III. Otras disposiciones. MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-17056)
Resolución de 13 de julio de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de "La Zarzuela" como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 24 de julio de 2023
Sec. III. Pág. 107926
Ninguna música define con más propiedad que la zarzuela lo que podríamos
considerar el «yo musical» de España (Casares, 2023). Es por ello una constante en
nuestra cultura; existen pocas instituciones que como ella representen y caractericen la
vida nacional. La asistencia a la zarzuela fue siempre una experiencia vinculada a la
tradición, al universo popular, al ideario social, cultural y musical hispano, porque estaba
cargada de significados vivenciales.
La zarzuela se extendió desde España a todo el mundo hispano, América y Filipinas
–en tagalo, existe el término sarswelas–, o Portugal, en sincronía peninsular casi
milagrosa. El género vivió en plenitud y se extendió desde la ciudad del Plata en
Argentina hasta la de Monterrey en México, pasando por las ciudades hispanas, donde
incluso surgió una producción zarzuelística tan específica y importante como la
denominada zarzuela cubana, llena de vida y de fuerza, la mexicana, o la porteña en
Argentina. No sólo ello; en la propia península hablamos de variantes como la zarzuela
catalana, valenciana, andaluza, o simplemente regional, lo que indica su fuerza como
elemento identitario y transmisor de los diversos pueblos de la hispanidad, símbolo
fundamental de su acervo identitario.
La zarzuela es sin duda la más importante aportación de la cultura española al teatro
musical universal. Si es cierto que pocas artes tienen más capacidad que la música para
evocar el pasado, ninguna ha podido superar en ello a la zarzuela, porque ninguna ha
brotado con tanta naturalidad de la tradición popular, y ha sabido ser testigo de lo vital,
de lo contingente y cotidiano.
La zarzuela ha empapado el ámbito social que la sostiene. Fue púlpito, defensora de
pobres y maltrechos, inventó un idioma musical que surgió de la misma entraña del
pueblo, un lenguaje transmisor de cierta «alegría social», como diría Julián Marías. Así,
por ejemplo, La revoltosa se convirtió en una especie de icono para los habitantes de
Sevilla, Lima, Santiago de Cuba, México, incluso para los mineros de las minas de cobre
del norte de Chile en cuyos barracones se oía.
Decenas de expresiones, de dichos y de refranes de nuestro lenguaje diario han
surgido del mundo de la zarzuela y pertenecen a una memoria colectiva compartida. El
gran muñidor de este género, Francisco Asenjo Barbieri, dejó muy clara su funcionalidad
cuando lo define como «una verdadera encarnación del sentimiento popular español
basándose en la historia patria, sus tradiciones y costumbres, los cantos y bailes
populares, los himnos y marchas nacionales, y otros muchos variados elementos que
constituyen nuestra manera de ser y nuestra propia nacionalidad». Y completa su
pensamiento cuando añade que estas obras son «una verdadera encarnación del
sentimiento popular español, inclinado siempre a lo maravilloso junto con lo cómico y
entretenido, con preferencia a lo serio y encopetado».
La vida de la zarzuela tiene otro aspecto que no puede pasar desapercibido y es lo
que tuvo de forma de vida y de sostenedor de una actividad cultural y económica
compleja, dentro de lo que podríamos denominar la dimensión material de la cultura. Es
decir, desde los múltiples oficios de los artesanos de la zarzuela, hasta realidades tan
distintas como la industria editorial, la zarzuela se extendió como una gigantesca red no
sólo en las ciudades sino en una inmensa cantidad de pueblos de la hispanidad, adonde
acudían las compañías, como parte esencial y a veces única del entretenimiento, en un
mercado popular siempre en crecimiento. Cientos de compañías, y miles de artesanos y
hombres de la lírica recorrieron todas las tierras de la hispanidad dando vida a un arte
ecuménico que les unía.
3.
Evolución histórica
En España, al igual que en el resto de los países de Europa, la creación del teatro
musical se produce en el siglo XVII, pero en torno al nuevo género. El gusto del público,
junto a ese realismo característico de nuestra tradición literaria, prefirió desde el
comienzo las formas teatrales cantadas y habladas sobre las sólo cantadas como la
cve: BOE-A-2023-17056
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 175
Lunes 24 de julio de 2023
Sec. III. Pág. 107926
Ninguna música define con más propiedad que la zarzuela lo que podríamos
considerar el «yo musical» de España (Casares, 2023). Es por ello una constante en
nuestra cultura; existen pocas instituciones que como ella representen y caractericen la
vida nacional. La asistencia a la zarzuela fue siempre una experiencia vinculada a la
tradición, al universo popular, al ideario social, cultural y musical hispano, porque estaba
cargada de significados vivenciales.
La zarzuela se extendió desde España a todo el mundo hispano, América y Filipinas
–en tagalo, existe el término sarswelas–, o Portugal, en sincronía peninsular casi
milagrosa. El género vivió en plenitud y se extendió desde la ciudad del Plata en
Argentina hasta la de Monterrey en México, pasando por las ciudades hispanas, donde
incluso surgió una producción zarzuelística tan específica y importante como la
denominada zarzuela cubana, llena de vida y de fuerza, la mexicana, o la porteña en
Argentina. No sólo ello; en la propia península hablamos de variantes como la zarzuela
catalana, valenciana, andaluza, o simplemente regional, lo que indica su fuerza como
elemento identitario y transmisor de los diversos pueblos de la hispanidad, símbolo
fundamental de su acervo identitario.
La zarzuela es sin duda la más importante aportación de la cultura española al teatro
musical universal. Si es cierto que pocas artes tienen más capacidad que la música para
evocar el pasado, ninguna ha podido superar en ello a la zarzuela, porque ninguna ha
brotado con tanta naturalidad de la tradición popular, y ha sabido ser testigo de lo vital,
de lo contingente y cotidiano.
La zarzuela ha empapado el ámbito social que la sostiene. Fue púlpito, defensora de
pobres y maltrechos, inventó un idioma musical que surgió de la misma entraña del
pueblo, un lenguaje transmisor de cierta «alegría social», como diría Julián Marías. Así,
por ejemplo, La revoltosa se convirtió en una especie de icono para los habitantes de
Sevilla, Lima, Santiago de Cuba, México, incluso para los mineros de las minas de cobre
del norte de Chile en cuyos barracones se oía.
Decenas de expresiones, de dichos y de refranes de nuestro lenguaje diario han
surgido del mundo de la zarzuela y pertenecen a una memoria colectiva compartida. El
gran muñidor de este género, Francisco Asenjo Barbieri, dejó muy clara su funcionalidad
cuando lo define como «una verdadera encarnación del sentimiento popular español
basándose en la historia patria, sus tradiciones y costumbres, los cantos y bailes
populares, los himnos y marchas nacionales, y otros muchos variados elementos que
constituyen nuestra manera de ser y nuestra propia nacionalidad». Y completa su
pensamiento cuando añade que estas obras son «una verdadera encarnación del
sentimiento popular español, inclinado siempre a lo maravilloso junto con lo cómico y
entretenido, con preferencia a lo serio y encopetado».
La vida de la zarzuela tiene otro aspecto que no puede pasar desapercibido y es lo
que tuvo de forma de vida y de sostenedor de una actividad cultural y económica
compleja, dentro de lo que podríamos denominar la dimensión material de la cultura. Es
decir, desde los múltiples oficios de los artesanos de la zarzuela, hasta realidades tan
distintas como la industria editorial, la zarzuela se extendió como una gigantesca red no
sólo en las ciudades sino en una inmensa cantidad de pueblos de la hispanidad, adonde
acudían las compañías, como parte esencial y a veces única del entretenimiento, en un
mercado popular siempre en crecimiento. Cientos de compañías, y miles de artesanos y
hombres de la lírica recorrieron todas las tierras de la hispanidad dando vida a un arte
ecuménico que les unía.
3.
Evolución histórica
En España, al igual que en el resto de los países de Europa, la creación del teatro
musical se produce en el siglo XVII, pero en torno al nuevo género. El gusto del público,
junto a ese realismo característico de nuestra tradición literaria, prefirió desde el
comienzo las formas teatrales cantadas y habladas sobre las sólo cantadas como la
cve: BOE-A-2023-17056
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Núm. 175