estable en el mismo terreno. La apicultura
tradicional era estante y fijista o de panales fijos y mayormente se desarrollaba como
complemento de la actividad agrícola y ganadera destinado al autoconsumo, aunque si
había excedente de miel y se producía un volumen importante de cera estos productos
se solían comercializar.
La apicultura moderna, especialmente desarrollada desde mediados del siglo XX,
tiene un carácter fundamentalmente movilista y trashumante y ha supuesto la
cve: BOE-A-2024-23935
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 277
Sábado 16 de noviembre de 2024
Sec. III. Pág. 148398
peninsular que, sin embargo, se ha retomado posteriormente con pequeñas y medianas
explotaciones, pocas de las cuales son profesionales.
El segundo gran contexto territorial (zona 2) es la España del este, central y, sobre
todo, meridional. Son territorios marcados por temperaturas estivales cálidas y
precipitaciones escasas más o menos centradas en otoño y primavera, con zonas
montañosas que favorecen contrastes climáticos y una importante presencia de
extensiones de matorral aromático y de bosque combinadas con la relativa cercanía de
algunos cultivos cuya flor es aprovechada como el almendro, el níspero o los cítricos.
Esta zona incluye el Valle del Ebro y La Rioja y también zonas centrales de importante
producción apícola como Guadalajara y, en particular, La Alcarria. Otro contexto a tener
en cuenta sería el noroeste de Murcia, zona montañosa, con actividad apícola importante
enraizada en una tradición de aprovechamiento de matorral aromático. Presencia,
también, en la Vega Baja del Segura, donde hay abundancia de cítricos. Completan la
zona los conjuntos de Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Catalunya, Madrid,
Comunitat Valenciana y Extremadura (con particular mención a las comarcas de las
Hurdes, La Siberia y Villuercas). Las Islas Baleares podrían incluirse aquí, con sus
rasgos orográficos y climáticos distintos, aunque con una presencia muy reducida de
trashumancia y poca profesionalización.
La zona meridional, este y central de la península aglutina una importante presencia
de apicultura trashumante y profesional. Desde el punto de vista patrimonial, ello hace
que sea particularmente interesante poner el foco en el desarrollo y consolidación de la
apicultura movilista y trashumante y su contacto con algunas prácticas tradicionales que,
en cambio, habrían sido más persistentes en el noroeste peninsular.
En tercer lugar, las Islas Canarias (zona 3), con las particularidades ecosistémicas
derivadas de su latitud, incluidas especies vegetales y de abeja de carácter endémico.
Es una zona con un considerable nivel de profesionalización y de presencia de la
apicultura trashumante.
Por último, se podría considerar una zona 4, relativa a la apicultura urbana
presente en algunas ciudades y cuya existencia tiene que ver con la sostenibilidad
ambiental y con finalidades educativas más que productivas. Se ha identificado este
tipo de actividad en Alcoi (Alicante), Barcelona, Córdoba, Madrid, Málaga, Tarragona,
València, Viladecans (Barcelona) o Zaragoza, pudiendo haber iniciativas similares en
otros lugares.
Por último, en cuanto al marco comunitario, este está configurado por el sector
apícola profesional y por quienes ejercen la apicultura de forma no profesional. Sin
embargo, no son los únicos actores involucrados en una patrimonialización. Ésta se
relaciona con los campos de la producción apícola, otros sectores primarios, los
sectores que elaboran y comercializan productos, el sector educativo, el cultural y el
turístico, entre otros.
4. Procesos, técnicas, actividades y oficios
El procedimiento de producción apícola consiste, desde sus inicios, en lograr que se
sostengan colonias de abejas en colmenas en las que elaboren panales de los que se
recoge miel y se obtiene también cera. Otros productos como el propóleo, la jalea real, el
polen o el veneno son de aprovechamiento más bien moderno. Las colmenas se ubican
en lugares donde las abejas encuentren flores y agua con cierta facilidad y pueden
agruparse, como explotación, en un solo terreno o en varios. Además, se pueden
explotar en trashumancia o de forma estable en el mismo terreno. La apicultura
tradicional era estante y fijista o de panales fijos y mayormente se desarrollaba como
complemento de la actividad agrícola y ganadera destinado al autoconsumo, aunque si
había excedente de miel y se producía un volumen importante de cera estos productos
se solían comercializar.
La apicultura moderna, especialmente desarrollada desde mediados del siglo XX,
tiene un carácter fundamentalmente movilista y trashumante y ha supuesto la
cve: BOE-A-2024-23935
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Núm. 277