Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes. I. Disposiciones generales. Acción educativa en el exterior. (BOE-A-2024-23274)
Resolución de 4 de noviembre de 2024, de la Secretaría de Estado de Educación, por la que se aprueban orientaciones curriculares de las enseñanzas de «Lengua Española y Literatura» y de «Geografía e Historia de España» para los programas de educación en el exterior que, en el marco de sistemas educativos extranjeros, conducen a la obtención de los títulos españoles de Graduado de Educación Secundaria Obligatoria y de Bachiller.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 9 de noviembre de 2024
Sec. I. Pág. 142988
Para una comunicación efectiva, los contextos de aprendizaje creados en el aula
deben facilitar la convivencia y la cooperación. Asimismo, es necesario establecer la
premisa de que el error es un instrumento de mejora que forma parte del proceso de
aprendizaje. Para ello, se ha de generar un entorno motivador y respetuoso que facilite la
empatía, el trabajo colaborativo y cooperativo en el aula, y que propicie la participación.
Las propuestas didácticas deben favorecer el trabajo individual y grupal, por parejas
o incluso que englobe a todo el alumnado, pues esta diversidad de agrupamientos
enriquece la integración de procesos cognitivos y el aprendizaje colectivo, implica a
alumnos y alumnas en la toma de decisiones, refuerza el compromiso con las tareas y
favorece el sentimiento de pertenencia a una comunidad.
Las propuestas metodológicas deben aspirar a la inclusión de todo el alumnado. Es
imprescindible intentar hacer accesible el conocimiento a cada uno de los alumnos y
alumnas, para lo que se ha de tener presente la diversidad del aula durante todo el
proceso de la práctica educativa para atenuar en lo posible las barreras existentes entre
el conocimiento y quien lo aprehende.
Educación literaria: lectura autónoma.
Esta competencia se sustenta en el establecimiento de tiempos y espacios de lectura
libre e individual, con la colaboración de las bibliotecas disponibles. Se trata de ayudar al
alumnado a configurar su autonomía lectora de manera progresiva. Alumnos y alumnas
podrán elegir libremente en el marco de colecciones de lecturas diversas, deben poder
decidir si siguen o abandonan una lectura según su gusto lector, y han de compartir con
otros lo que leen para recomendar lecturas. Para ello, se deben configurar contextos de
lectura dinámicos en los que se tengan en cuenta los aspectos y criterios siguientes:
– El alumno o la alumna como sujeto lector: es necesario realizar un trabajo
constante con el bagaje previo del alumnado, así como reconocer y valorar sus prácticas
culturales habituales para enriquecerlas progresivamente en diversidad, complejidad y
calidad de los textos. Con ello se pretende, por un lado, conseguir la implicación con la
lectura de cada estudiante para que pueda desarrollar sus gustos lectores y, por otro
lado, recabar información para atender mejor a los distintos perfiles lectores. Para ello,
es necesario establecer periódicamente y de manera natural estrategias de aproximación
a los universos lectores individuales. Así, se puede trabajar a través de cuestionarios
sobre hábitos de lectura, escribir relatos de vida lectora, promover conversaciones sobre
los gustos, preferencias y actividades de ocio, elaborar diarios de lectura, etc. Todo ello
ha de ser socializado y utilizado como fuente de autoconocimiento por parte del grupo.
– La colección de textos: la lectura libre requiere disponer de un corpus de textos de
calidad, diversos en cuanto a temáticas, géneros, niveles de complejidad y formatos,
adaptado a cada contexto particular. La selección de la colección de textos debe tener en
cuenta la diversidad del alumnado. En cuanto al nivel de complejidad, los textos
disponibles deben adaptarse al nivel de desarrollo del alumnado de cada etapa, al
tiempo que deben tratar de abrir el abanico de textos a los que tiende a encasillarse. En
definitiva, se ha de procurar enriquecer los itinerarios lectores personales partiendo de
los perfiles genuinos de los alumnos y alumnas.
– El rol del profesorado como mediador de lectura: el profesorado debe ejercer el rol
de mediador de lectura. Ello implica conocer los textos para poder hacer
recomendaciones, publicitar los libros y así animar y orientar en la elección de las
lecturas, implicarse también como lector y leer mientras el alumnado lee, propiciar la
recomendación de textos y alentar a los más resistentes a leer aquello que puedan leer.
Es necesario, por tanto, conocer las características del contexto para atender a la
diversidad.
Aunque se debe procurar que estos espacios sean lo más parecidos posible a los
propios de la actividad lectora que se realizaría fuera de las aulas, es imprescindible
planificar estrategias que ayuden a construir progresivamente la autonomía lectora. Se
trata de ayudar a elegir los títulos, estimular que se compartan impresiones y opiniones
cve: BOE-A-2024-23274
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 271
Sábado 9 de noviembre de 2024
Sec. I. Pág. 142988
Para una comunicación efectiva, los contextos de aprendizaje creados en el aula
deben facilitar la convivencia y la cooperación. Asimismo, es necesario establecer la
premisa de que el error es un instrumento de mejora que forma parte del proceso de
aprendizaje. Para ello, se ha de generar un entorno motivador y respetuoso que facilite la
empatía, el trabajo colaborativo y cooperativo en el aula, y que propicie la participación.
Las propuestas didácticas deben favorecer el trabajo individual y grupal, por parejas
o incluso que englobe a todo el alumnado, pues esta diversidad de agrupamientos
enriquece la integración de procesos cognitivos y el aprendizaje colectivo, implica a
alumnos y alumnas en la toma de decisiones, refuerza el compromiso con las tareas y
favorece el sentimiento de pertenencia a una comunidad.
Las propuestas metodológicas deben aspirar a la inclusión de todo el alumnado. Es
imprescindible intentar hacer accesible el conocimiento a cada uno de los alumnos y
alumnas, para lo que se ha de tener presente la diversidad del aula durante todo el
proceso de la práctica educativa para atenuar en lo posible las barreras existentes entre
el conocimiento y quien lo aprehende.
Educación literaria: lectura autónoma.
Esta competencia se sustenta en el establecimiento de tiempos y espacios de lectura
libre e individual, con la colaboración de las bibliotecas disponibles. Se trata de ayudar al
alumnado a configurar su autonomía lectora de manera progresiva. Alumnos y alumnas
podrán elegir libremente en el marco de colecciones de lecturas diversas, deben poder
decidir si siguen o abandonan una lectura según su gusto lector, y han de compartir con
otros lo que leen para recomendar lecturas. Para ello, se deben configurar contextos de
lectura dinámicos en los que se tengan en cuenta los aspectos y criterios siguientes:
– El alumno o la alumna como sujeto lector: es necesario realizar un trabajo
constante con el bagaje previo del alumnado, así como reconocer y valorar sus prácticas
culturales habituales para enriquecerlas progresivamente en diversidad, complejidad y
calidad de los textos. Con ello se pretende, por un lado, conseguir la implicación con la
lectura de cada estudiante para que pueda desarrollar sus gustos lectores y, por otro
lado, recabar información para atender mejor a los distintos perfiles lectores. Para ello,
es necesario establecer periódicamente y de manera natural estrategias de aproximación
a los universos lectores individuales. Así, se puede trabajar a través de cuestionarios
sobre hábitos de lectura, escribir relatos de vida lectora, promover conversaciones sobre
los gustos, preferencias y actividades de ocio, elaborar diarios de lectura, etc. Todo ello
ha de ser socializado y utilizado como fuente de autoconocimiento por parte del grupo.
– La colección de textos: la lectura libre requiere disponer de un corpus de textos de
calidad, diversos en cuanto a temáticas, géneros, niveles de complejidad y formatos,
adaptado a cada contexto particular. La selección de la colección de textos debe tener en
cuenta la diversidad del alumnado. En cuanto al nivel de complejidad, los textos
disponibles deben adaptarse al nivel de desarrollo del alumnado de cada etapa, al
tiempo que deben tratar de abrir el abanico de textos a los que tiende a encasillarse. En
definitiva, se ha de procurar enriquecer los itinerarios lectores personales partiendo de
los perfiles genuinos de los alumnos y alumnas.
– El rol del profesorado como mediador de lectura: el profesorado debe ejercer el rol
de mediador de lectura. Ello implica conocer los textos para poder hacer
recomendaciones, publicitar los libros y así animar y orientar en la elección de las
lecturas, implicarse también como lector y leer mientras el alumnado lee, propiciar la
recomendación de textos y alentar a los más resistentes a leer aquello que puedan leer.
Es necesario, por tanto, conocer las características del contexto para atender a la
diversidad.
Aunque se debe procurar que estos espacios sean lo más parecidos posible a los
propios de la actividad lectora que se realizaría fuera de las aulas, es imprescindible
planificar estrategias que ayuden a construir progresivamente la autonomía lectora. Se
trata de ayudar a elegir los títulos, estimular que se compartan impresiones y opiniones
cve: BOE-A-2024-23274
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 271