III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-14598)
Resolución de 16 de marzo de 2023, de la Consejería, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor del "Conjunto de Hornos de Magacela" en el término municipal de Magacela (Badajoz), con la categoría de lugar de interés etnológico.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 19 de junio de 2023
Sec. III. Pág. 86816
constreñimiento ecológico de la arquitectura vernácula, la cual no fuerza los límites
ambientales del entorno, transformado en paisajes y agroecosistemas, pero a la vez
dotando a estos de la personalidad antrópica, pues cultura y naturaleza son
responsables de la configuración paisajística, una mirada cultural que organiza nuestra
relación con el entorno, como diría Martínez de Pisón.
Otra de las características de los hornos es su condición de construcciones
funcionales, en las cuales no hay lugar para el retoque superfluo y el ornato.
En los últimos años de vigencia, el conjunto se reforzó con materiales industriales
como el hormigón y el hierro, una cuestión que también nos deja entrever otra de las
características de nuestros inmuebles tradicionales: el dinamismo en el que se integran,
acorde con las posibilidades que se ofrezcan a los constructores y usuarios para mejorar
la habitabilidad, en el caso de la vivienda, y la conservación.
Es interesante comprobar, ahondando en los detalles constructivos que, a pesar de
los matices diferenciales, los hornos siguen un modelo básico, condicionado por los
criterios de funcionalidad a los que hacíamos referencia. Los hornos constan de una
caldera cilíndrica que actúa de cámara de combustión, en la que aparece una entrada
reforzada o protegida por un portal en la parte frontal con una especie de contrafuertes o
estribos a los lados. Estos contrafuertes son imprescindibles para que el conjunto pueda
contrarrestar la fuerza ejercitada por el túmulo de tierra que entierra el vaso de la caldera
en la parte posterior. El túmulo de tierra tiene varias funciones, entre las cuales están la
de conservar el calor para garantizar el trabajo de la caldera, así como aislar y proteger.
En el interior de la cámara de combustión, concretamente en la parte inferior, se
construye un saliente desde el que comenzaba la primera hilada de la bóveda,
construida en piedra caliza, la más abundante del entorno, razón por la cual el
emplazamiento de los hornos radica en este lugar.
La caldera debe construirse de un material especialmente resistente al calor, por ello se
utilizará el granito, el cual abunda en la comarca donde se ubica la localidad. Los llamados
«calerines» se presentan forrados de ladrillo refractario, acorde con los requisitos
funcionales que vienen del siglo XIX. Se recurre al carbón vegetal para alimentar los hornos,
tanto en las calderas de los caleros como en los de fabricación de teja.
Los hornos de teja no se diferencian en lo esencial de los caleros, sin embargo,
aquellos tienen algunas particularidades que son descritas desde la propia página del
ayuntamiento de Magacela: «Los respiraderos se situaban entre medio metro a un metro
y medio de la entrada del horno. Por ellos entraba el aire a través de dos fogones
–agujeros– en la zona inferior de la caldera u hogar. Además de tomar el aire, por estos
elementos se sacaba también con un gancho las cenizas de la combustión o la escoria
de la paja, llamada “moco”.
La cámara de combustión de los hornos destinados a la cocción de teja y ladrillo se
dividía en dos alturas por una arquería de ladrillo a modo de enrejado, sirviendo de
soporte donde se colocaban los moldeados de barro. Dos troneras a los lados de la boca
hacían de respiraderos cuando se quemaba paja. Estas son básicamente las únicas
diferencias estructurales respecto a los de cal».
Es interesante tener en cuenta que anexos a estas infraestructuras hallamos las
canteras que surtían de barro y cal a los hornos, siendo algunas de ellas espectaculares,
habiendo dejado huella en la configuración paisajística, lo cual pone de manifiesto la
importancia de las actividades conectadas con estos inmuebles hasta que estas
ocupaciones sucumbieron, coincidiendo, grosso modo, con las sinergias que provocarían
el ocaso de la economía rural tradicional en nuestros pueblos a partir de los años
sesenta del siglo XX.
Cronología
La actividad de los hornos de cal bien podría remontarse a la época en la que se
levanta la fortaleza de la localidad, si tenemos en cuenta que la cal es elemento esencial
de la arquitectura local, incluida la monumental, pues se constata su aplicación en los
cve: BOE-A-2023-14598
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 145
Lunes 19 de junio de 2023
Sec. III. Pág. 86816
constreñimiento ecológico de la arquitectura vernácula, la cual no fuerza los límites
ambientales del entorno, transformado en paisajes y agroecosistemas, pero a la vez
dotando a estos de la personalidad antrópica, pues cultura y naturaleza son
responsables de la configuración paisajística, una mirada cultural que organiza nuestra
relación con el entorno, como diría Martínez de Pisón.
Otra de las características de los hornos es su condición de construcciones
funcionales, en las cuales no hay lugar para el retoque superfluo y el ornato.
En los últimos años de vigencia, el conjunto se reforzó con materiales industriales
como el hormigón y el hierro, una cuestión que también nos deja entrever otra de las
características de nuestros inmuebles tradicionales: el dinamismo en el que se integran,
acorde con las posibilidades que se ofrezcan a los constructores y usuarios para mejorar
la habitabilidad, en el caso de la vivienda, y la conservación.
Es interesante comprobar, ahondando en los detalles constructivos que, a pesar de
los matices diferenciales, los hornos siguen un modelo básico, condicionado por los
criterios de funcionalidad a los que hacíamos referencia. Los hornos constan de una
caldera cilíndrica que actúa de cámara de combustión, en la que aparece una entrada
reforzada o protegida por un portal en la parte frontal con una especie de contrafuertes o
estribos a los lados. Estos contrafuertes son imprescindibles para que el conjunto pueda
contrarrestar la fuerza ejercitada por el túmulo de tierra que entierra el vaso de la caldera
en la parte posterior. El túmulo de tierra tiene varias funciones, entre las cuales están la
de conservar el calor para garantizar el trabajo de la caldera, así como aislar y proteger.
En el interior de la cámara de combustión, concretamente en la parte inferior, se
construye un saliente desde el que comenzaba la primera hilada de la bóveda,
construida en piedra caliza, la más abundante del entorno, razón por la cual el
emplazamiento de los hornos radica en este lugar.
La caldera debe construirse de un material especialmente resistente al calor, por ello se
utilizará el granito, el cual abunda en la comarca donde se ubica la localidad. Los llamados
«calerines» se presentan forrados de ladrillo refractario, acorde con los requisitos
funcionales que vienen del siglo XIX. Se recurre al carbón vegetal para alimentar los hornos,
tanto en las calderas de los caleros como en los de fabricación de teja.
Los hornos de teja no se diferencian en lo esencial de los caleros, sin embargo,
aquellos tienen algunas particularidades que son descritas desde la propia página del
ayuntamiento de Magacela: «Los respiraderos se situaban entre medio metro a un metro
y medio de la entrada del horno. Por ellos entraba el aire a través de dos fogones
–agujeros– en la zona inferior de la caldera u hogar. Además de tomar el aire, por estos
elementos se sacaba también con un gancho las cenizas de la combustión o la escoria
de la paja, llamada “moco”.
La cámara de combustión de los hornos destinados a la cocción de teja y ladrillo se
dividía en dos alturas por una arquería de ladrillo a modo de enrejado, sirviendo de
soporte donde se colocaban los moldeados de barro. Dos troneras a los lados de la boca
hacían de respiraderos cuando se quemaba paja. Estas son básicamente las únicas
diferencias estructurales respecto a los de cal».
Es interesante tener en cuenta que anexos a estas infraestructuras hallamos las
canteras que surtían de barro y cal a los hornos, siendo algunas de ellas espectaculares,
habiendo dejado huella en la configuración paisajística, lo cual pone de manifiesto la
importancia de las actividades conectadas con estos inmuebles hasta que estas
ocupaciones sucumbieron, coincidiendo, grosso modo, con las sinergias que provocarían
el ocaso de la economía rural tradicional en nuestros pueblos a partir de los años
sesenta del siglo XX.
Cronología
La actividad de los hornos de cal bien podría remontarse a la época en la que se
levanta la fortaleza de la localidad, si tenemos en cuenta que la cal es elemento esencial
de la arquitectura local, incluida la monumental, pues se constata su aplicación en los
cve: BOE-A-2023-14598
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 145