Ministerio de Cultura. III. Otras disposiciones. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2024-23935)
Resolución de 7 de noviembre de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de «La apicultura en España» como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 16 de noviembre de 2024
2.

Sec. III. Pág. 148396

Orígenes documentados

Varias pinturas rupestres son testigo de la relación del ser humano con la abeja y sus
productos silvestres recolectados después de la última de las grandes glaciaciones
(aproximadamente hace 10.000 años). Tal vez el ejemplo más significativo, que podría
alcanzar los 9.000 años de antigüedad, se encuentra en la Cueva de la Araña (Bicorp,
Valencia). En la pintura se observan personas trepando paredes rocosas de los
barrancos para alcanzar los panales de los enjambres silvestres. Otros ejemplos de
pinturas rupestres se observan en el abrigo de la Cueva del Ciervo (Dos Aguas,
Valencia) o el abrigo de Barranco Gómez (Castellote, Teruel). Son pinturas fechadas
alrededor de 7.500 a. C.
En el Neolítico se produjo progresivamente un cambio de la recolección de los
productos provenientes de las abejas a la cría de estos insectos, es decir, aquello que
hoy conocemos como apicultura. De hecho, se han encontrado restos de cera dentro de
vasijas cilíndricas en yacimientos íberos como el de Fonteta Ràquia, en la localidad
valenciana de Riba-Roja del Túria, con vestigios de colmenas cilíndricas de cerámicas
fechadas entre el siglo IV y III a. C. Son testimonios de una actividad que probablemente
también se desarrollaba con colmenas de materiales como barro, madera, cestería,
corcho o cañas de los que no se conservan rastros. A partir del siglo III a. C. la apicultura
fue una actividad especialmente importante.
La apicultura fijista se fue aplicando con una notable influencia árabe y morisca
previa a la expulsión de los árabes mediante diferentes métodos hasta el siglo XVII,
momento en que se inició un estudio más profundo de las abejas y su miel. La conquista
de territorios supuso, a partir del siglo XVI, la introducción de la actividad apícola en
lugares alejados de la península, entre los que se encontraba el canario. En general,
poco a poco se implantaron mejoras de las técnicas apícolas para aumentar la
producción de miel hasta que se empezó a incorporar, la apicultura movilista, a partir de
mediados del siglo XIX en Estados Unidos y del último cuarto del mismo siglo, en
Europa.
La transición a la apicultura movilista en España fue muy lenta. De hecho, son
constantes las referencias de eruditos, expertos y emprendedores apícolas a la
resistencia a su incorporación por la mayoría de los apicultores del país, sea por lo que
se consideraba una cerrazón tradicionalista o por falta de visión de negocio de
apicultores para muchos de los cuales la apicultura no era más que un complemento de
otra actividad primaria y sobre todo la agrícola. La conexión de la apicultura fijista con los
recursos del entorno y los saberes asociados al uso, transformación y adecuación de
estos materiales (por ejemplo, corcho, caña, troncos, etc.) es muy clara. En este sentido,
el modelo movilista es dependiente de infraestructuras muebles externas al territorio y
que significan un desembolso y una dependencia de los productos del mercado.
Según una estimación a partir de datos de la Dirección General de Estadística,
en 1953 predominaba aún la apicultura fijista o de panales fijos, aunque el 42 % de las
colmenas eran movilistas. Ya en 1976, la apicultura moderna basada en este último tipo
de colmenas era la principal modalidad prácticamente en toda España, aunque en
Galicia y el País Vasco seguía siendo minoritaria y en Cantabria, Castilla y León y
Andalucía era la modalidad en la mitad de las explotaciones. Diez años después,
solamente Galicia y, sobre todo, el País Vasco mantenían ese mayor carácter fijista
mientras que en el resto de las Comunidades Autónomas se observaba un descenso o,
en algún caso, una misma situación de dedicación minoritaria.
La profesionalización del sector supuso, por una parte, la generalización de la
apicultura movilista y, por otra, un incentivo para proyectos de patrimonialización y para
iniciativas que han tratado tanto de recuperar las técnicas y las herramientas de la
apicultura tradicional como salvaguardar la actividad apícola profesional, a través de la
difusión de su conocimiento.
En los últimos veinte años se han desarrollado en varias ciudades iniciativas de
apicultura urbana que suponen un impulso de la actividad apícola con actividades

cve: BOE-A-2024-23935
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Núm. 277