III. Otras disposiciones. MINISTERIO DE POLÍTICA TERRITORIAL Y MEMORIA DEMOCRÁTICA. Lugares de memoria democrática. (BOE-A-2024-2828)
Resolución de 9 de febrero de 2024, de la Dirección General de Atención a las Víctimas y Promoción de la Memoria Democrática, por la que se publica el Acuerdo de incoación de declaración de lugar de memoria el éxodo, persecución y masacre de la población civil entre Málaga y Almería en febrero de 1937, conocido como "La Desbandá".
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Miércoles 14 de febrero de 2024

Sec. III. Pág. 17967

de las tropas sublevadas que cercaban la ciudad, el Gobierno Civil malagueño empezó a
estudiar la posibilidad de una evacuación ordenada de los refugiados hasta Almería,
pero la precipitación de las maniobras militares hizo imposible la organización y,
finalmente, la población civil huyó en masa y de forma desordenada.
Una de las singularidades del éxodo de las víctimas de la masacre de MálagaAlmería es que, de forma sistemática, la población civil se convirtió en un objetivo militar.
A lo largo de la huida por la costa, la población civil fue atacada por los cruceros
Canarias, Baleares y Almirante Cervera, con ayuda de la aviación italiana y alemana,
dejando tras de sí un reguero de víctimas mortales y heridos de difícil cuantificación
debido al caos y al miedo que se produjo durante el trayecto. Desde el primer momento,
los cruceros Canarias y Baleares se situaron frente a la costa con la intención de
entorpecer la huida, al tiempo que la aviación bombardeaba valles, cañadas y los
puentes sobre los ríos y ramblas. La población civil, totalmente indefensa, inició este
éxodo por la única vía de escape, la carretera hacia Almería, marchando a pie y
formando caravana de varios kilómetros de longitud, como atestiguó el capitán de
carabineros, Francisco Angulo, cuando describió que «la peregrinación de cerca
de 200.000 personas desde Málaga a Almería, a pie, es algo que no tiene precedentes
en la historia de las evacuaciones de guerra. Hombres muertos por la carretera de frío,
hambre y cansancio. Mujeres con niños en brazos y con los pies enormemente
desfigurados y lleno de llagas, caras famélicas, etc.» (Archivo Fundación Juan Negrín,
declaraciones de Federico Angulo Vázquez).
En el recuerdo de las víctimas ha quedado el horror de los cañoneos y los
bombardeos. La aviación sublevada era consciente de que estaban atacando a la
población civil, como así atestiguan los documentos depositados en el Archivo General
Militar de Ávila (caja 9496). Son numerosos los testimonios directos que dibujan el
panorama de terror, miedo y sufrimiento producido entra la población a causa de los
vuelos rasantes de los aviones y el ruido que llegaban desde los cañones de los barcos.
Especialmente cruentos fueron los cañoneos en las inmediaciones de Vélez-Málaga
(Málaga) y Motril (Granada).
El éxodo de los civiles que salieron de Málaga se saldó con un ingente número de
fallecidos. Es difícil dar cifras exactas, ya que muchos cadáveres quedaron abandonados
en el camino o fueron enterrados en fosas comunes en los pueblos del camino. El
historiador Paul Preston cifra los fallecidos entre 3.000 y 5.000.
Entre el 7 de febrero y el 10 de febrero de 1937 el camino de Málaga a Almería se
convirtió en una riada de mujeres, niños y ancianos que huían de sus hogares intentando
escapar de las bombas, de la represión, del miedo y del hambre. A lo largo de la costa
malagueña y granadina se fue concentrando cada vez más población, siendo la
desembocadura del río Seco, en la localidad granadina de Almuñécar, el punto donde se
concentró el mayor número de civiles. A escasos 40 kilómetros, en la localidad de Motril,
quedó frenado el avance de las tropas sublevadas gracias a la llegada de las Brigadas
Internacionales, fundamentales para que los refugiados pudieran llegar hasta Almería.
Pudieron pasar esa línea entre 50.000 y 100.000 refugiados que se encaminaron
hacia la provincia de Almería (200.000 estipulaba el periódico La Vanguardia el 11 de
febrero de 1937) llegando el grueso a la localidad de Adra entre el 10 y el 11 de febrero.
Esa misma noche fueron atacados por la aviación alemana dejando tras de sí decenas
de fallecidos y centenares de heridos. Otros muchos miles no pudieron llegar hasta
Almería, siendo devueltos por las tropas sublevadas a Málaga, siendo represaliados, en
numerosos casos, por el hecho de huir de la ciudad. La ayuda humanitaria fue decisiva
para la evacuación de los refugiados gracias a la intervención del médico canadiense
Norman Bethune y de su ayudante Hazen Sise, que trasladaron en su ambulancia a
centenares de heridos hacia zona segura. La figura de Norman Bethune es esencial para
entender el drama humanitario que produjo el éxodo desde Málaga.
Se salvaron centenares de vidas gracias al traslado de heridos en su ambulancia y al
conocimiento de la transfusión sanguínea. Sus fotografías inmortalizaron la llegada de
los refugiados a Adra, dejando un testimonio perpetuo del drama que vivieron.

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Núm. 39