III. Otras disposiciones. MINISTERIO DE CULTURA. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2024-264)
Resolución de 26 de diciembre de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de "La Acogida Tradicional Jacobea" como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Jueves 4 de enero de 2024

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florecer la acogida, sin que nunca parezca haber existido un plan global ni para su
instauración ni para su gestión. Aunque desde el periodo bajomedieval comienza a
gestarse un proceso de reordenación de la beneficencia en general –acogida jacobea
incluida– que dará sus frutos en la etapa siguiente, realmente tal ambición sólo se
materializará en España en el siglo XIX y su instauración supondrá el fin para la
beneficencia tal como se practicaba secularmente.
Durante la Edad Moderna, las peregrinaciones, y la que tiene como meta Santiago
no fue excepción, vieron decrecer notablemente su intensidad como fruto de
diferentes factores, entre lo que destacan las reformas religiosas, las sucesivas crisis
económicas y los constantes conflictos bélicos. Los hospitales de peregrinos no
fueron excepción, un número significante de ellos, incluyendo algunos de los más
emblemáticos acabaron cerrando sus puertas. Así, el fenómeno jacobeo, privado de
buena parte de los fieles peregrinos procedentes de las zonas que adoptaron la
Reforma Católica, la cual no favorecía las grandes peregrinaciones, vio reducido su
apoyo eclesiástico y popular. En cambio, debido al vacío dejado por la Iglesia Católica
en la acogida de peregrinos, aumentó considerablemente la relevancia que tuvo la
monarquía durante este periodo. La monarquía desde fines del siglo XV comenzó a
intervenir, no ya sólo como fundadora o sostenedora de casas de acogida, labor en la
que persevera, sino estableciendo su objetivo en obtener una mayor eficiencia del
sistema asistencial y la prevención de abusos.
No obstante, pese a los intentos de la monarquía de controlar y favorecer el
fenómeno jacobeo, la contracción en el número de peregrinos y la necesidad de
asistencia a nuevas bolsas de pobreza tuvieron como consecuencia, además del desvío
del fin fundacional de algunas casas de acogida, una general reordenación, tanto de los
establecimientos de acogida, como de las instituciones que los sustentaban. A lo largo
de este tiempo numerosas casas de acogida fueron desapareciendo, no únicamente
cerrando sus puertas, sino también tendieron a fusionarse, por lo general, en otros
establecimientos mejor dotados y/o gestionados, reorientando o ampliando el objetivo de
su labor asistencial hacia los transeúntes y pobres en general.
Como consecuencia, según van avanzando los siglos XVII y XVIII comprobamos
cómo se va diluyendo la identidad de los peregrinos tanto en la documentación como en
el imaginario colectivo, perdiendo su status de peregrino espiritual para pasar a ser
considerados como una categoría particular de pobres. Las transformaciones del sistema
general de asistencia, las nuevas condiciones impuestas desde la corona y los cambios
estructurales llevaron a muchos de los antiguos hospitales a reformar o adaptar sus
reglas internas abandonando la atención especializada a peregrinos.
Desde finales del siglo XVIII y con el paso a la Edad Contemporánea, la confluencia
de una serie de factores sociales, religiosos, políticos, económicos y administrativos,
entre otros, va a traducirse en alteraciones estructurales de la manifestación. En dicha
transición, la acogida tradicional jacobea va a sufrir su más honda crisis, viéndose casi
reducida a la irrelevancia, no sólo por el descenso del número de peregrinos fruto de la
secularización de la sociedad, sino por una falta de consideración hacia el peregrino
compostelano. Este proceso destructivo del sistema asistencial se fragua desde la
segunda mitad del siglo XVII hasta la segunda mitad del siglo XIX a través de las
sucesivas reformas políticas y religiosas que fueron destruyendo las bases que
tradicionalmente soportaban la beneficencia en general, y la acogida al peregrino en
particular. No obstante, del mismo modo que la hospitalidad jacobea se aquilató a la
reducción del número de peregrinos constatada desde el siglo XVI, en ningún caso
podemos considerar que desapareciera, y tampoco que variara en lo sustancial el
espíritu de sus promotores, fundamentalmente religiosos o vinculados a la Iglesia. Lo
que va a cambiar, y de modo drástico, es la consideración institucional del fenómeno,
que verifica, a partir del siglo XIX, la efectiva disociación entre la labor benéfica y la
sanitaria, asistencia prestada a los peregrinos desde el Medievo.
Pese a todo, el colapso del sistema de acogida jacobea no supuso el fin absoluto de
ésta, sino su adaptación al muy escaso número de peregrinos que se lanzaron al camino

cve: BOE-A-2024-264
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