III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-14598)
Resolución de 16 de marzo de 2023, de la Consejería, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor del "Conjunto de Hornos de Magacela" en el término municipal de Magacela (Badajoz), con la categoría de lugar de interés etnológico.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Lunes 19 de junio de 2023
Sec. III. Pág. 86814
ANEXOS
[Se publica, como anexo, un extracto del informe, de fecha 1 de febrero de 2023, de
los servicios técnicos de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio
Cultural. El informe y documentación íntegros a la que hace referencia el acuerdo de
incoación, constan en el expediente administrativo correspondiente. Este expediente se
podrá consultar en las dependencias de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y
Patrimonio Cultural (avenida Valhondo, s/n. Módulo 4, planta 2.ª, 06800 Mérida, Badajoz)
por las personas interesadas en el procedimiento, de acuerdo con lo dispuesto en el
artículo 12 y siguientes de la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a
la información pública y buen gobierno y el artículo 15 y siguientes de la Ley 4/2013,
de 21 de mayo, de Gobierno Abierto de Extremadura].
ANEXO I
Caracterización y justificación de la declaración como bien de interés cultural
Introducción
La arquitectura tradicional forma parte del sello antrópico del paisaje. Cuando en el
momento presente se debate en torno a los conceptos naturaleza y cultura, no hay que
olvidar que la realidad abarcable empíricamente, a través de nuestros sentidos, es
ciertamente resultado de la imbricación entre ambos, pues del mismo modo que no existe
cultura sin naturaleza, tampoco existe naturaleza sin cultura. En ese sentido, a través de la
acción humana sobre el entorno, consciente e inconscientemente, se generan
agroecosistemas, fruto de la transformación los primigenios biomas en espacios
humanizados, sin los cuales es imposible entender el paisaje, pues la personalidad de este se
fragua mediante la fusión entre los condicionantes ecológicos y la acción de la tecnología.
Durante gran parte de la historia humana, la acción sobre el entorno se adaptó a los
condicionantes ambientales, de hecho, la agricultura, la ganadería y el asentamiento en
diferentes parajes estaban condicionados por el clima, los suelos y la disponibilidad de
recursos, pues la tecnología no tenía posibilidades de forzar los límites impuestos por la
naturaleza. La arquitectura tradicional es una referencia fundamental que nos habla de la
capacidad humana para adaptarse al entorno haciendo uso de escasos recursos
tecnológicos; y lo hace a través del uso de los materiales disponibles, a la pendiente y no
recurre a fuentes de energía para aislar a los inmuebles del frío y el calor que incurran en
consumos energéticos que disparan el metabolismo social en nuestras sociedades
industriales y posindustriales.
Del mismo modo, se trata de construcciones con gran sentido de la funcionalidad,
poco dadas a retoques y complejos barrocos que trasciendan las necesidades humanas
relacionadas con procurarse abrigo, alimento y aislarse del entorno, pues al fin y al cabo,
una de las bases para entender la cultura, en términos antropológicos, es la capacidad
de los colectivos para hacer frente a las contingencias del medio a base de procesos
mentales, adaptados, eso sí, al medio, los cuales no dependen de la herencia genética,
sino de procesos de aprendizaje en el seno del grupo. Los humanos construimos
viviendas y las aislamos del frío o del calor, al contrario que otras especies, cuya
adaptación, en ese sentido, viene dada por procesos biológicos, marcados por la
Selección Natural, que permiten a los organismos adaptarse, respectivamente, a
entornos con limitaciones y ventajas diferenciales.
El Plan Nacional de Arquitectura Tradicional, aprobado en el año 2014, por el Ministerio
de Cultura y Deporte, concluye que este ingente patrimonio se relaciona con las estrategias
humanas para adaptarse al entorno ecológico, con el reflejo de diferentes contextos
socioeconómicos y con dimensiones etnohistóricas de gran calado para entender el presente.
En definitiva, la arquitectura vernácula ha de contemplarse como texto etnográfico del que
aprender de cara a proponer modelos constructivos que minimicen el impacto ambiental, con
cve: BOE-A-2023-14598
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 145
Lunes 19 de junio de 2023
Sec. III. Pág. 86814
ANEXOS
[Se publica, como anexo, un extracto del informe, de fecha 1 de febrero de 2023, de
los servicios técnicos de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio
Cultural. El informe y documentación íntegros a la que hace referencia el acuerdo de
incoación, constan en el expediente administrativo correspondiente. Este expediente se
podrá consultar en las dependencias de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y
Patrimonio Cultural (avenida Valhondo, s/n. Módulo 4, planta 2.ª, 06800 Mérida, Badajoz)
por las personas interesadas en el procedimiento, de acuerdo con lo dispuesto en el
artículo 12 y siguientes de la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a
la información pública y buen gobierno y el artículo 15 y siguientes de la Ley 4/2013,
de 21 de mayo, de Gobierno Abierto de Extremadura].
ANEXO I
Caracterización y justificación de la declaración como bien de interés cultural
Introducción
La arquitectura tradicional forma parte del sello antrópico del paisaje. Cuando en el
momento presente se debate en torno a los conceptos naturaleza y cultura, no hay que
olvidar que la realidad abarcable empíricamente, a través de nuestros sentidos, es
ciertamente resultado de la imbricación entre ambos, pues del mismo modo que no existe
cultura sin naturaleza, tampoco existe naturaleza sin cultura. En ese sentido, a través de la
acción humana sobre el entorno, consciente e inconscientemente, se generan
agroecosistemas, fruto de la transformación los primigenios biomas en espacios
humanizados, sin los cuales es imposible entender el paisaje, pues la personalidad de este se
fragua mediante la fusión entre los condicionantes ecológicos y la acción de la tecnología.
Durante gran parte de la historia humana, la acción sobre el entorno se adaptó a los
condicionantes ambientales, de hecho, la agricultura, la ganadería y el asentamiento en
diferentes parajes estaban condicionados por el clima, los suelos y la disponibilidad de
recursos, pues la tecnología no tenía posibilidades de forzar los límites impuestos por la
naturaleza. La arquitectura tradicional es una referencia fundamental que nos habla de la
capacidad humana para adaptarse al entorno haciendo uso de escasos recursos
tecnológicos; y lo hace a través del uso de los materiales disponibles, a la pendiente y no
recurre a fuentes de energía para aislar a los inmuebles del frío y el calor que incurran en
consumos energéticos que disparan el metabolismo social en nuestras sociedades
industriales y posindustriales.
Del mismo modo, se trata de construcciones con gran sentido de la funcionalidad,
poco dadas a retoques y complejos barrocos que trasciendan las necesidades humanas
relacionadas con procurarse abrigo, alimento y aislarse del entorno, pues al fin y al cabo,
una de las bases para entender la cultura, en términos antropológicos, es la capacidad
de los colectivos para hacer frente a las contingencias del medio a base de procesos
mentales, adaptados, eso sí, al medio, los cuales no dependen de la herencia genética,
sino de procesos de aprendizaje en el seno del grupo. Los humanos construimos
viviendas y las aislamos del frío o del calor, al contrario que otras especies, cuya
adaptación, en ese sentido, viene dada por procesos biológicos, marcados por la
Selección Natural, que permiten a los organismos adaptarse, respectivamente, a
entornos con limitaciones y ventajas diferenciales.
El Plan Nacional de Arquitectura Tradicional, aprobado en el año 2014, por el Ministerio
de Cultura y Deporte, concluye que este ingente patrimonio se relaciona con las estrategias
humanas para adaptarse al entorno ecológico, con el reflejo de diferentes contextos
socioeconómicos y con dimensiones etnohistóricas de gran calado para entender el presente.
En definitiva, la arquitectura vernácula ha de contemplarse como texto etnográfico del que
aprender de cara a proponer modelos constructivos que minimicen el impacto ambiental, con
cve: BOE-A-2023-14598
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 145