III. Otras disposiciones. ADMINISTRACIÓN LOCAL. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-24758)
Resolución de 2 de noviembre de 2023, del Consejo Insular de Menorca (Illes Balears), referente a la declaración del baile menorquín de jota y fandango como bien de interés cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 4 de diciembre de 2023

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y de las ciudades. Y el hecho de que temporeros de Capdepera y Artà se desplazaran
para trabajar a las zonas del sur de Menorca a lo largo de los siglos XIX y XX habría
provocado la existencia de tantas similitudes entre ambos sitios tanto en el modo de
tocar el guitarrillo como en en algunos pasos de baile.
En las décadas de 1940 y 1950, a iniciativa de la Sección Femenina de la Falange
Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las
JONS) y en el contexto de la política franquista de impulsar los «bailes tradicionales» y el
«traje regional», se recuperan de forma real la música y los bailes de tiempo antiguo y
nace la necesidad de crear una indumentaria tradicional para escenificar estas
representaciones, que se desarrollarán básicamente en festivales y concursos de música
y danza de ámbito nacional. Así, los primeros vestidos creados para bailar y sonar se
inspirarán en los trabajos de investigación de folcloristas y estudiosos de la cultura
popular del momento, como Josep Pons Lluch (1910-1987) y Fernando Martí Camps
(1917-1993), adecuándolos, como no podría ser de otra forma, a la moda vigente. Ésta
será la semilla de los colectivos que hoy mantienen viva esta manifestación tradicional
de Menorca, y que beberán de los pocos músicos y bailadores que mantuvieron su
saber, resistiéndose a abandonarlo a pesar de los cambios, hasta la posguerra.
Actualmente el baile menorquín se transmite a través de asociaciones sin ánimo
de lucro, los grupos folclóricos, que promueven, con los bailes, los distintos estudios y
las escuelas de baile abiertas a todos, la difusión, la investigación y el aprendizaje de
un de los rasgos más identitarios y vivos de la cultura popular de la isla. Los primeros
grupos se crearon en la década de 1940; pero la mayoría de los existentes hoy en día
surgieron entre las décadas de 1970 y 1990, en el contexto del resurgimiento de la
identidad cultural propia menorquina que tuvo lugar con la entrada en la democracia, y
que hizo que el Col·lectiu Folklòric Ciutadella reuniera a los cuatro grupos que en
aquel momento había en Menorca con el afán de recuperar y difundir los bailes y la
música popular en el primer encuentro folclórico de Menorca, organizado en el teatro
salesiano de Ciutadella. En este nuevo contexto de reavivamiento de la cultura propia,
se popularizan estos bailes haciendo hincapié en el carácter local del fandango, a la
vez que se activa la conciencia de unidad por una práctica compartida, el hecho de
bailar fandango.
Con el tiempo se ha producido, sin embargo, una clara transformación del
elemento. Si antes estos bailes eran, especialmente el fandango, danzas pausadas de
pareja, aunque muy marcadas, con un lento comienzo y la mujer mirando siempre al
suelo; hoy, los transmisores de ambos bailes los enseñan completamente
coreografiados, tanto en lo que se refiere a la interrelación entre la pareja como a la
que existe entre todos los miembros del grupo, como si se tratara de una
escenificación. Han pasado de ser un baile de pareja, a ser un baile de grupo de
parejas que siguen todas ellas los mismos pasos al máximo de conjuntados. El baile
se organiza en dos hileras perfectamente alineadas, con la formación musical detrás,
y cuando empieza tiene una tonada que los bailadores ya conocen, y saben por lo
tanto los pasos que realizará la pareja.
El método tan planificado de transmisión y aprendizaje del baile menorquín de hoy en
día es la muestra fehaciente de que cuando se recuperó, en la década de 1940-1950,
prácticamente ya no se bailaban jotas y fandangos. Es posible, por lo tanto, que el baile
menorquín actual se haya convertido en un baile más cómodo y más mecánico,
perdiendo la frescura de la improvisación y la fuerza que posiblemente tuvo en tiempos
más antiguos. A todo ello hay que añadir que la institucionalización de la transmisión del
baile, a través de las escuelas de los distintos grupos, ha favorecido la delimitación de
diferencias entre unos bailes y otros; es decir, de diferentes tipos de jota y de fandango
construidos a partir de una escuela de aprendizaje.

cve: BOE-A-2023-24758
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Núm. 289