III. Otras disposiciones. COMUNITAT VALENCIANA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-8703)
Decreto 30/2024, de 5 de marzo, del Consell, para complementar la declaración de bien de interés cultural, con la categoría de bien inmaterial, de la Romeria de les Canyes de Castelló, con la que se incorpora la procesión de las gaiatas y su simbolismo como seña identitaria de la ciudad de Castelló de la Plana.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 30 de abril de 2024

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retorno de la Romería, convirtiéndolo en un alarde luminoso que solo Castellón sabe
presentar con todo el significado de un rito tradicional».
A los albores de la recientemente creada marca de Fiestas de la Luz, el ingeniero
catalán Carlos Biugas asumía el reto de diseñar una nueva Gaiata de la Ciudad. Siete
metros de estatura con más de treinta juegos de luces, en la que se daba color a unas
artísticas cristaleras cuajadas de temas festivos y castelloneros, componían aquella
deslumbrante gaiata que abría nuevos caminos en la innovación luminotécnica. Pero no
estuvo sola, porque la comisión del sector de Puerta del Sol también apostó por «el
mago de la luz» para el diseño de su gaiata. Mucho más modesta, con sus poco más de
cuatro metros, pero impresionante. Conformaba una fuente luminosa, que se asemejaba
a una palmera, de limpios brazos repletos de puntos de luz y con múltiples cambios de
luz. Era la Magdalena de 1966. La consolidación de las comisiones infantiles, dentro de
las diferentes comisiones de sector, hace que en 1971, junto con sus gaiatas
monumentales, desfilen también las gaiatas infantiles, parecidas a las «mayores», con
unas dimensiones inferiores, pero con su idiosincrasia propia.
A principios de 1979, se convoca el I Congreso Magdalenero. Un encuentro,
organizado por la Junta Central y el Ateneo de Castelló, en el que se pretende
reflexionar sobre cualquier aspecto de nuestra fiesta. Surgieron una serie de
recomendaciones a modo de conclusión de las diferentes sesiones de trabajo. Como no
podía ser de otro modo, la gaiata fue un tema tratado y sobre el que se extrajeron
diferentes iniciativas: «Se hacía necesario apoyar y dignificar a la gaiata monumental,
para lo que se veía necesario el patrocinio de las instituciones. Por otro lado, y no
excluyente, se veía necesario fomentar la construcción de las gaiatas individuales o de
mano». Y así, siguiendo estas recomendaciones, la Magdalena de 1980 contó con la
presencia, en el desfile procesional, de unas veinte gaiatas individuales, que retirarían a
las anteriores (alguna del siglo pasado), construidas según esbozos de diferentes
artistas castellonenses y con un estilo más moderno.
1982 es un año importante en la reafirmación de la gaiata como símbolo por
excelencia de nuestra ciudad. Por un lado, se convoca un nuevo concurso para el diseño
y la construcción de una Gaiata de la Ciudad, cuyo ganador fue Miguel Collado Bertolín,
con su propuesta bajo el lema «Castelló». Una obra cilíndrica que retomaba, de nuevo,
conceptos más tradicionales, con profusión de vasitos y, en su base, un espectacular
escudo de la ciudad –una gaiata que desfiló, por primera vez, en 1983. Por otro lado, se
iniciaba la ampliación de los sectores gaiateros. En este primer año, en tres, pero en
años posteriores se continuaría ampliando hasta un máximo de diecinueve sectores.
Esto implicaba, por lo tanto, que las gaiatas monumentales (y las infantiles)
incrementaban su número en siete, lo que da cuenta de la importancia de la gaiata
dentro de la sociedad castellonense. Y con esta ampliación se abrían nuevos tiempos,
porque la incorporación de la mujer a los órganos de dirección de las comisiones era ya
todo un hecho.
Hasta esta fecha, aunque la imaginación del artista era la que conformaba el diseño
de la gaiata monumental, sí que podemos asegurar un estilo más barroco, versallesco;
con materiales nobles, basados en las luces de arañas palaciegas, con escudos
profusamente adornados en talla de madera, con grandes faroles con cristaleras con
diferentes motivos festivos y con serpenteantes brazos recorriendo sus laterales. Con la
llegada de los ochenta y las posibilidades que confieren las nuevas luces de neón, los
metacrilatos de color o traslúcidos, aluminios, aceros inoxidables..., empiezan a proliferar
diseños mucho más abstractos, rompedores e innovadores, mucho más eclécticos, hasta
el punto de levantarse con el primer premio del concurso una gaiata de este estilo, en la
edición de 1990. Son años de discusión por el estilismo que debe retomar la gaiata. De
estilo clásico, moderno o mezcla de los dos (espectaculares formas y diseños que
permiten los nuevos materiales, complementados con trabajos barrocos de cristaleras y
talla), bien es verdad que la gaiata ha continuado evolucionando hacia su objetivo de ser
la imagen de la fiesta castellonera, exportando luz y tradición, de una forma singular.

cve: BOE-A-2024-8703
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Núm. 105