III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-18722)
Resolución de 30 de julio de 2024, de la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor de la "Ermita de Nuestra Señora del Salor" de la localidad de Torrequemada (Cáceres), con la categoría de sitio histórico.
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Miércoles 18 de septiembre de 2024

Sec. III. Pág. 115253

de creación de perspectiva renacentista con personajes, que parecen deudores de Piero
della Francesca
Hay otros restos de pinturas al fresco con decoración geométrica y vegetal en
distintas zonas, especialmente en el muro de la epístola y en el intradós de varios arcos.
Estas pinturas mudéjares son descritas por Pilar Mogollón de la siguiente manera: «En
ellas se representa una de las composiciones más primitivas del arte islámico, son
decoraciones geométricas a base de composiciones octogonales, con hexágonos
envolventes de un cuadrado. Tiene sus antecedentes en el mundo clásico y adquiere
gran desarrollo en el arte califal». Por su parte, Ramos Rubio relaciona este tipo de
decoración con algunos restos existentes en varias zonas, así como en la pila bautismal,
de la iglesia parroquial de la localidad, que serían de la misma época. Esas pinturas, de
tipo geométrico y vegetal pueden datarse en el siglo XV.
J. Sanguino y Michel, en el manuscrito inédito «Notas referentes a Cáceres», citado
por Ramos Rubio, da testimonio de la existencia de otras pinturas en las fachadas hoy
desaparecidas, cuyos restos (al menos, en parte), deben de corresponder al almagre
visible en la misma fachada del evangelio citada.
Por su parte, las principales pinturas del interior son figurativas y se conservan en los
muros del evangelio y de la epístola.
Así, en el muro del evangelio se desarrollan tres escenas: Jesús, camino del Calvario
con la cruz a cuestas; la Crucifixión; y, una tercera con Jesús entre los doctores, la última
cena y el bautismo del Salvador. De estas tres escenas, la primera y la última conservan
sendos zócalos con motivos vegetales de color blanco y ocre similares a los de otras
zonas del templo.
Estas pinturas han sido atribuidas por algunos autores al pintor del siglo XVI Lucas
Holguín quien trabajó en el retablo mayor de la ermita, cuestión controvertida habida
cuenta que las pinturas, que hoy se contemplan, son probablemente de finales del siglo
XV o comienzos del XVI. Respecto a su calidad técnica, Lozano Bartolozzi las define de
forma genérica como «…de factura popular, torpe y fallida, pero atractivas por su
expresividad e iconografía …»; no obstante, el tratamiento de los rostros de los
personajes resulta muy expresivo, de mayor calidad técnica que otras partes del
conjunto sugiere que este es obra de varios artistas.
Las diferentes escenas de las que se compone el conjunto son las siguientes:
– Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario. Esta pintura es la que está en
mejor estado, al conservarse casi íntegramente y haber sido restaurada. La pintura, la
más lograda de todas las existentes, está situada en el muro del evangelio. La misma
está subdividida en dos escenarios por una representación de un pie derecho o pilar que
sujeta una zapata y una viga de madera, simulando que la escena del lado izquierda,
según la mirada del espectador, se desarrolla en un interior arquitectónico. En este se ha
intentado crear una perspectiva renacentista gracias al artesonado del techo y un suelo
cuadriculado. Diez personajes de pie y uno arrodillado miran hacia su derecha. Los
personajes visten al modo italiano y parecen deudores de Piero della Francesca. La
ejecución de estas figuras denota cierta calidad, especialmente en el tratamiento de los
rostros, como se ha dicho, muy realistas; así como en los ropajes, contemporáneos de la
pintura, y las actitudes, muy naturales.
En cuanto a la representación de Cristo portando la cruz (en forma de tau,
característica esta de la pintura flamenca, según Lozano Bartolozzi), es de una calidad
peor que la anterior. En la pintura, el Cirineo ayuda a Cristo a sostener la cruz, seguidos
ambos por la tropa vestida a la usanza medieval. La multitud, con caras caricaturizadas
insultan a Jesús delante de él; mientras que, a sus pies, un campesino se arrodilla ante
Cristo y otro se abrocha sus sandalias. Aparecen ambos personajes separados por un
perrito, mostrando las actitudes de sumisión e indiferencia, según el investigador Manuel
Rodríguez Martín, en un trabajo inédito citado por Lozano Bartolozzi. Al fondo aparecen
una ciudad amurallada gótica de altas torres y un bosquecillo.
En cuanto al estilo, la pintura se sitúa a medio camino entre el medievalismo
flamenco que representa el paisaje urbano del fondo y el atavío de los personajes e

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Núm. 226