III. Otras disposiciones. COMUNITAT VALENCIANA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-2764)
Resolución de 22 de noviembre de 2023, de la Vicepresidencia Primera y Conselleria de Cultura y Deporte, por la que se incoa expediente para complementar la declaración de bien de interés cultural, con la categoría de bien inmaterial, de la «Romeria de les Canyes de Castelló», con la que se incorpora la Procesión de las Gaiatas y su simbolismo como seña identitaria de la ciudad de Castelló de la Plana.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 13 de febrero de 2024

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sorteando humedales. Cuentan los mayores, y los padres así lo transmiten a los hijos,
que con la autorización del rey emprendieron la marcha una noche tormentosa. Bajaban
con farolillos dotados de pobres cabezas de cirio y candelas que apenas iluminaban el
sendero. Se apoyaban en cañas, que les servían al mismo tiempo de gayato y guía,
porque las utilizaban para tantear la tierra y evitar los lodazales. Los niños iban atados
unos con otros, con una cuerda, a sus padres, para que no se extraviaran. Una bonita
leyenda, sin duda, pero si nos atenemos al rigor histórico, encontramos referencias sobre
aquellas luces que acompañaban la vuelta de la procesión penitencial en documentación
datada en el siglo XVIII.
Así pues, tenemos constancia fehaciente de gaiatas desde mediados de siglo XVIII, y
el vocablo gaiata, a buen seguro, hace referencia al bordón peregrino lleno de cirios que
debían de llevar, a modo de individuales luminarias, las magdalenas penitentes de las
procesiones descritas en los puntos anteriores. De acuerdo con las personas que
llevaban estas primeras gaiatas –niños y niñas–, debieron ser de poca envergadura y
menos peso, y además, individuales; esto es: portadas por una sola persona.
A mediados de siglo XIX, la gaiata se individualizó de la caña: esta última es asumida
como bordón peregrino de la romería y la gaiata, de forma que perdió ya su primitivo
significado religioso y pasó a convertirse en el símbolo histórico y festivo por
antonomasia de nuestra ciudad. En las celebraciones de 1852, realizadas con motivo del
VI centenario de la fundación de la ciudad, tenemos la primera constatación de la
vinculación de las fiestas de la Magdalena con el carácter fundacional de estas. El
Ayuntamiento oficializa esta celebración y, en la lectura del programa de festejos editado,
en el punto duodécimo de la organización del desfile, encontramos: «12.º Los niños que
llevan gaiatas iluminadas». De nuevo, una referencia a la gaiata, que nos ilustra de la
poca envergadura de estas por el hecho de ser llevadas por niños.
El tipo de gaiatas piramidal debió de aparecer en 1863, afirmación basada en lo
dispuesto en el programa, editado por el Ayuntamiento, sobre los actos que se celebran
en la festividad de santa María Magdalena. De su lectura, deducimos que han
desaparecido los niños y las niñas como portadores de las gaiatas y que estas, ya de
mayor envergadura y en número de seis, procesionan intercaladas entre los carros
triunfales. De variadas formas: «con luces de colores toda de cristal», «de faroles de
variado colorido», «de variados adornos», «bonita gaiata de cristal cono luces de
colores» o «cristal con muchísimas luces» son las diferentes descripciones que
encontramos en la citada publicación referidas a las seis gaiatas.
El éxito cosechado por estas gaiatas hace que, dos años después, el Ayuntamiento
proyecte la construcción de catorce nuevas gaiatas, con mayor ornamentación y diseño
artístico. El inicial carácter religioso de la gaiata queda constatado con el hecho de que,
para este proyecto, el Ayuntamiento contaba «con la anuencia del señor arcipreste». Así
queda constancia de estas en el programa: «catorce hermosas gaiatas, unas de cristal
con luces de colores, otras de cirios verdes y las últimas de mayores dimensiones y con
brillantes adornos, que se situarán en los puntos correspondientes para mayor lucimiento
de la procesión». Según indica Carlos González Espresati, en su Mitología de las
Gayatas (1952), «Esta es la primera noticia documentada de la intervención municipal en
las Gayatas, que anteriormente parece fueron iniciativa de la Cofradía del Santo
Sepulcro». En esta misma obra encontramos una descripción muy definitoria de las
gaiatas de la época: «A la entrada espera, formada en perfecto orden, la procesión de
las gayatas, constituida por dos secciones: la delantera es la parte profana de la
procesión, y se compone de una serie de pirámides de lamparillas, dispuestas en torno a
un mástil de mayor o menor altura, rematado en gancho de báculo, que se denominan
gayatas; entre sus grupos se intercalan, en el desarrollo de la procesión, cuatro
carromatos ornamentados y alumbrados con antorchas, en cuyas plataformas se
reproducen plásticamente, con figuras vivas ataviadas a estilo de su época, cuatro
escenas evangélicas de la vida de Santa María Magdalena... Las gayatas que desde el
último siglo llegaron al nuestro, eran individuales esto es que las transportaba un solo
hombre, alzándolas a brazo, y de la gayata pendían blancas cintas, cuyos extremos

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