III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-4858)
Decreto 14/2024, de 20 de febrero, por el que se declara bien de interés cultural el "Conjunto de Hornos de Magacela" en el término municipal de Magacela (Badajoz), con la categoría de lugar de interés etnológico.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 12 de marzo de 2024

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Durante gran parte de la historia humana, la acción sobre el entorno se adaptó a los
condicionantes ambientales, de hecho, la agricultura, la ganadería y el asentamiento en
diferentes parajes estaban condicionados por el clima, los suelos y la disponibilidad de
recursos, pues la tecnología no tenía posibilidades de forzar los límites impuestos por la
naturaleza. La arquitectura tradicional es una referencia fundamental que nos habla de la
capacidad humana para adaptarse al entorno haciendo uso de escasos recursos
tecnológicos; y lo hace a través del uso de los materiales disponibles, a la pendiente y no
recurre a fuentes de energía para aislar a los inmuebles del frío y el calor que incurran en
consumos energéticos que disparan el metabolismo social en nuestras sociedades
industriales y posindustriales.
Del mismo modo, se trata de construcciones con gran sentido de la funcionalidad,
poco dadas a retoques y complejos barrocos que trasciendan las necesidades humanas
relacionadas con procurarse abrigo, alimento y aislarse del entorno, pues al fin y al cabo,
una de las bases para entender la cultura, en términos antropológicos, es la capacidad
de los colectivos para hacer frente a las contingencias del medio a base de procesos
mentales, adaptados, eso sí, al medio, los cuales no dependen de la herencia genética,
sino de procesos de aprendizaje en el seno del grupo. Los humanos construimos
viviendas y las aislamos del frío o del calor, al contrario que otras especies, cuya
adaptación, en ese sentido, viene dada por procesos biológicos, marcados por la
Selección Natural, que permiten a los organismos adaptarse, respectivamente, a
entornos con limitaciones y ventajas diferenciales.
El Plan Nacional de Arquitectura Tradicional, aprobado en el año 2014, por el
Ministerio de Cultura y Deporte, concluye que este ingente patrimonio se relaciona con
las estrategias humanas para adaptarse al entorno ecológico, con el reflejo de diferentes
contextos socioeconómicos y con dimensiones etnohistóricas de gran calado para
entender el presente. En definitiva, la arquitectura vernácula ha de contemplarse como
texto etnográfico del que aprender de cara a proponer modelos constructivos que
minimicen el impacto ambiental, con objeto de frenar la especulación asociada a los
modelos contemporáneos y reducir la huella ecológica, concretamente, el consumo
energético.
En el contexto de la Extremadura actual destaca que, hasta hace poco más de 60
años, el mundo rural, mayoritario en nuestro territorio, estaba sometido a la praxis de una
agricultura y ganadería tradicionales en las que los paisajes genuinos, desde las
dehesas y olivares hasta las huertas del extrarradio de los pueblos se sustentaban en
ciclos cerrados, dependiendo de la meteorología. Sólo a partir de los años sesenta del
siglo XX, la producción se subsumió a los parámetros del mercado, generándose, en
unos casos, intensificación, y en otro abandono. Todo ello significó una pérdida de oficios
tradicionales que implicó que muchas infraestructuras de la arquitectura tradicional,
asociadas al trabajo en el sector agroganadero y a la transformación de materias primas
sucumbieran.
En un contexto de escasez de recursos y de concentración de tierras y recursos en
pocas manos, el mundo rural tradicional hacía desplegar todo un elenco de estrategias
de trabajo para aquellos que carecían de tierras y medios de producción básicos. El
parón de la siega y de los trabajos agrícolas tenía que ser complementado con oficios,
ajenos o no al mundo agropecuario, que complementaran rentas a las familias en el
contexto de economías poco monetarizadas. Las actividades laborales asociadas a la
transformación de materias primas en nuestra región eran escasas, pero especialmente
interesantes al estar relacionadas con la pluralidad de bases económicas de la población
jornalera y de pequeños campesinos, y con el desarrollo de oficios con sus particulares
culturas del trabajo.
Los hornos tejeros y caleros se conectan con todos los entramados culturales a los
que hacemos referencia, a lo cual se suma su relación con la producción de dos
elementos que a su vez ocupan un capítulo básico de los materiales de la arquitectura
tradicional de Extremadura y, por añadidura, de su personalidad: la teja árabe y la cal. La
primera es el elemento básico de las cubiertas y la segunda de los enfoscados de

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Núm. 63